Palacio Real de Aranjuez.

10 excursiones a una hora de Madrid

A escasos kilómetros de la capital encontramos paisajes y pueblos sorprendentes

guia repsol

Viernes, 25 de septiembre 2015, 11:22

Una de las ventajas de vivir en una gran ciudad como Madrid es que aquí hay prácticamente de todo, zonas comerciales, museos, teatros, parques aún así, a veces uno necesita desconectar y hacer una escapada a un lugar completamente distinto. Afortunadamente, para ello no hace ... falta hacer largos viajes, a escasos kilómetros de la capital encontramos paisajes y pueblos sorprendentes. Desde murallas medievales kilométricas hasta plazas centenarias, pasando por palacios monumentales o incluso campos donde pastan jirafas y rinocerontes. Estas son diez de las mejores excursiones que podemos hacer desde Madrid en poco más o menos que una hora de coche.

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Aranjuez, a 47 km.

Sería una lástima vivir en la capital y no conocer un lugar declarado por la UNESCO como Paisaje Cultural de la Humanidad. La mezcla de naturaleza y arquitectura han formado un tándem perfecto en Aranjuez, que deja boquiabiertos cada año a los miles de turistas. En esta villa, nombrada Real Sitio por Felipe II, no podemos perdernos su archiconocido Palacio Real, así como otros edificios emblemáticos, como la Casa del Labrador o el Museo de Falúas Reales. Más allá de su arquitectura, merece la pena contemplar su riqueza natural, dando un paseo por alguno de sus jardines o junto al curso del río Tajo, contemplando árboles centenarios. Y para comer, nada como hacer parada en Casa José, donde las verduras saben como en pocos otros lugares. Si visitamos la ciudad a principios de septiembre, además, podremos disfrutar de una de sus fiestas más famosas, las del Motín, que conmemoran el levantamiento del pueblo en 1808 contra Manuel Godoy, con unas recreaciones dignas de la mejor producción de Hollywood.

Buitrago de Lozoya, a 78 km.

Es una de las villas medievales mejor conservadas de España, de hecho, su recinto fortificado, bañado por el río Lozoya, ha sido elegido como candidato de la Comunidad de Madrid a El Mejor Rincón 2015. Su mayor tesoro: cerca de 800 metros de muralla con 9 metros de altura y en perfecto estado de conservación, una delicia para todo amante de la arquitectura defensiva. La muralla, además, está habilitada para poder dar un paseo por ella, contemplando las espectaculares vistas de la villa y su entorno natural a los pies del puerto de Somosierra. La visita nos reserva otras sorpresas como el castillo de los Mendoza, donde vivió Juana la Beltraneja, o un Museo Picasso, con obras auténticas que el pintor malagueño regaló a su barbero, natural de Buitrago. Es habitual que durante los fines de semana se realicen visitas teatralizadas por el recinto fortificado, una forma amena y original de conocer la historia del lugar.

La Granja de San Ildefonso, a 97 km.

Dar de comer a unos caballos en plena naturaleza, pasear por un palacio del siglo XVIII y darnos un festín de judiones. Es solo un ejemplo de los muchos y variados planes que podemos conseguir si hacemos una escapada al Real Sitio de San Ildefonso. Antes de llegar hasta aquí, merece la pena hacer una parada en Valsaín, a 4 kilómetros de distancia, enclavado en el valle del mismo nombre, donde podemos dar un agradable paseo por la senda de las Pesquerías Reales, que sigue el curso del río Eresma, disfrutando de la naturaleza y de lugares como una pradera donde pastan libremente caballos y vacas. Ya en San Ildefonso, visitamos su palacio, donde nos impresionarán tanto el interior como el exterior, con unos jardines de tal belleza que le han servido para ganarse el apelativo de el pequeño Versalles. En ellos destacan especialmente sus fuentes, una veintena, están inspiradas en la mitología clásica y pintadas en color bronce, cuando están en funcionamiento (solo en algunos días del año) son espectaculares. Y tras la visita, nada como degustar una buena ración de judiones de la Granja.

San Lorenzo del Escorial, a 57 km.

Esto durará más que la obra del Escorial, dice el dicho popular. ¿Y cuánto duró la obra? Nada menos que 22 años y en esta excursión descubrimos por qué. El monasterio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es imponente. Todo aquí es monumental: desde los más de 33.000 metros cuadrados que ocupa, hasta sus torres, de 55 metros de altura, sus 88 fuentes, 86 escaleras, 13 oratorios y más de 1.500 obras pictóricas, entre otros muchos tesoros de su interior. Paseando por sus jardines podemos contemplar la grandiosidad de la obra pero también del paisaje, ya que está ubicado a los pies de la sierra de Guadarrama. Existen varios senderos para conocer el entorno, uno de los más curiosos es el que nos lleva hasta la zona de la Herrería, donde Felipe II mandó esculpir una enorme roca hasta convertirla en una plataforma (escalones y asiento incluidos) idónea para poder contemplar la evolución de su gran obra. El lugar es conocido como la Silla de Felipe II y desde aquí conseguiremos una impresionante panorámica tanto del municipio de San Lorenzo como del monte Abantos.

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Pedraza, a 125 km.

Se tarda hora y media en llegar a Pedraza desde Madrid pero, sin duda alguna, el camino merece la pena. Es uno de esos pequeños pueblos de calles serpenteantes y casas empedradas donde parece que el tiempo se ha detenido en la Edad Media, de hecho, ha sido declarada Conjunto Monumental por su belleza. El mejor plan para conocer este pueblo es pasear sin prisa por su casco histórico, haciendo paradas en lugares únicos como su Plaza Mayor, una de las más bonitas de Castilla y León, donde se rodó el famoso anuncio de la Lotería de Navidad, protagonizado entre otros por Raphael y Montserrat Caballé. También merecen una parada el castillo-museo Ignacio de Zuluaga, donde el pintor tuvo un estudio, así como la cárcel de la Villa, un edificio del siglo XIII donde podemos ver una auténtica mazmorra. Pedraza es también un buen lugar para ver las estrellas y escuchar el silencio, algo casi imposible en la capital. La gastronomía es otro de sus puntos fuertes, es muy recomendable probar aquí un buen cordero asado. Cada mes de julio, además, el pueblo entero se ilumina con candiles durante dos días en sus famosos Conciertos de las Velas.

Parque Arqueológico de Segóbriga, a 119 km.

Necesitamos una hora y media en coche para llegar a Segóbriga, ya en la provincia de Cuenca, pero el tiempo está bien invertido ya que allí nos espera una de las ciudades romanas mejor conservadas del Mediterráneo. Este parque arqueológico, desconocido para muchos vecinos de la capital, es un tesoro histórico ya que no solo encontramos restos romanos sino también del antiguo castro celtíbero que aquí hubo. Dos de los monumentos más destacados son el Teatro y el Anfiteatro, se construyeron en el año 78 d. C. y ambos cuentan con un graderío muy bien conservado. También podemos ver, entre otros, parte de la antigua muralla, que llegó a tener 1.300 metros de longitud, las termas, construidas a mitad del siglo I a.C., o la acrópolis, situada en la cumbre del cerro sobre el que se asienta Segóbriga. Aunque se pueden hacer visitas guiadas, el parque y la documentación que nos entregan con la entrada, permiten recorrer la zona por libre sin ningún problema. Consulta aquí toda la información sobre horarios y precios.

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Chinchón, a 46 km.

Aunque parezca mentira, Chinchón tiene mucho más que buen anís. De hecho, es casi imposible no haber visto en alguna ocasión la imagen de su Plaza Mayor, una de las más emblemáticas del país, que en muchas ocasiones se convierte en escenario de todo tipo de espectáculos, como el mercado medieval o las famosas corridas de toros. Otros lugares destacados del municipio son el monasterio de los Agustinos, actualmente convertido en Parador de Turismo o el teatro Lope de Vega, cuyo nombre se debe a que el dramaturgo escribió en Chinchón una de sus obras, El Blason de los Chaves de Villalba. La oferta gastronómica de este municipio es inmensa así que no podemos dejar pasar la oportunidad de comer en uno de sus restaurantes un buen asado al horno. A nuestro regreso casa, no podemos olvidar llevarnos de regalo no solo una botella de anís sino también unas cabezas de ajos o alguna muestra de repostería artesana, excelente en la zona.

Nuevo Baztán, a 48 km.

Una ciudad fundada a principios del siglo XVIII fruto de la iniciativa personal de un empresario, Juan de Goyeneche, procedente del valle navarro de Baztán. Su sueño era levantar un innovador complejo industrial, tan próspero que su ejemplo pudiera expandirse por toda España. Aunque no logró cumplir su sueño, en el camino forjó los cimientos de Nuevo Bazán, con obras levantadas de la mano del arquitecto José Benito de Churriguera, que se ha convertido hoy en día en un pequeño tesoro arquitectónico y urbanístico. Su proyecto se estructuró en torno a dos elementos clave, la iglesia de San Francisco Javier y el Palacio de Goyeneche, candidato a el Mejor Rincón 2014, alrededor de los cuales se distribuyen los edificios de fábricas y, más tarde, también de viviendas, siempre siguiendo un trazado recto y regular. En el paseo por este trazado hay que hacer parada obligatoria en sus muchas plazas y frente a un inmenso olmo en la travesía de José de Churrigera. En la década de los años 60 y 70 el pueblo empezó a crecer generándose nuevos núcleos urbanos alrededor del casco antiguo, se trata de cuatro nuevos barios: El Mirador, Las Villas, Monteacevedo y la urbanización Eurovillas.

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Patones, a 68 km.

La excursión a Patones es tan recomendable que en ocasiones incluso hay demasiados turistas como para visitarlo con la tranquilidad que uno espera en un destino rural, en contrapartida, cuenta con una variada oferta de restauración y alojamiento. Se trata de uno de las mejores paradas que podemos hacer en la ruta de la Arquitectura Negra, que recorre los pueblos de Guadalajara y la Comunidad de Madrid caracterizados por utilizar la pizarra en los tejados y muros de sus construcciones. El municipio se divide en dos núcleos urbanos, Patones de Arriba y Patones de Abajo, siendo el primero de ellos el que más interés arquitectónico tiene. Muchas de las casas o puntos de interés del municipio cuentan con plafones explicativos que facilitan mucho la visita en la que tenemos parada obligada, entre otros, en la fuente Nueva y el lavadero, de principios del siglo XX. Como curiosidad, se dice de Patones que ha sido el único pueblo con su propio rey, ya que según la documentación histórica, allá por el siglo XVII el lugar estaba regentado por el Rey de los Patones, quien se cree que era una figura de autoridad similar a un alcalde o juez de paz.

Aldea del Fresno, a 52 km

Es fácil olvidarse del bullicio de la gran ciudad con solo recorrer unos kilómetros hacia el oeste, concretamente 52, que son los que nos separan de Aldea del Fresno, una pequeña población de unos 2.500 habitantes bañada por los ríos Alberche y Perales. Este enclave privilegiado junto a dos ríos le proporciona un entorno natural extraordinario, ideal para practicar senderismo o pasar un día de picnic en familia. En el propio municipio podemos visitar la torre de la iglesia de San Pedro Apóstol, del siglo XVIII, y la Granja El Santo, situada a las afueras del núcleo urbano, un conjunto de edificaciones que se construyeron con fines agropecuarios y en el que destaca la ermita de San Saturio, del siglo XIV. Para conocer el entorno natural podemos, simplemente, acercarnos a la ribera del Alberche y dar un relajante paseo o plantar el mantel para tomar un aperitivo. Si buscamos una ruta algo más larga, podemos acercarnos hasta la presa de Picadas y emprender la senda que parte desde allí siguiendo el curso del río hacia el embalse de San Juan. Y a escasos cinco minutos en coche desde Aldea del Fresno, una alternativa que encanta a los más pequeños es Safari Madrid, un parque zoológico donde los animales están en semi-libertad y en el que podemos ver desde jirafas hasta elefantes desde nuestro propio coche.

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Fuente: Guía Repsol

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