«Vamos perdiendo la cultura a chorros»
Juan Echanove | Actor ·
De nuevo en la piel de Quevedo, Juan Echanove protagoniza 'Sueños' en el Bretón, relectura de una obra de juventud con crítica intemporalSecciones
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Juan Echanove | Actor ·
De nuevo en la piel de Quevedo, Juan Echanove protagoniza 'Sueños' en el Bretón, relectura de una obra de juventud con crítica intemporalJuan Echanove (Madrid, 1961) regresa al Bretón en una encarnación de Quevedo que parece abroncarnos desde la herrumbre del Siglo de Oro. 'Sueños', una versión de José Luis Collado dirigida por Gerardo Vera y coproducida por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, llega al 38º ... Festival de Logroño (a las 20.30 h.), con un gran actor que se declara quevedesco y doliente. «Sin cultura -lamenta- no hay futuro».
-Otra vez en la piel de Quevedo. ¿Con qué ánimo?
Sueños , a partir de 'Los Sueños' de Francisco de Quevedo
Dirección Gerardo Vera
Intérpretes Juan Echanove, Óscar de la Fuente, Markos Marín, Antonia Paso, Lucía Quintana, Marta Rivera, Chema Ruiz, Ferrán Villajosana, Eugenio Villota y Abel Vitón
Compañía Nacional de Teatro Clásico La Llave Maestra y Traspasos Kultur
Teatro Bretón, 20 30 h. Festival de teatro de Logroño
-El Quevedo de 'Alatriste' era una pequeña viñeta de aquel Siglo de Oro pendenciero, de taberna y corta vida. En 'Sueños' en cambio nos enfrentamos a un gran personaje a punto de morir que relee 'Los sueños'.
-Es una obra poco conocida.
-Es una obra que Quevedo escribió muy joven y es muy poco conocida porque siempre se consideró de difícil lectura por la cantidad de alegorías que contiene. Pero Quevedo es siempre un gran pensador, además de un grandísimo poeta.
-¿Qué relectura propone 'Sueños'?
-Nos da una visión del infierno, de los que están allí y por qué. Y, claro, nos sentimos identificados.
-¿En qué sentido?
-Por un lado da que pensar lo visionario que podía ser Quevedo criticando los vicios de nuestra época a través de la suya. Y, por otro, si acaso no seremos nosotros los que estamos retrocediendo a pasos agigantados hacia la descomposición del Barroco.
-No es, entonces, un clásico al uso.
-Desde el estreno nos dimos cuenta de que no estábamos haciendo un discurso típico de nuestro teatro del Siglo de Oro sino que el público lo entiende en una clave muy actual.
-También ocurría con su adaptación de 'Asamblea de mujeres'.
-Bernardo Sánchez y yo decíamos: «Van a creer que nos lo estamos inventando». Y no es así, Aristófanes ya criticaba en la Grecia clásica una crisis como la que estamos sufriendo actualmente. Y Quevedo, lo mismo.
-Pero no es casual; usted lo busca.
-No es que yo lo busque o lo fuerce, es que necesitamos una referencia como los clásicos para entender lo que nos está pasando y no podemos entender solos.
-¿No hay referencias actuales?
-¿Dónde están? Yo no las encuentro. ¿Dónde están los pensadores de hoy en día? No hay autores actuales que nos expliquen esta tendencia a repetir los errores y a cargárnoslo todo como niños caprichosos que destrozan los juguetes al día siguiente de Reyes.
-¿Qué cree que diría don Francisco al verse de nuevo en su piel?
-No sé. Un día en los ensayos me vi en el espejo y algo que venía del personaje me dijo: «Me vas a poder a hacer, me voy a dejar, pero te va a costar. No creas que va a ser gratis. Esto te va a hacer sufrir una barbaridad».
-¿Y está siendo así?
-Así es. Llegar a la composición final del personaje ha sido el parto más doloroso de mi vida. Pero ningún otro trabajo me ha dado tanta satisfacción. Me siento verdaderamente realizado como actor y como persona. Y se lo tengo que agradecer a todo el equipo, pero sobre todo a ese Quevedo que ha permanecido en mí desde siempre, desde que lo leí por primera vez.
-¿Lo conocemos mal?
-Sí. Es un autor esencial, como Lorca, Valle, Shakespeare...
-¿Hemos dejado a los clásicos en un pedestal para olvidarlos?
-De hecho es una literatura que se compra para regalar y no para leer. El que dijo que el Quijote era difícil de leer debería estar exiliado, porque Cervantes lo que hace es retratar nuestro ADN y deberíamos tenerlo más presente desde la escuela hasta nuestro día a día. Por ejemplo, alguien debería decirle al diputado Rufián que lea el Quijote para conocer su acepción de Barcelona.
-¿Estamos perdiendo el gusto estético por la lengua?
-Totalmente, comunicarse con 140 caracteres es un suicidio.
-Cuarenta años de carrera. ¿Hace balance?
-Yo volvería a empezar una y otra vez. No sería otra cosa en la vida más que actor.
-Ha hecho de todo y ha triunfado. ¿Qué ha sido lo mejor?
-Todo, pero hay un privilegio que me ha regalado este oficio que ha sido viajar por todo mi país. Y para entender un país hay que conocerlo porque en el desconocimiento entre unos y otros está el origen del desprecio territorial que ahora sufrimos.
-Dice que le duele España a través del teatro.
-Cuando la cultura no se considera un bien de primera necesidad me duele mi país, sí. No tenemos cultura, la vamos perdiendo a chorros. Y por eso sí merece la pena salir a la calle y dejarse dar manos de hostias. Sin cultura no hay futuro. Ese es mi dolor español.
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