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PEDRO GRIFOL
ROVANIEMI.
Jueves, 29 de noviembre 2018, 23:55
Aunque en la Laponia finlandesa siempre es Navidad, diciembre es el mejor momento para sentir el calor -¡a pesar de las temperaturas bajo cero!- del espíritu navideño. El invierno es la época ideal para viajar a esta tierra lejana y lanzarnos a la práctica de las actividades que en este tiempo son plenamente posibles: safaris en trineo tirado por huskies, soltar adrenalina conduciendo una moto de nieve, patinar sobre un lago helado, pasear entre renos, tonificar el cuerpo en una sauna de nieve... o extasiarse en la noche con las auroras boreales.
Nos encontramos en la capital de la Laponia finlandesa, Rovaniemi, a la que hemos llegado desde España en un vuelo con escala en Helsinki. El minúsculo aeropuerto nos recibe con música navideña y renos voladores sobre la cinta de recogida de maletas, donde niños de todos los tamaños y nacionalidades, embutidos en anoraks de colores, bullen de excitación. Todos vienen a ver en persona al Papá Noel.
Cómo ir
Vuelos . La compañía Finnair (finnair.com) tiene varios vuelos diarios entre Madrid -o Barcelona- y Helsinki. La mejor combinación para conocer la Laponia finlandesa es Ida: Escala en Helsinki para conectar con el vuelo hasta Rovaniemi. Vuelta: Ivalo-Helsinki, y conectar con el vuelo a España.
Dónde alojarse
En Rovaniemi el Papá Noel se ha preocupado de que haya muchos alojamientos Los niños no suelen ser muy exigentes (si están 'bien criados'); y hay alojamientos para todos los gustos, el Guesthouse Borealis (guesthouseborealis.com) es un hotel familiar con habitaciones sencillas; el clásico Santa Claus (santaclaus.fi) tiene sauna privada en cada habitación; y el Arctic Light Hotel (arcticlighthotel.fi) está considerado como el mejor hotel de Laponia, tiene habitaciones con claraboyas para disfrutar de las auroras desde la cama, y sus desayunos son todo un mundo de sensaciones culinarias.
El Arctic TreeHouse Hotel (arctictreehousehotel fi), está un poco más alejado del centro; pero merece la pena ver su diseño arquitectónico y conocer su menú.
Saariselkä cuenta con el mayor número de iglús con techos de cristal, como el Iglú Village Kakslauttanen (kakslauttanen com).
Y en Inari, hay un hotel emblemático Tradicional Hotel Kultahovi (hotelkultahovi.fi), regido por una familia sami y junto a los rápidos del río Jäniskoski, que en invierno está helado.
Más información
www visitfinlandia.com
Una vez instalados -viajemos con niños o sin niños-, la primera visita será saludar al barbudo personaje; y la verdad es que hay mucho que ver en la residencia oficial del venerable anciano. El lugar está exactamente sobre el Círculo Polar Ártico -denominado Napapiiri (nada que ver con la marca de ropa Napapijri, que no se escribe igual y que además es italiana)-, esa línea imaginaria a partir de la cual hay al menos un día al año en el que no se pone el sol y otro en el que es noche perpetua. La Aldea de Santa Claus (santaclausvillage.info) tiene una granja de renos, un taller de elaboración de regalos y el hogar de los elfos carteros. Su oficina de correos recibe 15 millones de cartas procedentes de todos los países del mundo, y desde allí podremos enviar nuestras felicitaciones navideñas (por correo ordinario) con el matasellos original de Santa Claus. Por un año que no deseemos felicidad vía correo electrónico ¡no pasa nada! Seguro que a nuestros amigos y familiares les hará más ilusión recibir una tarjeta postal en el buzón con el emblemático sello de la casa del Papá Noel.
A destacar, en palabras del mismísimo Santa Claus, que: «Aunque lo normal es que los niños pidan juguetes, cada vez más recibo cartas pidiendo paz en el mundo, o que cesen las guerras...o que sus papás encuentren trabajo». Los tiempos están cambiando y se complica la misión para Santa. Una vez cumplida la ineludible misión, la otra visita en Rovaniemi será al Arktikum (arktikum.fi), un interesante museo que explica en detalle cómo los pueblos nórdicos han sido capaces de sobrevivir en medio de la negrura, el frío y la desolación del Gran Norte. La visita nos servirá de ayuda para comprender el resto de nuestro viaje por Laponia. El museo exhibe una importante muestra sobre la flora y fauna del país, y además siempre tiene magníficas exposiciones de fotografía de naturaleza.
En tiempos pasados, la Laponia finlandesa fue objeto de una especie de fiebre del oro, pero en versión nórdica. En la década de 1860 se descubrió oro cerca de donde hoy se encuentra el pueblo de Saariselkä, y gentes de toda Escandinavia llegaron en tropel para cribar las aguas del río Ivalo con la esperanza de hacerse ricos. Ha pasado mucho tiempo ya de aquella aventura, pero, de alguna manera, la ilusión continua. En la actualidad siguen llegando 'buscadores de oro', que todavía encuentran algunas pepitas en el río, y aunque solo les da para tomarse una cerveza en el bar del pueblo, el hecho de sentirse aventurero es lo que importa. El bar está en Tankavaara, y se trata de un acogedor local con chimenea de leña que todavía acepta el noble metal como moneda de cambio. El bar, con sus pintorescos parroquianos habituales, se encarga de que la fiebre del oro no decaiga y luce un decorado como si de un auténtico saloon del Far West se tratara. Fotos de Wyatt Earp, el famoso sheriff de Arizona; del pistolero Billy el Niño; o del jefe sioux Sitting Bull decoran las paredes de ahumada madera junto a los utensilios propios de los goldpanners (que es como se denominan auténticos buscadores de oro). Tankavaara tiene aspecto de ghost town de película, y sus pocos pobladores emulan con sus atuendos a los míticos aventureros del Oeste americano.
También es un buen lugar para salir en busca de las mágicas luces en el cielo. Si el cielo está estrellado es cuestión de suerte dar con ellas. Las revontulent -nombre en finlandés que define las auroras boreales- se pueden antojar caprichosas pero verlas es solo cuestión de paciencia. Cuando las hayas visto entenderás el misticismo y las leyendas que las rodean. Cuenta una leyenda lapona que los causantes de las coloridas cortinas de luz son los zorros que rozan sus colas generando chispas en el cielo... que es una explicación mucho más poética que la verdadera causa física. En términos científicos, las auroras boreales son provocadas por partículas con carga eléctrica procedentes del Sol que chocan unas con otras al entrar en la atmósfera terrestre, lo cual provoca emisiones de diversos colores de luz.
Los samis, en otro tiempo nómadas, han ido adoptando paulatinamente costumbres sedentarias, dedicándose a la agricultura y a la cría de ganado. En la actualidad incluso tienen su propio parlamento. Sin embargo, este pueblo sigue despertando interés entre los antropólogos por su confuso origen étnico, por sus creencias chamánicas, y por su lenguaje. Los pueblos que marcan el corazón del latir sami son Ivalo e Inari. En Inari hay que visitar el Siida (siida.fi), un museo que preserva la cultura autóctona sami y brinda una perspectiva general de la rica tradición de las creencias de este pueblo. La fabricación artesanal de los objetos de madera (tambores, tazas, esquíes, cuchillos...) que ocupaban gran parte del tiempo sami, formaban parte también de su espíritu. Nada se hacía para decorar. Las elaboradas artesanías laponas están hechas para ser usadas. Más que un trabajo era -y continua siendo- un estilo de vida. Por eso cuando vea (o compre) un objeto sami piense que no está adquiriendo un suvenir, sino un retazo de vida detenida.
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