José Antonio Guerrero
Domingo, 23 de noviembre 2014, 07:54
Francisco Torres Verdú es un jovencísimo maestro murciano que vive en un carromato una aventura profesional que no olvidará jamás. Con 22 años es el profesor de los niños del Circo Mundial... ese campamento ambulante que hoy echa el ancla en Madrid, ayer en Alcalá ... de Henares, y en las próximas semanas en Valencia, Sevilla, Cádiz, Granada...
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Su hogar es una pequeña caravana equipada con cama, cocina, televisión y cuarto de baño que le pilla a dos pasos de su colegio, un remolque más grande, dividido en dos aulas con una docena de sencillos pupitres, pizarra, tizas de colores y armarios con el material escolar que se puede encontrar en cualquier clase de un colegio convencional, aunque bien amarrado con cuerdas elásticas para que no se caiga en las curvas. También hay un pequeño aseo, todo repartido en unos 25 metros cuadrados.
Los que no son tan convencionales son los chavales a los que Paco enseña... payasos, domadoras de elefantes, amazonas, adiestradores de dálmatas, malabaristas... todavía no hay ningún tragasables, pero todo se andará. El castellano es la lengua 'oficial' en esa amalgama de nacionalidades (españoles, italianos, portugueses, rusos...) con edades comprendidas entre los 6 y los 18 años y necesidades escolares distintas. Un doble mortal sin red se antoja más fácil. ¿Pero quién dijo miedo?
Nuestro particular 'artista', hijo de un albañil y una funcionaria del Inem, es el pequeño de dos hermanos que un lejano día de su infancia en su Jumilla natal soñó con dar clases en un circo ambulante, y hoy vive dentro de ese sueño con la misma ilusión que cada tarde se respira bajo esa gran carpa mágica que acoge a 150 sonrisas de una docena de países.
"Cuando era pequeño y el circo venía a Jumilla, mis padres me llevaban a mi hermano y a mí a ver a los trapecistas, los payasos, los domadores... La vida en la caravana, el ir de un lado a otro, ese mundo siempre me llamó la atención".
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A Paco le gusta contar que tiene tres pasiones: su novia Esperanza, la docencia y los viajes. "Estoy cumpliendo dos. A mi novia la quiero un montón... me apoya muchísimo, igual que mis padres; ella también esta estudiando para ser maestra y quién sabe... ¡igual terminamos juntos en el colegio del circo!". Sería algo así como el más difícil todavía. Aunque de dificultades, Paco, a pesar de su juventud, sabe un rato. Cuando se graduó como maestro de Primaria en la Universidad de Murcia, cursó el cuarto año en la especialidad de Alumnos con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo, lo que comúnmente se conoce por Educación Especial. Trabajó con chavales sordos con autismo, con parálisis cerebral, con encefalopatías y otras discapacidades graves. "Me encantó convivir con estos niños, es muy gratificante. Son chicos que te lo dan todo y te enseñan mucho. Cada uno tiene sus propias necesidades, hay que sacar paciencia y no venirse abajo nunca. Progresan muy poco a poco; pueden pasar años hasta ver un avance... por eso hay que ser muy constantes y sobre todo tener vocación".
Y de aquellas prácticas tan especiales, como un malabarismo del destino, saltó a las aulas circenses. "Una prima mía escuchó una conversación en la que un profesor de circo andaba buscando un sustituto. Ella pegó un grito... ¡mi primooooooo!. Y aquí estoy".
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Mileurista
Con 22 años y un empleo que le ha convertido en mileurista con los gastos de alojamiento y comida pagados, Paco reconoce que, tal y como está el percal, es un superprivilegiado. Él ha sido contratado directamente por el Circo Mundial como refuerzo al profesor oficial del Ministerio de Educación, que se incorporará a la caravana en enero. La única diferencia es que el funcionario tiene la facultad de examinar a los alumnos y él no, aunque prepara oposiciones para poder hacerlo.
Las clases en el circo empiezan a las nueve de la mañana y terminan a las dos. Cinco horas seguidas solo interrumpidas por un breve recreo de 20 minutos. Después los estudiantes se van a comer a las caravanas de sus padres o al comedor del circo, donde almuerza Paco y donde suelen hacerlo también los operarios que montan las carpas, que constituyen otra familia además de la de los artistas. Por las tardes, los chicos cambian el pupitre por la arena de la pista y ensayan sus números o se meten con los deberes. Paco aprovecha para hincar los codos de cara a sus oposiciones, hacer algo de deporte (le gusta jugar al fútbol y sale a correr por las ciudades donde recala, otro modo de conocerlas) y a veces practicar con los malabares, sobre todo con las bolas y los palos chinos. Maestros al profesor de Jumilla, desde luego en esto, no le faltan. Cualquier día le abren un hueco en sus espectáculos.
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Las clases se detienen cuando el circo se desplaza de un sitio a otro y las caravanas con él. Paco aprovecha esos parones para escaparse a su pueblo o meterse en su rulote a estudiar, preparar sus clases o ver la televisión. Su 'casa' está bien equipada. Hasta hay un hueco con un mueble para los libros. "Pagué la novatada de no amarrarlos y en el primer bache se cayeron todos al suelo".
En el aula del circo, los alumnos se conectan a un programa del Ministerio de Educación a través de sus ordenadores (pagados por sus padres). Allí disponen de sus propios tutores que les hacen el seguimiento de las actividades escolares y de los programas curriculares de cada uno. Para resolverles las dudas, ayudarles con los ejercicios y prepararles de cara a los exámenes (los tienen en diciembre y en junio) está Paco, que se vuelve un poco loco saltando de una parte de la caravana a la otra, para atender a un niño de quinto de Primaria, a un jovencito de Tercero de la ESO o a un adolescente de Bachiller... Cada quince días rinden cuentas a sus tutores, que supervisan el trabajo. Paco está deseando que llegue enero para repartirse la tarea docente con el profesor que envíe el Ministerio. "Cada alumno tiene su competencia curricular, con un desarrollo intelectual diferente... necesitan mucho apoyo; repasas los acentos con uno y luego te vas corriendo donde otro que requiere ayuda con un logaritmo, y así es bastante difícil... estos chicos necesitan más refuerzos para recibir una enseñanza de calidad. Yo solo no puedo explicarles las cosas a fondo. Pero no lo cambio por nada del mundo". Domar esas cabecitas es la función de su vida.
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