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Olga Agüero
Periodista
Jueves, 26 de diciembre 2024
La abuela Estrella vivía en un estado de enfado permanente, sin tregua. Para ella todo era un cisco. Ni la comida estaba nunca en su punto, ni el tiempo era nunca afable. Pero su fascinante capacidad de inventar palabras nos hizo aprender un idioma propio. La abuela nos convenció, por ejemplo, de que existía la palabra 'pitirolo'. Así llamaba al pompón de mi gorro rojo de lana. El día que entré en la clase de párvulos con él puesto y expliqué muy orgullosa que llevaba un 'pitirolo' en la cabeza empecé a desconfiar, tras las sonoras carcajadas. Pero hubo otros pitirolos más humillantes. Nadie sabe por qué la abuela asumió la esperpéntica convicción de que un paraguas era un objeto denominado 'follato'. Un día de lluvia mi hermana fue castigada por decir a la salida de clase «me voy a mojar porque no tengo 'follato' ni capucha». Al aprender a leer fuimos descubriendo que 'pinvelí' no significaba delgado, ni una 'puki' era una sandalia –por el ruido que hacían los tacones al caminar-, ni una 'cunquela' un puchero. Picar entre horas no era hacer un 'tentenplín' y así hasta el infinito. Hablábamos un lenguaje propio que nos impedía comunicarnos con los niños del colegio. Se añadía la incómoda imposibilidad de discernir qué palabras eran verdaderas y cuáles falsas. Lo mismo que sucede ahora con tanta desinformación.
Dudábamos si un 'cancarro' era realmente un vaso. Es más, había algunas expresiones como 'cacharra' que se convirtieron en el nombre propio de una secadora de ropa de primera generación que funcionaba impulsada por un descomunal estruendo. Pero la palabra que empleaba con mayúscula generosidad, a granel, era cisco. ¡Menudo 'cisco' has montado en la cocina!, ¡vaya cisco que organizó tu tía Petra!, ¡no me montes un cisco. que te conozco! Vivíamos en un estado de cisco permanente en una dramática fatalidad. Era la palabra comodín que describía con vehemencia el desorden, la inquietud, el caos y el malestar que permanentemente percibía la abuela a su alrededor. Nosotras bromeábamos con el cisco y siempre pensamos que pertenecía a la categoría de 'follato' y 'pinvelí', que era el 'gíglico' en versión doméstica de la abuela Estrella. Hasta aquel día que vimos en un quiosco la portada de un periódico: 'Monumental cisco en la calle Mayor'. Entonces se cicatrizaron las heridas semánticas de nuestra infancia, corrimos a casa, abrazamos a la abuela y empezamos a maldecir a diestro y siniestro con alborozado entusiasmo: «Cisco, cisco».
Olga Agüero (Santander, 1969), periodista que atesora una dilatada experiencia como redactora en medios de comunicación nacionales y locales. Durante una década formó parte del equipo de Ediciones del Norte, S.L. Ha sido directora de Comunicación de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y jefa de prensa del Parlamento de Cantabria. Columnista de El Diario Montañés y profesora de redacción y géneros periodísticos en la Universidad Europea del Atlántico, es también decana del Colegio de Periodistas de Cantabria.
Narración Raquel Pelaéz
Diseño sonoro y mezcla Iñigo Martín Ciordia, Carlos G. Fernández y Luigi Gómez
Ilustración Manuel Romero
Coordinación José Ángel Esteban
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