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Antonio Contreras
Málaga
Domingo, 19 de mayo 2024, 14:51
Hace tiempo que a los más pícaros se les acabó el chollo en El Tintero, el famosísimo chiringuito de El Palo que, a estas alturas, forma parte de la propia historia de Málaga. Pero antes de que cambiaran de emplazamiento y enlosaran el suelo, la ... taberna colocaba las mesas sobre la misma arena, con un modelo de negocio único que se mantiene en la actualidad: la subasta de platos. A la hora de cobrar se cobra el número de platos que hay en la mesa. Esto propició que los más pillos se ahorraran un puñado de euros (o pesetas) enterrando parte de la vajilla en la arena. Tanto es así que cuando levantaron el merendero se encontraron hasta 1.500 platos bajo la arena. Eduardo de la Torre, biznieto del fundador y actual copropietario del local junto con su hermana, cuenta la anécdota del alijo de los platos sepultados. Porque de leyenda tiene poco.
«Al terminar el servicio nos poníamos a barrer para limpiar la arena de colillas y servilletas y a veces el escobón de hierro comenzaba a chirriar. Podían ser piedras simplemente, pero muchas veces eran platos», recuerda de la Torre. Entre los mil quinientos platos encontrados al retirar el chiringuito y los que se iban encontrando a diario a la hora de barrer tras los servicios, el número de platos sin cobrar se eleva a una cifra incontable. Esta peculiar forma de cobro, que se convirtió en la delicia de los más espabilados, encuentra sus orígenes en un día que el número de comensales superó con creces a la cantidad de personas disponibles para atender a las mesas. Pero empecemos por el comienzo.
El malagueño Antonio El Machucao, también conocido como 'El Pelos Tiesos', era un maestro dedicado al tintado de redes, una práctica habitual en las redes de algodón para evitar su deterioro con el uso intensivo de la pesca. Con la aparición del nylon el tintado de las redes dejó de ser necesario, haciendo inservible el local de El Machucao, que decidió convertirlo en una pequeña taberna llamada 'El Tintero'.
El negoció comenzó a funcionar hasta que una noche, sin aviso, se encontraron con una multitud de comensales y muy poco personal. «Estaba mi padre fuera y mi abuela en la cocina cuando se llenó el local. Mi abuela no sabía leer ni escribir muy bien, por lo que las comandas no era una solución. Mi padre, al verse totalmente superado le dijo a su madre que empezara a echarlo todo a la freidora, y ya se encargaría él de venderlo», relata de la Torre, más conocido como 'El Nono'. Así, de un día que parecía convertirse en el colapso absoluto del local, la abuela y el padre del actual propietario dieron de comer a todas las mesas que se presentaron y crearon el actual sistema de la subasta de platos.
Durante todos estos años el negocio ha seguido creciendo y funcionando como un reloj, con una plantilla que entremezcla la prestidigitación en manos y brazos para llevar una decena de platos a la vez con la solera malagueña, perfecta para vender cada plato que sale de cocina en cuestión de segundos. «A estas alturas esto funciona solo. Normal, ¿acaso conoces algún otro local que subaste sus platos?», sentencia Miguel, uno de los actuales miembros de la dirección y mano derecha de De la Torre. Una firma que ahora pretenden ampliar y llevar a otros lugares de España, empezando por la capital, donde ya han abierto otro local con el nombre de 'El Tintero'.
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