Arturo Querejeta en el papel de Ricardo III, en el montaje de Noviembre Teatro. ::

«Este país vive de espaldas a la cultura»

actor

Jonás Sainz

Viernes, 28 de abril 2017, 11:48

Después de su gran Shylock en 'El mercader de Venecia', el maquiavélico Yago de 'Otelo', el bufón Feste de 'Noche de reyes' y el rey Claudio de 'Hamlet', Arturo Querejeta (Logroño, 1956) se enfrenta a un personaje shakespiriano aún mayor. El actor calagurritano, ya todo ... un maestro en el bardo, protagoniza 'Ricardo III', la tragedia a caballo entre la historia y el mito con la que la compañía Noviembre Teatro, dirigida por Eduardo Vasco, regresa puntualmente al Bretón (a las 20.30 h.).

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  • - 'Ricardo III', de Shakespeare

  • - Dirección Eduardo Vasco

  • - Intérpretes Arturo Querejeta, Charo Amador, Fernando Sendino, Isabel Rodes, Rafael Ortiz, Cristina Adua, Antonio de Cos, José Luis Massó, Jorge Bedoya, Jesús Vicente Ramos y Guillermo Serrano

  • - Teatro Bretón, 20.30 h.

-Qué gran reto.

-El que más me ha exigido, sí. Es un personaje deforme que físicamente obliga a un esfuerzo suplementario y además es el epítome de la maldad.

-¿El papel de su vida?

-Sí. Cualquier tiene personajes magníficos, pro es que Ricardo es el mito de la perversidad. Para cualquier actor es un regalo y un reto.

-Y para usted, la oportunidad de seguir creciendo.

-Tengo un director que no me deja otro camino y me asoma a retos mayores. A veces miro hacia abajo y digo: Dios mío, ¿qué va a ser lo siguiente?

-También Noviembre Teatro va siempre hacia arriba.

-Sí, poco a poco hemos ido haciendo un público que nos compensa el esfuerzo que supone mantener una compañía así, de once actores, que es casi un suicidio hoy en día.

-¿Qué destaca en esta versión de 'Ricardo III'?

-La marca de Noviembre es siempre la acción pura y dura pero respetando toda la poesía de la literatura de Shakespeare. Las versiones de Yolanda Pallín son muy austeras, despojadas de toda la hojarasca y la retórica que resultaría anacrónica e ininteligible.

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-¿Se imaginó alguna vez diciendo en escena la célebre frase 'Mi reino por un caballo'?

-Es un momento muy especial, claro. Y qué actor no ha soñado con interpretar los más grandes personajes y decir sus mejores frases. Está es una de las más míticas del teatro.

-Resume la caída de un ser ambicioso, poderoso y terrible. Es inevitable hacer una lectura actual.

-Los clásicos lo son porque responden o plantean las cuestiones intemporales del ser humano: el sentido de la vida y la muerte, el amor, el poder, la maldad... 'Ricardo III' es absolutamente actual; parece que estés desayunando con el periódico. Él es alguien dispuesto a todo por el poder, y eso es algo que conocemos bien hoy en día, pero también está reflejada la corresponsabilidad de los ciudadanos con que se perpetúe su mal gobierno. Y aquí podemos pensar en el triunfo de Trump, el Brexit, el resurgimiento de la extrema derecha en Europa... Y para qué hablar de la corrupción en España. La cuestión es que, por acción o por omisión, nuestras decisiones no son inocuas.

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-La semana próxima estará también en Calahorra con 'La ruta de Don Quijote', de Azorín.

-Es un viaje precioso por los lugares de La Mancha citados por Cervantes y revisitados en 1905 por Azorín, el gran olvidado del 98.

-Y continúa rodando 'Amar es para siempre'. ¿Hace televisión con la misma convicción o solo porque da de comer?

-No, también hay que darlo todo; en cualquier trabajo. Son técnicas de interpretación diferentes y la repercusión también lo es. Una serie diaria te exige un ritmo demoledor, pero si no pones el corazón el público lo nota.

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-Pero no hace cine.

-He hecho muy poco. No me llaman. Es mi asignatura pendiente.

-Después de muchos años se anuncia la rebaja del 21 al 10 % del IVA.

-Pues por fín. Era sangrante, un navajazo en la yugular de la cultura. Era insensato: no ha generado ingresos; ha destruido trabajo. Y el mal está hecho. Va a ser muy difícil volver a situaciones anteriores. Veo una profesión desarbolada y demolida.

-¿Puede esperarse un cambio en la política cultural?

-Lo dudo mucho. Este país vive de espaldas a la cultura en general, sin interés ni más política cultural que hacer lavados de cara. Y así nos va.

-El año pasado estuvo nominado al Max. ¿Cuál es el mayor premio que espera de su oficio?

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-He tenido premios del público en Valladolid y Toledo. Y eso es lo que más valor tiene para mí: sentir que he estado en comunión con el espectador. El mayor elogio para mí es que me vean como un actor que se esforzó y fue un buen profesional.

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