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efe
Martes, 9 de diciembre 2014, 15:57
La adolescente paquistaní Malala Yousafzai ha confesado que el Nobel de la Paz, que mañana recogerá en Oslo junto con el presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, el indio Kailash Satyarthi, no es una presión adicional, sino que le da fuerzas para ... seguir adelante con su lucha.
"Aunque pueda parecer que el premio conlleva presión, el Nobel de la Paz es un estímulo, me siento más fuerte ahora, siento que no estoy sola", ha declarado Malala, que a sus 17 años es la ganadora más joven en la historia del premio, en la tradicional rueda de prensa en el Instituto Nobel de Oslo, la víspera de la ceremonia.
Malala y Satyarthi han destacado la "responsabilidad moral" que implica el galardón y han hecho una llamada a todos los niños explotados en el mundo a dar un paso adelante y luchar por sus derechos, además de reclamar la implicación de la sociedad. "Existe un círculo vicioso entre pobreza, trabajo infantil y educación (...) Hay 57 millones de niños que no van a la escuela y más de 120 millones son obligados a dejarla antes de quinto grado. Debemos romper ese círculo", ha afirmado Satyarthi.
La importancia del diálogo
Los galardonados han coincidido en señalar la importancia del diálogo entre India y Pakistán, enfrentados desde su independencia del Imperio Británico y partición del subcontinente en 1947, que les ha llevado a librar tres guerras y varios conflictos menores. "Creemos que una relación sólida entre los países es importante, India y Pakistán son como cualquier país. Tienen fronteras, pero no significa que deban odiarse", ha señalado Malala, quien en caso de que los respectivos primeros ministros fueran a Oslo les pediría que hicieran de la educación su prioridad y trabajasen juntos.
Satyarthi ha resaltado la relación entre los pueblos y la importancia de que haya confianza y tolerancia. "Llevo viajando 25 años a Pakistán y no veo ninguna diferencia entre la gente de los dos países", ha afirmado.
El líder indio se ha deshecho en elogios a Malala, que se convirtió en un fenómeno mundial tras ser tiroteada hace dos años por integristas talibanes por defender la educación femenina en su país. "Hace que todo el mundo se sienta orgulloso de ella", ha afirmado Satyarthi, quien entre risas se ha referido a ella varias veces como "su hija", bromeando con el padre de la joven, sentado entre el público. Malala le devolvió los elogios a su "padre" y lo calificó de "inspiración" para todos los niños del mundo.
La adolescente, que vive en el Reino Unido tras el atentado, ha confesado que su "sueño" es que los niños paquistaníes tengan acceso a la educación y se ha mostrado segura de que regresará a su país, aunque aún no sabe si se dedicará a la política.
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