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DIEGO MARÍN A.
Viernes, 2 de octubre 2015, 01:11
Cae la tarde en la Sierra de la Demanda y el sol se funde en el horizonte tras las montañas burgalesas. Con el recién estrenado otoño, la temperatura desciende paulatinamente hasta parecer invierno. Los ciervos comienzan a dejarse ver en los prados y dehesas, pastan tranquilos. La mayoría son hembras con sus crías, que forman grupos para estar más seguras. A veces un ruido les sobresalta, observan las proximidades y continúan su rutina. No hay peligro aparente, los humanos están lejos. Les observan, como si hubiera algo de especial en ver comer a un ciervo.
El verdadero espectáculo llega a continuación, cuando, aún sin dejarse ver, los machos marcan su territorio con sus berridos. La berrea anuncia el periodo de celo de los ciervos, que defienden así su zona, sus hembras. Normalmente se escucha a más de un ciervo berreando como si fuera una disputa dialéctica. Incluso puede haber desafío y un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, entrechocando sus cornamentas. Este ritual de la naturaleza se ha convertido en los últimos años en un atractivo turístico.
Los habitantes de los pueblos serranos siempre han asistido con curiosidad a estos fenómenos que ahora se han convertido en todo un evento. La Reserva Natural de la Biosfera y las sierras de la Cebollera, del Urbión, de la Alcarama o la Sierra de la Demanda son algunos de los lugares donde poder asistir a la berrea en La Rioja. La empresa Silvestres Ezcaray, que organiza diferentes excursiones de senderismo y montaña para conocer la fauna y la flora de la zona, ha comenzado una temporada más a celebrar rutas guiadas para asistir a la berrea del ciervo en la Sierra de la Demanda.
«La berrea representa el periodo de celo del ciervo rojo, se produce en toda España durante el otoño y el momento álgido es desde mediados de septiembre hasta mediados de octubre», explica Juan José Arguisjuela Castroviejo, de Silvestres Ezcaray. La berrea se produce al amanecer y al atardecer, por lo que el espectáculo visual se incrementa gracias no sólo a los hermosos paisajes de las montañas, también por el cielo en la salida y puesta del sol. La berrea, realmente, es un proceso hormonal, «y eso lo regulan los factores ambientales». «En función del fotoperiodo, del número de horas de sol, se regula el comienza y final del celo del ciervo, como si fuera un reloj biológico. El animal entiende que es el momento de la reproducción por las horas de luz», detalla Juan José Arguisjuela.
El bramido ahuyenta a los competidores, representa el dominio del terreno e intenta evitar la confrontación. En la época de berrea, además, los machos se dejan ver, algo que no es común el resto del año. «Los ejemplares más viejos, permanecen ocultos y en esta época se exhiben, sobre todo, en las partes altas de las sierras del Sistema Ibérico. El resto del año es difícil ver un ciervo grande, son muy esquivos, sigilosos y cautos, y son bastante inteligentes», afirma Arguisjuela. En cambio, las hembras son «más 'sociales', la actividad que tienen es diferente» y no es extraño cruzarse con un ejemplar en los bordes de las carreteras, a veces acompañadas de sus cervatillos.
Hay que ser conscientes de que la berrea es un fenómeno natural, no regulado y, por tanto, hay que estar concienciado y ser respetuoso. Cada vez se está masificando más la observación en zonas como el pico San Lorenzo y el parque natural de la Sierra de la Cebollera. Más coches significan más presencia humana, más ruido y eso asusta a los ciervos, que sienten invadido su espacio. No hay que introducirse en el corazón del bosque, puede resultar peligroso si un ciervo ve amenazado su territorio. Y hay que recordar que está prohibido circular por las pistas forestales una hora antes de la salida y una hora después de la puesta del sol, como medida de seguridad contra los cazadores furtivos.
Silenciosos
Es necesario ser silenciosos, como los ciervos, y tener paciencia. Si se quieren ver ejemplares nítidamente es preciso contar con prismáticos o telescopios. Y si se quiere asegurar el avistamiento, Silvestres Ezcaray ofrece una excursión guiada con un «intérprete de la naturaleza». Así, con Juan José Arguisjuela no sólo se ven ciervos, «también se educa para que, cuando después se acuda por cuenta propia, haya un comportamiento respetuoso con los animales». Su experiencia ayuda a acercarse a los animales y a saber localizarlos en la sierra. «No hace falta meterse en el monte, con conocer cuatro puntos de visualización, con buenas panorámicas, es suficiente», advierte el responsable de Silvestres Ezcaray.
Por ejemplo, en la boca de un barranco la berrea se escucha mejor por la acústica que ofrece el terreno. «Lo que más impresiona es el bramido de los ciervos, sobre todo, en su punto álgido y si tienes la oportunidad de escucharlos de cerca», afirma Arguisjuela. A través de Silvestres Ezcaray la ruta supone «una manera de ver los ciervos en su medio natural y, sobre todo, aprender a verlos, y de una manera reglada, parando en los lugares adecuados y de forma respetuosa», afirma Arguisjuela. Los Amigos de la Tierra en La Rioja organizan una excursión este domingo con salida a las 5.30 horas desde la estatua del Labrador para «observar como los ciervos tratan de imponer su dominio» en la comarca de Nájera.
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