Momento de la expedición

El Camino Inca pasa por Pachacámac

La expedición visita este centro por el que pasa la red de comunicación prehispánica, nuevo Patrimonio de la Humanidad

ÁLVARO VICENTE

Lunes, 23 de junio 2014, 03:26

La Ruta BBVA apura sus últimas horas en Lima antes de emprender rumbo al sur del Perú, en concreto a Paracas, a 300 kilómetros de la capital. Los ruteros caminan por Pachacámac, una zona desértica a las afueras de Lima que estuvo dedicado a la ... deidad durante más de 1.500 años. Pachacámac, de pacha tierra y qamac alma, el alma de la tierra, donde se rendía culto al Señor de los Temblores inició su ocupación hacia el 200 a.C. aunque los primeros templos no se levantaron hasta el florecimiento de la cultura Lima, empleándose una compleja técnica arquitectónica que combinó muros de piedra asentados en la base de los grandes edificios como el Conjunto de Adobitos y el Templo de Urpiwachak- con adobitos hechos a manos en el Templo Viejo.

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Son 450 hectáreas que están de enhorabuena porque por aquí pasa el Camino del Inca, una red magistral de comunicación vial que se extendió a seis países de Sudamérica, y que fue declarado el pasado sábado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, una distinción que reconoce el ingenio de un sistema prehispánico que sorprendió al mundo. Los senderos, que servían al Inca para controlar su imperio (Tahuantisuyo), se extienden desde Argentina a Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, y estaban unidos por un entramado de caminos que constituían el Qhapaq Ñan (en quechua Camino Incao). Pachacámac ha puesto también de su parte. Los responsables de este complejo sacan pecho en vísperas de que el presidente del Perú celebre in situ esta nominación. La noticia coincide con la visita de la Ruta BBVA, que estos días recorre Perú.

Espera un recorrido de cuatro kilómetros. Los más de doscientos ruteros se dividen en grupos. Se escucha el silencio. Pachacámac es un lugar mágico al que los ruteros también vienen a hacer su particular consulta. Ellos no tienen que hacer el ayuno de una semana que sí hacían quienes de todas las partes del Perú llegaban para venerar a su dios. Por Pachacámac han pasado cuatro culturas: Lima, Guari, Isma e Inca. Todas hicieron de este enclave a orillas del Pacífico un lugar de peregrinaje. Su prestigio se debía principalmente a su oráculo, que era consultado por curacas y señores principales que llegaban hasta aquí procedentes de todo el antiguo Perú. El dios Pachacámac era muy temido porque se le atribuía el poder de hacer temblar la tierra.

Los ruteros comienzan a entender parte del pasado del Perú. Mario Benavente, de Cantabria; Lucia Fernández, de Cáceres y Nerea Bonachera, de Bilbao no dudan en inmortalizar con sus cámaras las impresionante vista que se tiene desde lo alto de estas huacas o pirámides truncadas con rampa. A un lado, el Pacífico; a otro un valle verde y fértil, y a los pies, arena hasta los tobillos.

Con la llegada de los Wari (650 d.C) Pachacámac extiende su influencia a otras zonas de los Andes Centrales. En esta etapa no se construyen edificios masivos, a excepción del Templo de Pachacámac y alguna cancha rectangular. Poco más tarde, hacia 1.100 d.C, los Ychma establecen su centro de poder regional en Pachacámac, y amplían su zona de influencia a las cuencas bajas de los ríos Rímac y Lurín. Es en ésta época cuando se levanta un gran centro ceremonial con un urbanismo de corte religioso, y se construyen edificios como el Templo Pintado, los quince Templos con Rampa y las dos calles principales, norte-sur y este-oeste.

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Nuevos centros administrativos

Los incas, al llegar al valle (1450-1532 d.C) establecen nuevos centros administrativos adecuando las construcciones preexistentes a las nuevas necesidades: levantan el Templo del Sol, el Aclla Huasi, el Palacio de Taurichumbi y la Plaza de los Peregrinos, entre otros. En esta etapa se produce en Pachacámac una fuerte desacralización y pérdida de su anterior status como ciudad sagrada y centro oracular.

Los españoles llegan al Pachacámac en 1533, atraídos por la fama del santuario, y por sus posibles tesoros. Allí les recibe el cura Tauri Chumbi, que les guió hasta el Templo del Dios Pachamácac, donde se encontraba la imagen más venerada en el Postclásico de la Costa Central. La imagen y el templo fueron por completo destruidos, y con el ello el abandono definitivo de la ciudad.

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Los ruteros también dejan la ciudad de Lima despúes de tres intensas jornadas. La expedición pone rumbo a Paracas, una reserva natural en la costa del Pacífico. Los jóvenes pondrán el campamento en la misma arena de una playa en la que no es nada raro ver leones marinos y focas. La Ruta BBVA pasará del bullicio de Lima a la calma de Paracas.

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