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Convivencia natural. Las hayas, vestidas con los colores otoñales y, entre ellas, la silueta de los tejos oscuros creciendo en su sotobosque. Gerardo Hernando
El bosque de Artaso, una desconocida joya botánica en Ojacastro

El bosque de Artaso, una desconocida joya botánica en Ojacastro

La población de tejos que crece en este espacio natural ubicado en la localidad de Ojacastro reviste una gran singularidad e importancia al tratarse de una agrupación «joven y dinámica», según recoge en un estudio el naturalista Juan José Arguisjuela

Javier Albo

Santo Domingo

Jueves, 7 de noviembre 2019

El bosque de Artaso se enmarca en la cuadrilla de Arrupia, en la localidad riojalteña de Ojacastro. Juan José Arguisjuela, naturalista, ingeniero técnico forestal y guía de montaña en la empresa 'Silvestres Ezcaray', ha elaborado un estudio en el que subraya y pone en valor este paraje. «Se trata de un pequeño rodal boscoso colonizado por tejos (Taxusbaccata), ubicado en un paraje remoto y de difícil acceso, en donde las condiciones microclimáticas del hábitat han favorecido el desarrollo y salvaguarda de esta desconocida joya botánica», dice del mismo.

Son los tejos, precisamente, los que le confieren esa singularidad; una conífera que se remonta al antiquísimo periodo Triásico, a la que define de «excepcional, extraña y misteriosa». En la naturaleza, da pies macho y hembra, por separado, y estas últimas generan un fruto recubierto por una típica envoltura carnosa, roja y de sabor dulce, denominada arilo. «Salvo dicha pulpa, toda la planta es venenosa, en especial para el ganado caballar», explica el naturalista de esta especie, que «en la antigüedad fue muy codiciada, ya que a partir de sus ramas flexibles se fabricaba el 'longbow' o arco largo inglés». De la corteza de un tejo del pacífico norteamericano se aislaron los precursores del paclitaxel, un importante fármaco empleado para el tratamiento de diversas afecciones tumorales.

Todos los ejemplares contabilizados han sido geolocalizados para seguir su crecimiento

¿Y por qué esta tejera es tan importante». Arguisjuela pone de relieve su interés, tanto desde el punto de vista forestal como paisajístico, científico, didáctico y, por supuesto, ecológico. No es único en La Rioja, donde existen otras poblaciones repartidas de forma exigua por sus bosques, algunas de ellas con ejemplares milenarios como los tejos de Anguiano, Urrilla o Urbión, catalogados como árboles singulares. «Lo que hace tan especiales a los tejos de Artaso es que se trata de una agrupación joven y dinámica. Sus árboles no son tan añosos, ni seniles ni decrépitos», cuenta Arguisjuela. Y añade: «Según citan en sus estudios sobre los tejos riojanos los botánicos Ignacio Sobrón García y Luis Miguel Medrano, uno de los principales problemas que presentan estos bosques es la falta de relevo generacional. Una evidente ausencia de arbolillos jóvenes que a menudo son depredados por animales herbívoros que ramonean con fruición plántulas y brotes, sin dejarlos crecer». Y en Artaso eso no está ocurriendo, lo que le convierte en una suerte de reserva de la especie.

Unos 200 tejos en Artaso

A través de sus investigaciones, Arguisjuela ha llegado a inventariar hasta 13 localidades con presencia de tejos en el Alto Valle del Oja, muchas de ellas desconocidas hasta la fecha. Entre ellas destacan las del barranco del Ortigal y Usaya, además del ya citado barranco de Artaso, emplazadas en Ezcaray y Ojacastro, respectivamente. Su objetivo es establecer el primer censo comarcal para la especie, «a fin de poder determinar su área de distribución junto con su estado conservación reales, en vista a enfocar futuras estrategias gestión a nivel local y también regional», explica.

En lo que respecta a Artaso, ha llegado a contabilizar aproximadamente unos 200 pies de tejo, que ocupan un área de unas 10 hectáreas de superficie, a 900 metros de altitud. Es un recuento aproximado, debido a la densa vegetación que tiende a ocultar a los pequeños individuos, sumado a ello lo abrupto del terreno. «De todos los individuos contabilizados se ha georreferenciado su posición, mediante coordenadas geográficas, anotándose diámetros de tronco, estado de vigor, defectos, etc», explica el experto, que añade que, con ello, «si este bosque se volviera a medir dentro de unos años podrían contrastarse interesantes datos sobre su crecimiento o estado de salud, respecto al día de hoy». Así las cosas, en Artaso el grueso poblacional se encuentra dentro del rango de los 5-15 centímetros de diámetro de fuste. «Inequívocamente, ello refleja que se trata de una muestra de arbolado joven y con plausibles perspectivas de futuro; un calibre que, aplicado a ciertas ecuaciones matemáticas, los sitúa en una edad comprendida entre los 15 y 25 años», indica Arguisjuela.

Puesta su importancia sobre la mesa, toca hablar de su futuro, que el autor del estudio considera «incierto» y, en base a los datos recogidos en el mismo, cree que «la otrora regeneración y crecimiento abundantes se encuentran, a día de hoy, seriamente comprometidos». Por una parte lo explica en la pujanza del hayedo circundante. «El tejo manifiesta un claro gusto por la sombra pero, en tal caso, la cobertura del dosel superior de hayas comienza a ser excesiva y altamente competitiva», indica. El ejemplo de ello está a la vista: «Portes raquíticos que buscan la luz, malformaciones en la copa, puntisecados, infecciones por hongos, descalces y derribos». A su juicio, «urge actuar, siempre y cuando el objetivo sea reducir la espesura de las hayas que crecen alrededor muy juntas, liberando espacio vital para beneficio de nuestros jóvenes tejos».

Arriba, un tejo bajo hayas. Abajo, Arguisjuela, junto a un haya centenaria muerta en Artaso, y frutos del tejo. G.H.
Imagen principal - Arriba, un tejo bajo hayas. Abajo, Arguisjuela, junto a un haya centenaria muerta en Artaso, y frutos del tejo.
Imagen secundaria 1 - Arriba, un tejo bajo hayas. Abajo, Arguisjuela, junto a un haya centenaria muerta en Artaso, y frutos del tejo.
Imagen secundaria 2 - Arriba, un tejo bajo hayas. Abajo, Arguisjuela, junto a un haya centenaria muerta en Artaso, y frutos del tejo.

Un frágil espacio protegido

De ello se encarga la selvicultura de conservación. «Pero esta labor -pide el experto- ha de planificarse meticulosamente, pues nos encontramos dentro de un frágil espacio protegido de la Red Natura 2000». Además, las tejedas de ámbito mediterráneo, en La Rioja se clasifican además como Hábitat de Interés Prioritario, según reza la normativa europea. «Por ello, toda actuación que afecte a este rodal debiera de llevarse a cabo bajo la dirección exhaustiva de técnicos especializados o bien a través de la supervisión atenta de los agentes forestales», sugiere. Entre sus propuestas para impulsar una ventajosa competitividad de los tejos frente al hayedo concurrente estaría «la realización de claras selectivas a través del anillado de árboles en pie, cortas aplicando técnicas de apeo dirigido, podas de altura». A ello añade que «establecer acotados perimetrales, empleando vallados temporales, o fomentar el asentamiento de arbustos espinosos, que protejan a las plántulas jóvenes del diente de los fitófagos, son medidas baratas y eficaces y que a menudo han sido adoptadas dentro de los clásicos planes de conservación asignados para esta especie».

Juan José Arguisjuela | Naturalista

Es autor de varios estudios sobre botánica y micología forestal aplicada, dentro de su interés por divulgar la importancia del espacio natural, especialmente, del Alto Valle del Oja.

Luego haría falta un respaldo legal, para asegurar la zona. «La creación de otras figuras de protección de mayor trascendencia legal, procuraría contribuir a su preservación integral al compás de una dotación presupuestaria más precisa y rigurosa. Tal es el ejemplo de las microrreservas de flora declaradas en otras comunidades, o recurrir al empleo de las ya existentes y amparadas bajo la regulación autonómica», señala.

Por todo ello considera que, «haciendo las cosas bien, sobrarían argumentos para incorporar esta potencial tejeda dentro de los límites protegidos de un Área Natural Singular, de una Reserva Natural o hasta de un parque natural mucho más amplio y ambicioso».

Es autor de varios estudios sobre botánica y micología forestal aplicada, dentro de su interés por divulgar la importancia del espacio natural, especialmente, del Alto Valle del Oja.

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