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José Antonio Guerrero
Domingo, 13 de abril 2014, 07:39
La canción decía 'Aquí no hay playa'. La tenemos donde Cristo pegó las tres voces, que podrían añadir en Nombela (Toledo), el punto de España más alejado del mar. En estas vacaciones de Semana Santa, tal vez pase usted por Nombela camino de cualquier costa ... peninsular. Si es así, quizá le interese saber que aún le quedan como mínimo 364 kilómetros para alcanzar la orilla. En este caso, la del Mediterráneo que baña Valencia o la del Atlántico de la localidad portuguesa de Espinho, enclavados ambos curiosamente a la misma distancia de Nombela. Si su destino es la Costa del Sol o la Costa Cantábrica el trayecto se amplía un poco más: 372 kilómetros. La mar de lejos.
Ser el pueblo más alejado del mar en todas direcciones no parece quitar el sueño al millar de paisanos que habita en Nombela. Tampoco a su veterano alcalde, Carlos Gutiérrez, un socialista que va por el tercer mandato y que ve esta singularidad como una mera anécdota. De hecho, no ha pensado en explotarla turísticamente... de momento. A la vista de que no hay otro pueblo en España tan de tierra adentro, Gutiérrez ya anda pensando en "hacer algo" con esta especie de tesoro geográfico que está esperando a ser descubierto. O no. "Esto de la lejanía del mar", dice el alcalde, "les llama más la atención a los de fuera; para nosotros es algo normal, lo tenemos asumido... salvo cuando vamos a la playa que nos cuesta más la gasolina", apunta con humor el regidor nombelano, de 53 años, que tiene en Santander su rincón junto al mar. Allí se escapa siempre que puede.
Únicos entre ocho mil
Esa curiosa rareza que los hace únicos entre los 8.119 pueblos que hay en España no impide que los vecinos de Nombela sientan querencia por la arena, el chiringuito y el agua salada. De hecho, hay una asociación de amas de casa con el castizo nombre de 'El relajo' que todos los años organiza excursiones de una semana a la playa para relajarse, claro.
El pequeño municipio y su peculiar situación geográfica han dado mucho juego en concursos como 'Atrapa un millón' y el Trivial, donde su nombre es la respuesta correcta a la pregunta sobre el pueblo español más alejado del mar. Este hecho diferencial merecería tener una placa en algún rincón de la localidad manchega... igual que, por ejemplo, en la Puerta del Sol de Madrid existe una sencilla loseta que recuerda que en ese punto exacto se encuentra el célebre Kilómetro Cero, origen de todas las carreteras radiales de España. La inscripción puede verse justo frente a la entrada de la Real Casa de Correos, sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, que alberga el no menos célebre reloj de las campanadas de Fin de Año. Los fines de semana es muy habitual encontrarse con turistas arremolinados alrededor de ese metro cuadrado de suelo haciéndose fotos. El 'retrato' podológico, el de los pies junto a la chapa, es el que más se lleva.
Pero volvamos a Nombela, que aunque es un pueblo de secano cuenta con un estupendo río truchero, el Alberche, cuyas aguas frías y cristalinas son el mejor aliado para sofocar el intenso calor que en verano convierte La Mancha en un horno. Entre el generoso caudal del Alberche y la piscina municipal, que la tienen desde hace 20 años, los nombelanos no echan tanto de menos el mar.
La historia de Romasanta
Situado a 64 kilómetros de Toledo y a 97 de Madrid, Nombela, que es villa por privilegio real desde 1570, vive del ganado y de la agricultura de autoconsumo. Hay una fábrica de embutidos, un matadero de corderos, tres tiendas de ultramarinos, un par de carpinterías, dos cerrajerías, tres panaderías y siete bares, donde esos 364 kilómetros que les separa del Mediterráneo no impiden ofrecer en sus cartas raciones de boquerones, gambas y calamares. El desempleo, por cierto, no llega al 20%, por debajo de la media nacional.
Los nombelanos están especialmente orgullosos del monumento del Rollo de Justicia, una gruesa columna de piedra sobre cuyo capitel aparecen cuatro salientes leones. Representa el emblema de la autonomía municipal que hace casi 450 años convirtió Nombela, una simple aldea dependiente del vecino Escalona, en villa con jurisdicción propia. El Rollo se levanta en la plaza del pueblo, justo donde en 1852 fue detenido el psicópata y asesino múltiple Manuel Blanco Romasanta, único caso documentado en España de licantropía clínica. Romasanta confesó haber matado a trece personas usando sus manos y dientes para acabar con sus vidas y comerse sus restos. La historia de este hombre lobo quedó recogida en la película 'Romasanta' (2004). Ni este terrible episodio ni el de su lejanía del mar son comparables con lo que Nombela pudo haber sido y no es. Cuenta el alcalde, que el rey Felipe II estudió este lugar como posible ubicación del que seguramente es el monasterio más conocido: El del Escorial. Pero entonces estas líneas nunca habrían existido y Nombela surcaría otros mares.
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