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Daniel Roldán
Viernes, 5 de febrero 2016, 13:21
Cada minuto, seis niñas han comenzado el ritual que se lleva practicando en su aldea desde tiempos inmemorables. Una práctica consentida, jaleada y convertida en una fiesta en muchas sociedades africanas. Porque sin una ablación, esas seis pequeñas serán como parias en sus aldeas, no ... podrán casarse ni tener una vida en sociedad. Porque la mutilación genital femenina (MGF) está amparada por el 'qué dirán' y el 'a mí también me lo hicieron' en numerosas comunidades; pero también está perseguida por las ONG, algunos gobiernos y Naciones Unidas, que calcula que en el mundo hay 140 millones de mujeres que han sufrido esta aberración. En España, unas 17.000 niñas están en riesgo, ya que sus padres o ellas proceden de países donde todavía se permite esta práctica, a la que se pueden ver sometidas cuando vuelven de vacaciones.
Cada año, la ONU calcula que tres millones de pequeñas serán mutiladas. En países como Somalia, el 97,9% de las mujeres entre 15 y 49 años han sufrido la categoría de mutilación de tipo III: escisión total o parcial de los genitales externos y estrechamiento de la apertura vaginal a través de la sutura de los labios menores o mayores. En Sudán o Egipto, son nueve de cada diez féminas las que sufren una ablación del tipo III (en el primer país) o de tipo II: escisión del clítoris con extirpación total o parcial de los labios menores.
Una práctica, cuyo día mundial para su erradicación se celebra este sábado, que tiene graves consecuencias para la salud de las mujeres. A corto plazo, están documentados casos de un dolor intenso, contagio de enfermedades como el VIH o el tétanos, hemorragias, lesión de órganos adyacentes como la uretra o la vagina, además del miedo y el pánico. A medio o largo plazo, las infecciones de orina, la aparición de fístulas, dolor en las relaciones sexuales, problemas psicológicos y numerosos problemas en el parto.
Unas consecuencias que los servicios sanitarios de muchos países africanos, con su escasez de medios, y las ONG intentan enseñar a las comunidades que no es necesario practicar una ablación. "Una dote de una niña con MGF vale doce vacas y tres ovejas en Kenia", comenta Susana Oliver, coordinadora de Wolrd Vision en España. Esta ONG trabaja en la región de Marigat. "Les enseñamos que una niña con educación vale mucho más", apunta.
El año pasado lograron evitar 114 mutilaciones; desde 2006, han evitado más de 3.500, convenciendo a las 'matronas' que realizan las operaciones sin la más mínima preparación y sin la más mínima higiene, a la aldea y a los hombres, para que vean que casarse con una mujer sin ablación no es ningún problema "de fidelidad" y que se puede hacer. "Pero los resultados van poco a poco. Es una costumbre ancestral", comenta Oliver.
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