La Laguna Negra

Los Abuelos del Bosque

Un paseo a pie para saludar al rey de los pinos en las proximidades de la Laguna Negra

javier prieto

Viernes, 27 de enero 2017, 11:47

Está claro que los pinares de la sierra de Urbión guardan secretos insondables. Desde luego, el más insondable de ellos es la profundidad de la Laguna Negra. Dice la leyenda que, en realidad, es tan insondable como que por ella se llega al mar. ... Y que por eso a Pío Baroja le contaron, cuando subió aquí en 1901, que, a veces de manera inexplicable, se despiertan en ella remolinos y oleajes imposibles. Y dice también que una bella muchacha atrae desde el fondo a los hombres, y que incapaces de resistir su hechizo se sumergen tras ella para no volver a aparecer jamás...

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A don Antonio Machado, lo que contaron en su viaje al nacimiento del Duero es que estas aguas guardaban un secreto aún más terrible, el parricidio de Alvargonzález, una historia de envidias y rastros sangrientos que ha quedado marcada para siempre en el aire de estos bosques:

Hasta la Laguna Negra

bajo las fuentes del Duero

llevan el muerto, dejando

detrás un rastro sangriento;

y en la laguna sin fondo,

que guarda bien los secretos,

con una piedra amarrada

a los pies, tumba le dieron.

Pero a nosotros, uno de los que más nos gustan es el que nos lleva por las laderas de estos inmensos bosques de pino a perseguir el rastro de un grupo de árboles bastantes veces centenarios. Son los Abuelos del Bosque, la corte que hace honores a un pino más recto que una vela y tan longevo que hay quien le echa 450 años de edad. Los vecinos de Covaleda le conocen desde hace varias generaciones como el Pino Rey. Y, aunque no se haya movido del sitio en casi cinco siglos, seguro que si se pone a contar secretos dejaría en nada los que les contaron a don Pío y a don Antonio.

El camino que lleva hasta este secreto rincón de uno de los bosques de pino silvestre (Pinus sylvestris) más extensos de Europa es fácil y está señalizado, así que es difícil que defraude este paseo corto en kilómetros pero intenso en emociones. Sobre todo, si uno es sensible al milagro que supone que la vida se prolongue en cualquiera de los seres vivos que pueblan la Tierra durante más de cien años. En este caso concreto, el milagro estriba en que tantos ejemplares, y en un espacio más bien reducido, hayan sobrevivido durante tantos años a las contingencias propias de su medio, principalmente enfermedades, talas e incendios.

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La forma de llegar al punto de inicio del paseo a pie es tomando la pista forestal que arranca nada más pasar el kilómetro 40 de la carretera CL-117 a la entrada de Covaleda. Está señalizada como Picos de Urbión y se cuela por un polígono industrial que enseguida desaparece para dar paso a las estribaciones más bajas del bosque.

Bien señalizado

La pista asfaltada comienza entonces una larga ascensión que, tras pasar ante el refugio de Becedo, alcanza el refugio de Bocalprado, una zona recreativa con fuente y mesas. En ese punto hay que tomar el desvío que surge a la izquierda hacia Tejeros. Cuatro kilómetro más adelante, en el conocido como cruce de Tejeros, está el cartel informativo que señaliza el inicio del paseo.

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Los primeros 850 metros del recorrido discurren por la pista de tierra que sube hacia el Mirador de la Laguna Negra y el Pico de Urbión. Pero al alcanzar una ligera curva hacia la izquierda toca abandonarla por su costado derecho, justo en el punto en el que resultan evidentes las escaleras que trepan hasta una de las plataformas de caza instaladas en lo alto de un pino.

A partir de aquí el paseo discurre sin mucha dificultad persiguiendo las balizas clavadas en el suelo. Bien es verdad que en estos primeros metros, en los que abundan las plataformas aéreas montadas para la caza, faltan las señales de dirección en un par de ellas... Aun así, con un poco de atención es fácil ir encontrando las siguientes balizas señalizadas. El Pino Rey se localiza, bien señalizado, casi al final del recorrido, muy cerca ya del punto de inicio y próximo a la pista forestal donde se dejó el coche.

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Viéndolo así, tan recto y tan alto, no extraña que estuviera entre las preferencias de los constructores de barcos que en el siglo XVI los cortaban para hacer de «machos» el palo mayor en los galeones españoles. Si bien los favoritos para estos menesteres eran los Pinus nigra, que llegaban a alcanzar los 40 metros de altura. De cualquier forma, estos bosques eran lugares habituales para los constructores de barcos, que encontraban madera en abundancia para hacer mástiles, vergas o cofas. El roble, por su dureza, era preferido para las quillas.

En el uso de estos montes para la extracción de madera para muy diversas utilidades está también el origen y auge del oficio de la carretería. Una vez cortados, y teniendo en cuenta la extraordinaria envergadura y peso de estos árboles, no era tarea menor transportarlos a los más diversos puntos de la Península. En especial, a los astilleros. Así se fue creando un oficio, el de carretero, que acabó convertido en seña de identidad de toda la comarca.

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Es en tiempos de los Reyes Católicos cuando se crea aquí la Hermandad de Carreteros Serranos, una organización con privilegios reales al modo del Honrado Concejo de la Mesta, cuya finalidad era la de constituir una gran empresa pública de transporte por cuenta de la Corona. Carreteros de estas sierras amasaron su fortuna en el duro oficio de recorrer, desde entonces y hasta entrado el siglo XIX, buena parte de los caminos de España.

La Corte de los Pinares

Finalizada la visita a este rey de los pinares, y dada la abundancia de atractivos que presenta la zona, se abre un abanico de posibilidades entre las que habrá que elegir a cuál dar prioridad.

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Una de ellas es acercarse hasta Vinuesa. Se la conoce como la Corte de los Pinares por gozar en el pasado del favor de los reyes Juan I y Juan II. En Vinuesa tuvo gran importancia, además de la arriería, el comercio de la lana y su transporte. Y así queda patente en la calidad y cantidad de palacetes, la mayoría de los siglos XVI y XVII, que luce el casco urbano. El más grande y llamativo es el del Arzobispo de Palermo, del siglo XVII. El templo parroquial de Nuestra Señora del Pino es una bella edificación de estilo gtico renacentista con un valiosísimo y alabado retablo de inexcusable contemplación.

Desde Vinuesa, frente a su iglesia, arranca la pista forestal asfaltada y señalizada que lleva primero hasta la Casa del Espacio Natural Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión y, después, hasta la Laguna Negra, un paraje excepcional tan envuelto en leyendas truculentas como mil veces adornado por descripciones poéticas.

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Para los más andarines, una recomendación: el tramo de calzada romana que discurre entre Vinuesa y Molinos de Duero. Es un apetecible camino al que se llega cruzando, desde Vinuesa, el puente que salta el embalse de la Cuerda del Pozo. En el otro extremo, por la derecha, hay que desviarse hasta la ermita de San Mateo y encarrilarse por la trocha que va acompañando las orillas del río Duero aguas arriba, mientras deja ver en algunos tramos restos del enlosado puesto por los romanos en la calzada que unía la localidad Visontium (Vinuesa) con la ciudad de Uxama (Osma). Como a todo lo largo del Duero, desde su nacimiento hasta su desembocadura, las marcas del GR.14 pespuntean de trecho en trecho el recorrido.

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