Iglesia de la pedanía de El Membrillo.

Un pueblo se moviliza para que su cura tenga coche y no haya que ir a buscarlo

El sacerdote suele recorrer a pie los 13 kilómetros de distancia para dar misa

J.V. Muñoz-Lacuna

Martes, 17 de febrero 2015, 15:29

El Arzobispado de Toledo aún no ha respondido a la petición de un grupo de vecinos de El Membrillo, una pequeña pedanía de Las Herencias (Toledo), para que se proporcione un vehículo particular al sacerdote de la pedanía. Éste, don Luis, se ha negado a ... disponer de coche como cumplimiento a su voto de pobreza y esto ocasiona molestias y desembolsos económicos a los 205 vecinos de El Membrillo cada vez que solicitan sus servicios para una misa extraordinaria.

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Y es que uno de los vecinos tiene que utilizar su coche para recoger al cura en Las Herencias, trasladarlo hasta El Membrillo y volver a llevarlo a su casa. Quienes encargan esas misas extraordinarias por un funeral o por el alma de un difunto- han de pagar la gasolina a quien trae y lleva al párroco. Susana Ramos, vecina de El Membrillo, tuvo que desembolsar un total de 65 euros para requerir los servicios de don Jose Luis al fallecer su suegra: 50 euros que el cura cobra por oficiar una misa funeral con acompañamiento al cementerio y otros 15 para pagar la gasolina del vecino que trasladó al cura en su coche.

Tras este episodio, Susana decidió enviar un escrito al Arzobispado exponiendo el problema y se ha convertido en una especie de portavoz de sus vecinos. Dar misa cuando se le pide es su obligación como sacerdote, sostiene.

Voto de pobreza

Las quejas de los vecinos también se refieren al talante de don José Luis pues, además de que su trato es más bien cortante, las misas de encargo deben adaptarse a la agenda del párroco. En su actitud y forma de entender el sacerdocio ha podido influir su experiencia como misionero en Latinoamérica pues es habitual verlo recorriendo a pie los casi 13 kilómetros que separan Las Herencias de El Membrillo para dar misa. Si en su caminar tiene la suerte de cruzarse con un coche le pide que le lleve a su destino. A la espera de que el Arzobispado responda a los vecinos, éstos tendrán que seguir pagando los desplazamientos de su párroco, enemigo acérrimo a tener coche propio.

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