Viguera, un tesoro de joyas naturales

A quien le agrade el senderismo y la montaña tiene en Viguera un destino obligado. Uno de sus atractivos más célebres es Peña Bajenza, aunque, paradójicamente, el acceso más popular se realiza desde Islallana (Nalda), al pie de la Vía Romana del Iregua. Un esforzado (por lo súbito) ascenso de unos 2,5 kilómetros ofrece como premio unas vistas panorámicas a todo el Bajo Iregua pero, habitualmente, también permite observar el vuelo cercano de los buitres.

Otro de los enclaves más conocidos es el chorrón de Viguera, el salto de agua más grande de La Rioja, con 60 metros de espectacular caída desde Peña Puerta. Para poder observarlo hay que acercarse hasta la calera situada al Este del municipio y andar apenas otros 3 kilómetros de subida menos pronunciada o también andar más, desde el pueblo.

El tercer punto popular es la ermita prerrománica de San Esteban, una joya arquitectónica del siglo X. También hay que subir para poder visitarla, y es que Viguera tiene de todo menos llano. En este caso se parte a pie de la N-111, desde la antigua Venta La Paula, donde Carmen nos prestará la llave del templo a cambio de una propina. El camino es breve, apenas unos 100 metros, si bien con otros tantos de desnivel. Arriba, cobijada por la roca, casi como si fuera el nido de un buitre, aparece la minúscula y coqueta ermita. También existen las ermitas de San Marcos y del Rosario en el mismo municipio, un puente medieval sobre el Iregua e, incluso, dos castillos, el de Viguera, de acceso más complejo y en rehabilitación, y el de la aldea de Castañares de las Cuevas.

Pero Viguera tiene todavía más, mucho más, si bien es cierto que muchas veces se confunden los términos municipales. Por ejemplo, la cima del Moncalvillo, El Serradero (1.495 metros de altitud), exigente etapa ciclista por excelencia para los aficionados riojanos y punto de partida para muchos recolectores de setas, es Viguera. También pertenece a Viguera Peña Saida (1.378 metros), una de las montañas más hermosas de La Rioja, con unas llamativas formaciones rocosas y unas preciosas vistas a los valles del Leza y del Iregua. De hecho, el acceso más asequible, de apenas 5 kilómetros más o menos sencillos, se realiza desde Luezas.

Pero para admirar caprichosas formaciones rocosas, las de los barrancos de Badén y Los Infiernos, paredes de piedra limadas por la erosión que nos conducirán por estrechos pasillos a ascender a cimas como Peña Moya (954 metros), Los Guardias (961) y Cerro Los Cantos (942).