Secciones
Servicios
Destacamos
Cada estación se trae sus cosas. La que nos enmarca, el otoño, lleva en su maleta una paleta de colores con la que, cuando el verano empieza a ser ya un recuerdo difuso, pinta que te pinta los bosques y llena la vista de tonalidades increíbles. Paradójicamente, ese letargo de la vida en el que se sume la naturaleza hasta que la primavera le insufle nueva savia; esa aparente o fingida –solo eso– muerte temporal, parece sinónimo de alegría a los ojos de los humanos, porque el colorido lo es. Y no es una fiesta lo que ocurre en los bosques, praderas y jardines, sino otra necesaria etapa más en la vida de nuestros necesarios amigos de madera. La hojas caen cada otoño a modo de sistema de autoprotección, en una suerte de economización de fuerzas: si ya no les valen para hacer la fotosíntesis, mejor desprenderse de ellas, entrar en una fase de baja actividad y, así, ahorrar energías para cuando las necesiten, más o menos allá por marzo. Y en todo este proceso inteligente, simultáneo, los montes se convierten en postales.
Recorrerlos, contemplarlos, son, para muchos, un plan. A su vera, en los últimos años, han ido creciendo pruebas senderistas que invitan a los participantes a bañarse en la amalgama de colores de sus respectivos entornos. Con la pandemia, algunas esperan tiempos mejores. Otras han vuelto ya al ruedo, tras el paréntesis del año pasado, como la celebrada el pasado sábado por los montes de Tobía, o la que tendrá lugar, entre los ocres y amarillos de los viñedos, pasado mañana, sábado, en Cenicero.
Muchas personas también recurren a las empresas de turismo activo, a los profesionales que no solo guían sino que explican y leen allí donde la mayoría solo ve. En la sierra de la Demanda, Juan José Arguisjuela, de Silvestres Ezcaray (679 07 84 71), lleva semanas conduciendo grupos y poniéndolos en medio de este gran espectáculo. «El otoño es el paisaje. Más que actividad física, la mayoría de la gente lo que quiere ahora es salir al bosque, al campo, darse un paseo y hacer unas fotos. Ahora lo que piden es sobre todo eso», explica.
Es una demanda con pronta fecha de caducidad, que no agota las posibilidades del monte, porque el espectáculo de color toca a su fin. «El otoño está ahora mismo en su punto álgido en cuanto a su colorido, pero ya a partir de este fin de semana va a caer mucha hoja por el viento, la lluvia y el contraste térmico», explica. «Luego depende de las especies. Los hayedos ya están en su clímax; el robledal es más tardío y nos va a dar opción y disfrutar de su colorido incluso hasta mediados de noviembre».
El valle de Cilbarrena, con sus cerezos tiñendo de rojo el paisaje; los hayedos, como el de la Fuente de las Señoritas (Valgañón), la subida a Bonicaparra, Tres Aguas, el bosque mixto de Valvanera, o los bosques de Villar de Torre y Manzanares, en las faldas de La Fonfría, son solo algunos ejemplos. Hay infinidad de lugares en los que deleitarse la vista.
Eso sí, ahora que hay estar muy atentos a las batidas de caza, que se publican en la página web del Gobierno de La Rioja. «Hay que tenerlo muy en cuenta. De ahí, también, la importancia de que vayan con un guía, que asegura donde pueden ir y estar seguros», dice Arguisjuela.
El otoño también es tiempo de berrea, ya pasada; de setas, con un inicio de temporada prometedor, seguido de un tiempo muy seco. Las lluvias han llegado a la vez que el frío y no pinta bien la cosa. Pero así es esta estación, caótica e impresionante.
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.