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Borja Robert
Jueves, 28 de mayo 2015, 16:17
Hace casi 55 años, Jane Goodall se adentró en la selva de Tanzania para estudiar a los chimpancés. Fue la primera en registrar el uso de herramientas por animales no humanos. Después pasó décadas de investigación sobre su conducta social y sus personalidades. Ahora viaja ... por el mundo y lucha por concienciar a los que se cruzan por su camino de que luchar por la conservación del medio ambiente merece la pena. Su último destino es España donde, acompañada por varios investigadores de su fundación, ha presentado su trabajo y una idea: para proteger la biodiversidad, en especial las poblaciones de grandes simios, también hay que defender a los seres humanos que viven a su alrededor.
"Los chimpancés son más parecidos a nosotros que cualquier otra criatura viviente", ha asegurado Goodall, que ya tiene 81 años, durante una rueda de prensa en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, en Alcobendas (Madrid). "Antes se pensaba que había una gran línea divisoria entre nosotros, pero cada vez está más claro que la diferencia es más bien una cuestión de grados. Tenemos grandes similitudes biológicas, genéticas, de conducta social, de cerebro y de comportamiento".
Tras más de cinco décadas de investigación en África, defiende proyectos de conservación integrales. "Con tres líneas. Personas, animales y medio ambiente", ha explicado. Los proyectos que coordina la Fundación Jane Goodall, ha afirmado, contemplan siempre estas tres patas básicas. "Nuestros chimpancés no existirían si no luchásemos también contra la pobreza", ha recalcado. En Gombe, donde ella comenzó su investigación y donde llevan más años de trabajo, no solo han estudiado a los chimpancés sino que les han devuelto un hábitat que estaba en peligro. "Antes estaba todo deforestado. Pero poco a poco, trabajando con las comunidades locales, el bosque vuelve", ha contado. "Los chimpancés ahora tienen el triple de bosque disponible que cuando comenzamos el proyecto".
Los problemas a los que se enfrentan los grandes primates, ha explicado Goodall, no son tan distintos a los de otros animales en otras regiones del mundo. "La deforestación, la actividad humana, la destrucción de su hábitat y la caza furtiva los ponen en riego", ha asegurado. En Gombe (Tanzania) y en otros centros que tienen en Senegal y República del Congo, también implican a los habitantes de la zona en la conservación. Llevan prosperidad a la región y se encargan de que esta no perjudique a la biodiversidad.
Goodall ya no investiga. "En realidad lo echo de menos, pero ya no podría hacerlo. Trato de mantenerme al día con la investigación, pero no puedo volver porque estoy convencida de que estoy haciendo lo que tengo que hacer", ha explicado. Viajar "unos 300 días la año" y concienciar. "Si la gente no tiene esperanza y piensa que nada de lo que vaya a hacer tiene ninguna importancia, entonces es cuando perderemos cualquier esperanza de cambiar las cosas", ha sentenciado.
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