Planes

Una escapada para redescubrir Asturias

Aunque muchos planes, 'fartures' y visitas queden en el tintero, aquí le proponemos un vista exprés, un plan para redescubrir el Principado en un abrir y cerrar de ojos

Miguel Rojo

Gijón

Jueves, 16 de marzo 2023, 19:00

Comenzamos en Valladolid, luego te llevamos a San Sebastián y ahora toca Asturias. Durante las próximas semanas, hasta que lleguen las vacaciones de Semana Santa, en Diario LA RIOJA te ofreceremos opciones de escapadas de fin de semana (o puente) a lugares que merecen una ... visita y que más o menos cerca de nuestra tierra. Y lo hacemos de la mano de quienes mejor conocen esos lugares: sus vecinos.

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Propuestas

Qué ver en Asturias

Seguramente, ponerse el objetivo de hacer una ruta turística por Asturias en tres días es demasiado ambicioso. Por muchas razones. Pero aunque muchos planes, 'fartures' y visitas queden en el tintero, aquí le proponemos un plan para redescubrir el Principado en un abrir y cerrar de ojos. Unas 48 horas, de viernes a domingo, hora arriba, hora abajo, para disfrutar de la región y hacer una parada, al menos, en sus tres ciudades principales: Oviedo, Gijón y Avilés, además de una excursión. Una especie de visita exprés cuando, por ejemplo, queremos mostrar nuestra tierra a algún visitante ocasional. Empecemos por Avilés, porque por algún sitio hay que empezar.

Por la mañana La Monstrua de Sabugo y sus terrazas

Viernes

Como decíamos, queremos proponerle una visita diferente, así que no nos detendremos demasiado en el Centro Niemeyer, las aportaladas calles Galiana y Rivero, la plaza de España, el parque de Ferrera o el espectacular cementerio de La Carriona, que la mayoría de guías marcan como imprescindibles en cualquier visita a Avilés que se precie. Nosotros le proponemos callejear por otro barrio, el de Sabugo, comenzando por una visita a la Monstrua. Así, en estos tiempos de corrección política, les proponemos una parada junto a esta escultura del genial Favila en homenaje al eterno pintor avilesino Juan Carreño de Miranda, autor del más famoso retrato de Eugenia Martínez Vallejo, la mencionada Monstrua, una niña que por su aspecto físico -recuerden que estamos hablando del siglo XVII- llamó la atención del rey Carlos II, que la llevó a la corte y la colocó entre bufones, enanos e incluso locos, que servían de entretenimiento a los cortesanos. Por su descomunal tamaño -pesaba casi 75 kilos a los seis años (seis arrobas, recogen las crónicas)- recibió tan peculiar sobrenombre.

A su paso por Avilés, pueden hacerse una fotografía con la Monstrua.

Su presencia en el barrio avilesino de Sabugo ha convertido esa esquina de la calle de Carreño Miranda con la de La Estación en territorio selfi y parada obligatoria para grupos que quieran fotografiarse con ella. Y de ella, por cierto, toma su nombre la vermutería de la esquina de al lado, un lugar excelente para aventurarse por los sabores del vermú antes de seguir ruta hacia la iglesia vieja de Sabugo, la de Santo Tomás, construida a partir del siglo XIII, en la hoy plaza del Carbayo. Y no solo porque es historia de la villa, sino porque a su alrededor se extienden algunas de la terrazas más animadas de la ciudad.

Ambiente en las terrazas de Sabugo.

¿Que si tenemos alguna propuesta? Ya que estamos aquí, les proponemos probar la longaniza de Avilés, unos mejillones en salsa o una buena fabada en la cercana Casa Lin (Avenida de los Telares), una de las sidrerías con mayor solera de la ciudad, o tratar de encontrar mesa en El Pañol, en la mencionada plaza del Carbayo, para saborear su merluza con mayonesa trufada, su pan de cristal con jamón o las sardinas de Avilés.

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Por la tarde El 'Williamsburg' de Gijón

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Si queremos aprovechar bien el fin de semana, va siendo hora de poner ruta hacia Gijón, donde pasaremos la tarde el viernes y haremos noche. Tras aparcar, por ejemplo, en el Espigón de Fomento, para no perder mucho tiempo, le proponemos una ruta por la ciudad que se aparta también de lo habitual, aunque de la que llegamos podremos ver el puerto, el viejo barrio de Cimavilla y hasta sacarse una foto en 'las letronas' de Gijón.

Allí cerca queda la plaza del Marqués, con su estatua dedicada a Pelayo, y la plaza Mayor, con un buen ramillete de bares y sidrerías y salida directa a la playa y la iglesia de San Pedro. Nosotros le proponemos callejear un poco más y acercarse desde esa zona a la calle de La Merced, que nace en plena ruta de los vinos, a partir de la calle de San Antonio, y permite descubrir a lo largo de su medio kilómetro de longitud lo que algunos llaman el 'Williansburg' gijonés. Un paseo en su mayor parte peatonal que permite revolver un poco en varias tiendas 'vintage', desde ropa de segunda mano a antigüedades, y exquisitas librerías.

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Por orden, el Desván del libro Antiguo, en el número 14; la Amarcord, dedicada a la historieta gráfica, el cómic y el cine, y la Paradiso, todo un clásico de estantes de madera repletos de libros y vinilos, que acoge además presentaciones, talleres y conciertos. Échele un ojo a la papelería Cartaria y llévese algún sobre o cuartillas de exquisita factura y pruébese, por qué no, un sombrero, una boina, un tocado... en La Sombrerería del número 23.

El encanto de la calle La Merced.

Siga caminando por la calle hasta la plaza del Parchís y asómese con sus acompañantes un momento a la playa de San Lorenzo, a su izquierda, si quiere disfrutar de la brisa del mar y de la Escalerona, o visite en El Parchís el Centro de Cultura Antiguo Instituto, a su mano derecha, donde raro es que no haya una exposición que no llame su atención. Para cuando se vaya acercando la hora de cenar, sin salir de esa misma calle y ya cerca del paseo de Begoña, le proponemos, por ejemplo, el Mesón Sancho -en esta ocasión el nuevo, que el original lo dejamos atrás, en la calle de Begoña- donde degustar unas buenas mollejas -pídalas aunque no estén en la carta-, un buen chuletón o un pescado, regado por cualquiera de los caldos de su vinoteca.

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Noche Música en directo en el Savoy

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Javi Savoy y su estética inconfundible.

Y aunque mañana le propondremos madrugar un poquito para eso de aprovechar el sábado y hacer una excursión, no deje de, al menos, degustar la noche gijonesa con una parada en el Savoy de la cercana calle Covadonga, donde de jueves por la noche a domingo por la mañana lo tendrá fácil para encontarse con música en directo. El sábado por la noche, el primer pase es a eso de las 22.30 horas, cuando aún hay quien está degustando las hamburguesas y los nachos del local, y el segundo pasada media hora de la media noche, ya con ambiente más nocturno.

Pruebe un Margarita al estilo de la casa -granizado, con la copa untada en azucar moreno y sal, muy suave- y mueva un poco el esqueleto antes de irse a dormir. En el interior del bar, además de todo tipo de carteles de conciertos y una decoración muy cincuentera, podrá ver una peluquería, con su sillón y sus navajas. Allí corta el pelo Javi Savoy, el dueño, a sus colegas si se tercia, y es un homenaje a la profesión que tenía antes de cumplir su sueño hostelero. El Savoy original, que sigue siendo lugar de referencia para nostálgicos, no queda lejos, está en la calle Dindurra, a cuatro pasos.

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La música en directo y los margaritas son dos de sus esencias.

Si prefiere algo más tranquilo, un lugar de referencia es el Toma 3, en la calle del Marqués de Casa Valdés: cafés, cervezas y copas en una librería-cafetería con música de dj, algún conciertillo en directo y presentaciones de libros cuando se tercia. Si lo suyo es la música 'indie' y le apetece dar unos saltos, tiñase de verde con los neones del Dilema Indie Club, en la calle Capua, uno de los bares de moda en la ciudad.

Mañana En ruta hacia el Oriente con 'pit stop' en una cueva

Sábado

Si no se liaron anoche demasiado con las copas, les proponemos coger el coche a una hora razonable y hacer una escapadita que tendrá meta final, ya por la noche, en Oviedo. Usando la A-8, que recorre la región de oeste a este, y viceversa, tire millas en sentido Santander. No estaría mal hacer alguna parada mañanera, bien sea en Tazones, para enseñarles el puerto y la peculiar casa de las conchas, o en Lastres, donde pueden subir al mirador de San Roque, con unas de las mejores vistas sobre la costa, la vieja villa marinera, el puerto y la sierra del Sueve. Pero nuestro destino esta vez, más allá de la archiconocida villa de Llanes o Covadonga y Los Lagos, que bien merecen un día entero para cada uno de ellos, será una pequeña localidad de Ribadesella, Cuevas del Agua, al que vamos tan solo a dar un paseo y tomarnos una cervecita en el bar cercano a la estación de tren.

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Lo visitamos para disfrutar del acceso: para llegar a él por carretera hay que atravesar una cueva, con sus estalactitas, sus estalagmitas y su riachuelo interior, que suele sorprender a quien nunca lo ha visitado. Conduzca con cuidado, porque se le irá la vista hacia la gran oquedad que enguye el coche y muchos peatones se bajan para disfrutar de ella tranquilamente a pie.

Para llegar al pueblo riosellano de Cuevas del Agua hay que atravesar una cueva.

Como después habrá llegado la hora de comer, le proponemos dos restaurantes cercanos: Las Terrazas de Sardalla y La Huertona. El primero, un cuidado restaurante con espectaculares terrazas que da servicio al hotel del mismo nombre, en el que degustar unas croquetas de calamares, un arrocito, unes verdines con almejes, un pixín alangostado o incluso un solomillo Wellington. El segundo, un clásico de la zona, con una parrilla excelente en la que el fuego y las brasas que maneja con maestría José Manuel Viejo doran cariñosamente las carnes asturianas y los pescados de las rulas de Ribadesella y Llanes, por poner un ejemplo.

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Tarde Inmersión entre gnomos en La Peridiella

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Con la 'barriguina' llena, toca de nuevo coche, por la N-634 hacia Arriondas primero, donde si se atraviesa la localidad se pasa en coche por el puente desde el que salen les Piragües del Sella, y hasta Infiesto después, adonde se llega en una media hora desde Ribadesella. Una vez en esta localidad, capital del concejo de Piloña, tomaremos una vez recorrida la calle principal el desvío hacia la izquierda que nos lleva hacia Campo de Caso. A poco más de un kilómetro, a mano derecha, llegarán ustedes al Santuario de la Cueva, una oquedad bajo la roca, cruzado un puente de piedra sobre el río La Marea, en la que tiene su capilla la Virgen de la Cueva.

Dejen el coche junto al puente, crúcenlo y les animamos a recorrer, durante media horita, la Senda de La Peridiella, una ruta entre árboles, al lado del río, totalmente llana, poblada de gnomos, duendes y otros seres mitológicos, ideal para hacer con niños. Hasta una sirena le saldrá al paso. Fíjese bien, porque algunos están ocultos entre los árboles, y otros quizá los vea tan solo en el camino de vuelta al coche. Si el tiempo no estuviese para paseos, puede hacer parada en Infiesto y descubrir dos peculiares museos, los dos en el edificio de la Obra Pía, junto al Ayuntamiento.

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En la imagen superior, el Santuario de la Virgen de Cueva, en Infiesto. Bajo esta, algunos de los runcones que ofrece la ruta de la Peridiella.

El primero, el del Reloj, poblado de relojes antiguos, desde los de pulsera a los de torre, se llama la Casa del Tiempo. El segundo, el de los 13 del Sidrón. Y es que en la cercana cueva de ese nombre se encontraron los restos más importantes de la península del hombre del Neandertal. En este pequeño museo puede conocer su historia. Ojo con los horarios y las visitas guiadas, infórmese con antelación si se decide por este plan cultural.

Noche Llegamos a Oviedo para la noche del sábado

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Si no ha escogido comerse unas costillas de cerdo en el Llagar El Quesu de Bobes, ya de camino a Oviedo, con otra media horita de viaje desde Infiesto, y prefiere cenar ya en la capital del Principado, donde pasaremos la noche del sábado, le ponemos sobre la mesa una disyuntiva: ¿sidra o vino? Si su respuesta es la 'a', su destino será el Bulevar de la Sidra, en la calle Gascona. Y si es la 'b', la ruta de los vinos, en las calles de Manuel Pedregal y Campoamor. La oferta es tan amplia, que lo suyo es darse una vuelta con calma, degustar el líquido escogido en cantidades moderadas y sentarse en el lugar que más le guste para picar algo antes de la última copa. ¿Dónde? Si lo que quiere es un chigre-pub, pruebe en L'esperteyu o en la cervecería Cimmeria, las dos en la calle de Martínez Vigil, no lejos de Gascona. Y si quiere algo más centrado en las copichuelas, en La piel del Tripulante, en la calle San José, será bien recibido. Aunque el casco viejo está lleno de posibilidades para todos los gustos.

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Mañana 'Cocktail' y mercadillos por la capital

Domingo

Es nuestro último día, y habrá que volver a casa después de comer, pero aún nos queda un poco de fuelle para disfrutar del domingo en la capital del Principado. Para iniciar el paseo, pueden ver la plaza de la Catedral, con el templo que observa la estatua de La Regenta, y si son de museos, allí tienen el de Bellas Artes de Asturias. También varias plazas que son parada obligada, como la de Porlier, para sacarse una foto con la estatua del viajero, de Úrculo, que en realidad se llama 'El regreso de Williams B. Arrensberg'.

Y ya que estamos allí, pues bien está, cuando toque, hacer una parada en la cocktelería Mala Saña y degustar alguna de sus propuestas antes de seguir camino hacia el mercado del Fontán. En sus inmediaciones tiene lugar cada domingo el habitual mercadillo: flores, alguna que otra verdura, productos asturianos y mucha ropa y complementos a precios muy asequibles. Merece la pena asomarse a la plaza de Trascorrales, lugar indicado para tomarse una botella de sidra si se tercia.

El mercadillo del Campillín y el mercado del Fontán.

Y si se quedaron con ganas de más mercadillo, pueden sumergirse en el del Campillín, con mucha segunda mano, mucha herramienta reutilizada, libros viejos… Alrededor de la mencionada plaza del Campillín hay varios lugares para reponer fuerzas antes de abandonar Asturias. Pruebe en la sidrería Padre Suárez, en la calle del mismo nombre, que en realidad se llama Casa Arturo. Allí puede degustar, entre otros manjares, cebolles rellenes, callos y rabo de toro, por proponerle algo. Si sus amigos no se quieren marchar sin comer un cachopo, un poco más arriba, en la calle del Arzobispo Guisasola, tienen variedad en Las Tablas del Campillín. Y en la plaza de la Escandalera, frente a la Junta General del Principado y junto al Campo de San Francisco, donde pueden sacarse una foto juntos con la estatua de la Mafalda de Quino, también ponen un personal y aplaudido cachopo en La Corte de Pelayo.

Que por cierto, si no son de mercadillos y prefieren ir a lo seguro, siempre tienen la opción de pasar la mañana en el cercano monte Naranco, con parada en Santa María, San Miguel de Lillo y visita a la gran imagen del Sagrado Corazón, el Cristo desde el que se domina toda la ciudad. Si esa es su opción para la última jornada en Asturias, puede comer en la parrilla Buenos Aires, en el propio monte Naranco, de la que vuelve a la ciudad. ¿Se han quedado sus amigos con ganas de más? Ya les decía yo que se les iba a hacer la boca agua.

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