FIN. Aquella corriente de viento de oceánica fragancia había empujado la última página del libro frente a mis ojos. Durante un instante el rugir de las olas se apaciguó hasta desaparecer y mi vida pareció cobrar un sentido nuevo. El cliché se volvía a cumplir, ... solo que en esta ocasión era cierto. Aquella última página en blanco retenía toda la gravedad del mundo y la liberó sobre mis hombros igual que el árbol liberó la manzana que cayó sobre Newton. En aquella época yo no paraba de leer. (1)
Desde que tengo uso de razón he sido un lector mercenario al servicio de mis escritores favoritos. Lo mismo un verano leía una serie policiaca del tipo 'Los crímenes de la calle Morgue' como un otoño podía merendarme una guía turística local. (2)
Edgar Allan Poe siempre había sido un juntador de palabras fetiche. Si los ángeles envidiaban el amor que el protagonista sentía por Annabel Lee, codiciaban mucho más mi amor por aquel yankee. Evidentemente, vivía aterrorizado. Imagina correr la misma suerte que la bella Annabel. (3) Si lo que anhelaba era una aventura romántica no tenía reparo en hincarle el diente a cualquier novelita rosa de dos duros, la telenovela en negro sobre blanco, pero siempre ha habido clases y yo; si tenía que elegir, era más de Romeo y Julieta. (4) Y es que el amor, como decía Camilo José Cela, – «…es como Don Quijote, cuando recobra el juicio es que está para morir.» (5)
Los amaba a todos. Aquella colección pequeñita y azul de 'Simbad el Marino' o el tomo medieval con las guardas y tapas en terciopelo damasquinado que tan solo pude acariciar en una ocasión. Me sentía causante y culpable de cada uno de ellos pues había vertido la mitad de mí en sus páginas. Un libro no existe a menos que los ojos de quien lo lee se posan en él y lo completan con sus vivencias. Yo en Jean Valjean solo puedo ver a Lucas, mi amigo de la infancia, y por pudor me reservaré a quien veo cada vez que leo Drácula. De hecho, algún día reclamaré mi sitio entre los créditos, junto a los autores. Aunque sus nombres presidirán en mayúsculas: al fin y al cabo fueron ellos quiénes pusieron a rodar este 'cadáver exquisito' que yo termino. (6)
Otro giro de página. ¿Acaso la anterior no era la última? Fue en ese instante cuando comprendí que no eran páginas sino tus párpados los que caían como cuchillas afiladas frente a mí. El libro que acababa de terminar no era un libro. Te estaba leyendo a ti. (7)
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Guion y locución
Luigi Gómez Cerezo
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Grabación de estudio
Íñigo Martín Ciordia
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Edición, diseño sonoro y mezcla
Luigi Gómez Cerezo
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Producción ejecutiva
José Ángel Esteban
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Ilustraciones
Raúl Canales
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