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Ruinas del castillo de Jubera, fortaleza de origen árabe. D.M.A.
El valle perdido de La Rioja, un paraíso de tranquilidad

El valle perdido de La Rioja, un paraíso de tranquilidad

Jubera ·

Historia, naturaleza y deporte confluyen en una de las zonas más desconocidas pero con más encanto de nuestra región

Diego Marín A.

Logroño

Jueves, 22 de septiembre 2022, 02:00

Al valle del Jubera solo es posible quererlo. Adentrarse en él es sumergirse en la tranquilidad. No hay ruidos, no hay industria, si bien los molinos de viento de la Sierra de la Hez aparecen en el horizonte como amenazadores gigantes. No muchos sabrán situar en el mapa pueblos como Santa Engracia o Robres del Castillo -y no digamos aldeas como San Bartolomé o El Collado-, y aunque realmente no haya demasiado que ver en ellos, arquitectónicamente hablando, cuentan no solo con algún tesoro de patrimonio sino, además, con un rico entorno natural que nos hará disfrutar del paisaje.

Los ciclistas tienen una espectacular subida a la aldea de Santa Marina desde Robres, más ahora que recientemente se ha arreglado la carretera, con 11 kilómetros de ascensión, si bien la exigencia es solo durante los primeros 7 kilómetros, con rampas de más del 11% de desnivel durante los 2.000 primeros metros, con seis curvas de herradura. El ascenso nos conducirá a una de las aldeas más recónditas de La Rioja y, tras El Horcajo y San Andrés, la tercera a mayor altitud.

Otras aldeas que visitar son San Vicente, Santa Cecilia, San Martín o la deshabitada Venturiel, donde la leyenda cuenta que, siglos atrás, todos sus vecinos murieron envenenados en una comida popular. Hay más aldeas deshabitadas, algunas ya casi desaparecidas sus casas, que nos puede apetecer visitar si nos gusta el senderismo y somos buenos orientándonos, puesto que ninguna carretera con señalización nos llevará a ellas, tan solo caminos, como es el caso de La Monjía, Ribalmaguillo, La Santa, Oliván, Buzarra, Valtrujal, Reinares o Bucesta.

Si lo que nos gusta es el monte, también tenemos montaña. Los más atractivos para ascender son el Tejedo (1.138 metros de altitud) y el Alto Redondo (1.194), dos montañas vecinas de Robres del Castillo a las que se puede ascender fácilmente desde San Vicente, por medio de senderos y entre huellas de dinosaurios y ganadería, que en la zona con frecuencia es equina.

Otro coloso que conquistar es el castillo de Jubera, fortaleza de las más bonitas de La Rioja y, también, de las que peor estado de ruina presenta. La subida, desde Jubera, es breve pero intensa. Las vistas merecen la pena y el acceso, con precaución, es sencillo. De origen árabe, se sitúa estratégicamente al fondo del valle, de manera que a sus 777 metros de altitud permite ver toda la entrada al mismo.

Si lo que nos gusta es el monte, los más atractivos son el Tejedo y el Alto Redondo, vecinos entre huellas de dinosaurio

No muy lejos de allí se encuentran las antiguas minas de plomo de Santa Engracia, recuperadas hace una década para el turismo y visitables para descubrir sus túneles y cavidades. Las minas hablan del fructífero pasado de la zona, puesto que dieron trabajo a cientos de personas, si bien es cierto que por pocas décadas.

Y el río Jubera, que todo lo protagoniza en el valle, propicia remansos de refresco con pozas en diferentes zonas de su curso, sobre todo en su parte alta. Algunas de las más conocidas están en Robles del Castillo, río arriba, y también en Jubera, bajo los puentes de piedra y hormigón.

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