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Se podría decir que se trata del compendio de la naturaleza verde del mundo, mostrada en un espacio reducido. Obviamente no están todas las especies vegetales que pueblan la tierra, algo imposible de lograr y menos en una parcela de terreno como la del ... Jardín Botánico de La Rioja, situado en el término municipal de Azofra, muy cerca del límite con el de Hormilla. Pero son 2.000 especies diferentes entre árboles, arbustos y otro tipo de plantas, lo que supone un buen muestrario.
El jardín está dividido en once zonas, de las cuales ahora mismo se pueden visitar 9 y el año próximo se sumará el ‘Pinetum’, «un espacio que estamos formando ahora mismo en colaboración con Londres, y que será la mejor muestra de pinos de España, y si me apuras de Europa, en un jardín de estas características», explica el presidente de la fundación que rige el jardín y director del mismo, Antonio Bartolomé.
Para comenzar el recorrido por las instalaciones, recorrido que se puede hacer descalzo, «algo que no ocurre en otros botánicos», advierte Bartolomé, se puede hacer por la zona de ‘Los aromas’, donde, como se puede suponer, se encuentran un sinfín de plantas que alegran el olfato.
A pesar del entusiasmo que destila el director del Jardín Botánico de La Rioja, Antonio Bartolomé, la falta de apoyos le lleva a realizar una reflexión un tanto negativa: «Yo calculo que no duremos dos años más». Algo que contrasta con su empeño en seguir sumando espacios y plantas a la enorme colección que se puede contemplar, entre las que destaca una australiana, el pino Wollemi, «una planta que lleva sobre la tierra millones de años y que ha sobrevivido a todo tipo de contingencias».
Sería una lástima que, una obra de esta magnitud, que se tardó veinte años en poner en marcha y lleva ya trece abierta al público, se viese abocada al cierre. Hasta ahora, según explica Bartolomé, «el mayor número de visitantes que tenemos proceden de Madrid, después los de Cataluña, seguido de los vascos, luego los extranjeros y navarros, y después los riojanos, que están empezando a venir más». Ahora mismo, lo que más urge a la Fundación El Botánico, que carece de fines lucrativos, es poder reponer gran parte de la cartelería con información de las plantas, ya que al estar a la intemperie, se deteriora con más facilidad.
La visita se lleva a cabo sin necesidad de alguien que guíe, pues al visitante se le provee de un folleto en el que viene la información sobre las plantas, las cuales se pueden identificar sobre el terreno, bien por unos números o por la cartelería situada junto a ellas, ésta se realiza al ritmo que quiera imponerse cada persona.
Existe la posibilidad de pararse en zonas de descanso, convenientemente acondicionadas, donde se puede simplemente disfrutar de la paz del ambiente natural o reposar un rato leyendo. A propósito de la lectura, por las distintas zonas están repartidos poemas o párrafos literarios de autores insignes, que aportan otro atractivo más a la visita.
Si se sigue el recorrido convenientemente señalizado, algo que en ningún caso es obligatorio, el siguiente espacio sería el de ‘Hábitats riojanos’, para continuar por ‘La arcería’, ‘Los manzanos’, ‘La rosaleda’ –donde las variedades cromáticas y el olor lo llenan todo–, ‘La laguna’, ‘El olivar’, ‘La alameda’, para concluir en el centro de interpretación.
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