«Vivo para la pintura y no de la pintura. Hace mucho tiempo que lo tengo claro»
Miguel Ángel Ropero | Pintor y escritor ·
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Miguel Ángel Ropero | Pintor y escritor ·
Regresa a la actividad expositiva el pintor y escritor Miguel Ángel Ropero (Logroño, 1940), que muestra en la sala Ibercaja de la logroñesa calle San Antón.
-Tras casi una década desde la exposición 'Unas cuantas estancias' en la sala Amós Salvador, vuelve usted a ... colgar sus cuadros bajo el título de 'Algunas otras estancias'.
-La vida de un pintor es como un pasillo en el que va abriendo las puertas que se encuentra y las estancias que se ocultan tras ellas. En algunas de esas estancias no le apasiona lo que ve, en otras se queda dentro durante un tiempo... En mi caso, intento abrir todas las estancias que es razonable que pueda aspirar a abrir; no intento quedarme mucho en ninguna de ellas porque no quiero caer en rutinas que me coartarían como artista y como ser humano... Y en eso sigo; continúo avanzando por el pasillo y conociendo nuevas estancias mientras pueda permitírmelo.
-Y desde el 2010 hasta hoy, ¿cuántas nuevas estancias ha visitado?
-Ya en la exposición de la Amós Salvador se percibía una tendencia a indagar en el terreno de la arquitectura; lo que de imposible, de misterioso, de mágico tiene este arte, no tanto en el constructivismo sino en las terceras, cuartas, quintas dimensiones. Paradójicamente, me han enganchado algunos fenómenos que se producen en la calle como, por ejemplo, el perroflautismo. Con sólo dos palabras, perro y flauta, se define toda una forma de vida, de filosofía, que tiene su plástica y que me ha motivado mucho.
-Pero no habrá olvidado su inclinación por otras disciplinas que siempre le han atraído: el cine, la música, la literatura...
-Por supuesto. Siempre me he encontrado muy cómodo con todo lo relacionado con el burlesque, el cabaret, el music hall, que curiosamente no están muy alejados del perroflautismo. Además, es un universo repleto de seres entrañables y muy identificables. También he querido interactuar con el retablillo, en la tradición literaria y burlesca de Lorca o Valle-Inclán. En mi retablillo se resuelve una historia de desencuentro en cinco cuadros, en cinco viñetas, lo que le emparenta con el cómic, también con el gran retablo, puesto que se divide en piezas bien acotadas.
-¿Continúa el cine tan vigente en su obra pictórica?
-En esta ocasión, no he encontrado ninguna estancia específica de cine. El cine exuda de manera natural por mis dedos y, sin duda, hay una plasticidad cinematográfica en mi obra, sobre todo en la puesta de escena. Es parte de mi 'background'.
-Durante las últimas décadas, al Ropero pintor se le ha sumado el Ropero escritor. ¿Qué hay de literatura es su nueva exposición?
--Siempre me he autoafirmado como pintor, aunque poco a poco me fui dando cuenta de que estaba contando historias a través de los pinceles. Por culpa de una dolencia, que me impedía el estudio, comencé a escribir y publiqué dos novelas. Soy un pintor que escribe o un escritor que pinta, no tengo que responder a un fenotipo determinado.
-Cercano ya a los ochenta, ¿sigue siendo un apasionado de la pintura?
-Vivo para la pintura y no de la pintura. Hace ya mucho tiempo que lo tengo claro. Una vez aceptada esa premisa, he sido feliz con lo que he hecho, ha llenado mis expectativas vitales y, en este momento, ha sustituido a la Seguridad Social. A mi edad, el tiempo que dedico a la pintura no lo dedico a buscarme achaques. La pintura es una terapia que funciona para el espíritu y para el cuerpo.
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