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Esto no es un invitación para salir corriendo al monte a presenciar la berrea a toda costa y de cualquier manera; en todo caso, una llamada de socorro para hacerlo con conocimiento y respeto. Si no es así, mejor quedarse en casa viendo un vídeo de 'El hombre y la tierra': «La berrea del venado es la más genuina expresión de la música y del idioma de los últimos espacios forestales españoles», afirmaba el recordado Félix Rodríguez de la Fuente en aquella magistral serie documental que reunía a toda la familia frente al televisor para divulgar la vida de la fauna ibérica y otras especies del planeta. 'Conocer para proteger' era el lema de aquel maestro conservacionista. Hoy, en cambio, cunde un desaforado afán por popularizar territorios salvajes, domesticarlos y convertirlos en parques temáticos de experiencias al aire libre y safaris fotográficos para nutrir las insaciables redes sociales. Pero todo eso deja huella y es la naturaleza quien acaba pagando el precio de nuestra ignorancia.
La berrea es una época crítica en la vida del ciervo común, el periodo de celo del que depende el futuro de las poblaciones de uno de los mayores herbívoros silvestres de nuestros montes. Ocurre en los montes y bosques toda España durante el otoño; en La Rioja, desde Alcarama a las Viniegras. De mediados de septiembre a mediados de octubre es el momento álgido, aunque este año está siendo algo tardía y tímida. Quizás la creciente presencia de visitantes en zonas muy accesibles ahuyenta las manadas hacia zonas más alejadas de las pistas y los cuatro por cuatro.
A llegar el otoño, los machos, que ha permanecido aislados durante el verano, se encuentran en su máximo esplendor y salen a campo abierto para pugnar por adueñarse de una manada de hembras y un territorio. Sus demostraciones de poder incluyen los espectaculares berreos, la brama que convierte el crepúsculo en un clamor ciertamente espectacular y anticipa las luchas rituales en las que hacen chocar su cornamenta violentamente. Los machos vencedores se apoderarán de los harenes de hembras y copularán hasta agotarse y ser sustituidos por otros más fuertes.
La berrea es actualmente un atractivo turístico en muchas zonas de España donde existen fincas cinegéticas en las que es posible ver los animales a corta distancia. En La Rioja, en cambio, se puede presenciar en un entorno silvestre, quizás menos cómodo pero más natural. Silvestres Ezcaray, una empresa orientada al ecoturismo y al medio de vida rural sostenible, organiza excursiones para contemplar la berrea en la Sierra de la Demanda. Su responsable, Juan José Arguisjuela, guía grupos de hasta ocho personas al amanecer y al atardecer (25 euros por persona), con vehículo todoterreno y material óptico adecuado para la observación. Este fin de semana podrían ser sus últimas salidas de la temporada.
Dos machos pelean con sus astas.
Dos machos rondan un grupo de hembras en la Demanda.
Un macho brama entre dos ciervas.
La berrea, que se produce al amanecer y al atardecer, se rige instintivamente por un proceso hormonal sensible también a los factores ambientales. Por eso es importante no alterar su desarrollo.
La observación pacífica de la naturaleza resulta una actividad gratificante, a la vez que didáctica y reconfortante. Durante el principio de la estación otoñal, bien regulada, la berrea del ciervo supone un estupendo aliciente que incita a la práctica del turismo de naturaleza. Pero antes hay que aprender la lección del respeto e incluso de la renuncia. De lo contrario, será un clamor pidiendo auxilio.
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