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Yo cheto, tú chetas, ¿de que me estás hablando?
03 min.
Pablo Antón Marín
Jueves, 28 de diciembre 2023, 09:13
El vicepresidente levantó la vista de la tableta para otear el paisaje montañoso que se alzaba entre jirones de niebla al otro lado de la ventanilla del coche oficial.
-En media hora estaremos allí -informó Martínez, su jefe de prensa, buscando con los ojillos ... risueños la mirada del superior.
-¿Este tramo de curvas no estaba contemplado en la fase 1 del Plan de Infraestructuras Rurales? -inquirió el político, rehuyendo la complicidad visual.
Martínez desbloqueó diligente la pantalla del iphone.
-Lo consulto.
-No hace falta. Lo decía porque me estoy empezando a marear.
El vehículo avanzaba por una zona de baches parcheados y el ancho de la vía se encogía entre paredes rocosas.
-La Fase 1 está aún pendiente de licitar.
Un inesperado frenazo dejó en segundo plano la voz atiplada del subordinado. Quedó sepultada bajo el bramido estentóreo del conductor.
-Lo siento, señores. Hay una vaca atravesada.
En los asientos de atrás el silencio se había vuelto estupor. Observaron al chófer mientras abandonaba el vehículo con decisión para enfrentarse al obstáculo. Dos fuertes palmetazos y una rotunda blasfemia impelieron a la vaca a incorporarse lentamente para hacerse a un lado. El conductor regresó al vehículo con igual brío.
-¡Eso es, vacas!
El político volvió a concentrarse en la pantalla de la tableta. Escribió, repitiéndolo en voz alta: «Vivís en un entorno privilegiado. Donde los chavales de las ciudades se cruzan a diario con semáforos y un tráfico de coches deshumanizador, vosotros saludáis a las vacas de las que viven vuestras familias, entre verdes prados y montañas sin igual...».
Sonó con idéntica solemnidad ante la veintena de alumnos que lo escuchaban y ante las cámaras de la televisión autonómica que cubría la apertura del curso en aquel instituto rural.
-Nací y estudié en un pueblo como el vuestro. Por eso creo en una educación pública que facilite la igualdad de oportunidades. Tal vez penséis que los chavales de las ciudades son unos chetados frente a vosotros. Pues, yo os digo, que estamos firmemente comprometidos en que ningún alumno o alumna pueda chetar en su formación. Podéis estar seguros de que entre vacas o entre semáforos, nadie os va a banear en el acceso a una enseñanza puntera, participativa y de calidad. Tampoco se trata de nerfear a nadie. No. Ni chetados, ni baneados, ni nerfeados. Igualdad de oportunidades. De eso quería hablaros.
Martínez grababa el discurso con su iphone, intentando alejarlo del murmullo latente del alumnado. Escuchó, con el mismo dolor que si fuesen destinadas a él, un par de frases que se cruzaban dos chicas de la primera fila.
-¿Tú lo entiendes? Creo que habla de la fibra óptica.
-De que tampoco este curso va a llegar al pueblo ¿no?
(Sama de Langreo, 1966) Es uno de los escritores más destacados de Asturias, y uno de los poetas que mejor ha sabido destilar la esencia de esta tierra. Colaborador habitual del diario El Comercio, donde brilla sobre todo en el género del reportaje, es autor de varios poemarios y novelas, así como de libros de relatos. A sus cerca de 40 títulos publicados se suma su presencia en las principales antologías de literatura escrita en asturiano. Recientemente ha publicado de la mano de El Comercio 'Historias del Camino', un trabajo de investigación sobre las leyendas que rodean el Camino de Santiago a su paso por Asturias, transformado por su sensibilidad en una exquisita obra literaria.
Narración Carlos G. Fernández
Producción técnica Íñigo Martín Ciordia
Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate
Ilustración Manuel Romero
Coordinación José Ángel Esteban
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«El silencio que asoma de su habitación me reconforta. No estoy de humor para iniciar una charla forzada que, sin duda, concluirá en algún malentendido»
«La idea fue de Sergio, señor juez, y al principio a todos nos pareció que se le había ido la olla. Recuerdo que el profesor de Lengua nos acababa de suspender por usar esa palabra, 'chetar', en una redacción»
«De repente, aquello se rompió. Lo notó aquel día que, al ponerle la mano sobre el hombro, ya más ancho, le rechazó con un gesto brusco»
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