Desde el futuro

Le pondré un ejemplo. Hace ya unos cuantos anos, Diario LA RIOJA organizó un concurso harto peculiar. A través de su edición digital, el periódico propuso a sus lectores una lista de veinte palabras para que votaran por la que considerasen con más futuro. Al mismo tiempo, se dirigieron por carta electrónica a sendos plumíferos, yo entre ellos, para invitarnos a escribir una especie de glosa riojanense protagonizada por el vocablo ganador. Finalmente, los veinte relatos verían la luz en un librito primorosamente ilustrado.

La verdad es que no me hallaba en mi mejor momento. Acababa de sufrir una de las tres malditas virosis (la gripe, en concreto) que integraban la entonces llamada 'tripledemia' (hoy endecademia); atravesaba una pertinaz sequía de ocurrencias literarias y, además, estaba amargado por una dolorosa tendinitis crónica del sóleo —derecho, eso no se olvida— que ningún traumatólogo ni, lo que es más grave, ningún fisio lograba curar. Me la gané por hacer el 'bicigrino' sin contención con resultado de zamostada en la cuesta de La Grajera, tras el paso de una 'tractorada' a cuyos participantes les importó un pimiento embarrar peligrosamente la calzada. Pero, aun así, como no sé decir que no, acepté el reto.

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Sí puedo recordar, fíjese, que en aquella época se hablaba mucho de una filfa de amnistía, de extrema polarización ideológica, de avalanchas de inmigrantes irregulares, de cobardes odiadores anónimos en las redes y de mediadores imposibles en falsos conflictos políticos. El caso es que me puse manos a la obra pero, después de estrujarme la sesera durante varias semanas, no segregaba ninguna idea que valiese la pena. Varias veces estuve a punto de romper la baraja y desertar del proyecto porque, para colmo, el teclado de mi antediluviano ordenador —que compré por error en internet— no es espanol, de modo que, llegado el caso, no podría coronar las enes con su virgulilla. Finalmente, desistí del empeno.

Aunque es verdad que desde entonces ha llovido mucho, me cuesta confesarle que soy incapaz de recordar ninguna de aquellas veinte palabras salvo una que, paradójicamente, hoy está olvidada del todo: 'gastrojeta'. Ni, por supuesto, la que resultó elegida por la ciudadanía riojana. Y mire lo que le digo, doctor: prefiero pensar que la dichosa palabreja no tendría mucho futuro a reconocer que, como ve, mi memoria está hecha cisco.