Diego Marín A.
Viernes, 29 de mayo 2015, 22:14
En parapente, globo aerostático o avioneta, estas son las posibilidades que existen en La Rioja para volar a modo de recreo. Cada una de ellas tiene sus condiciones pero todas ofrecen la sensación de libertad, la calma del cielo, la experiencia única. Y es ... que el hombre siempre ha perseguido lo que se le resiste, volar. Para conseguirlo necesita de aparatos como un parapente o un ala delta y de máquinas como un globo de aerostación o un avión.
Publicidad
Robert Jiménez cuenta con veintiséis años de experiencia en vuelo, se inició en 1989 en la extinta escuela de parapente de La Rioja y ahora dirige la empresa Vuelos Parapente Biplaza, que ofrece la posibilidad de volar. «El parapente es un paracaídas dependiente que ha evolucionado y vuela sin motor», explica Robert, «con él despegas, vuelas y aterrizas». Es una aeronave ligera que necesita de una montaña, una elevación sobre el terreno, para propulsarse. En lo alto toma las corrientes térmicas de aire y logra recorrer cientos de kilómetros a diferentes alturas.
Ahora tiene como pista de despegue habitual los montes cercanos a Ribafrecha y Cenzano, en el valle del Leza. «Volamos todos los días que lo permitan las condiciones meteorológicas, porque dependemos de ellas al 100%. Por ejemplo, si hay un cierzo fuerte no se puede», explica Robert. Lo que sí afirma es que el parapente lo puede practicar todo el mundo, «no hace falta estar preparado, pueden hacerlo también personas con minusvalía física, cuando despega el parapente se convierte en un pasajero».
Solo se recomienda ropa cómoda y abrigo. Las aeronaves son biplaza y siempre pilota Robert. El vuelo más básico dura una media hora, se alcanza una altitud de 650 metros durante aproximadamente 4 kilómetros y cuesta 70 euros. También vuelan en Ventas Blancas, San Millán de la Cogolla, Arnedo y Ezcaray, donde se pueden alcanzar los 1.450 metros de altitud y los 10 kilómetros de recorrido. «Normalmente la clientela que tenemos son parejas que se hacen este regalo por su aniversario o por su cumpleaños, o regalos de padres a hijos», explica Robert, porque, entiende, «la gente quiere vivir la experiencia».
Volar en la rioja
Parapente Vuelos Parapente Biplaza en Ribafrecha, Ventas Blancas, Arnedo, San Millán de la Cogolla y Ezcaray (Robert Jiménez), 30 minutos por 70 euros
Globo aerostático Globos Arcoíris en Haro (Óscar Ayala), 1.30 horas por 160 euros
Avioneta Aero Rioja en San Torcuato (Leopoldo Francés), 15 minutos por 45 euros 659777099.
La sensación es incomparable: «Sin ruidos, sin olor a gasolina, volar libre, la sensación de libertad.», describe. «Yo he practicado todo tipo de vuelo: paramotor, helicóptero, globo. y me decanté por el parapente por su gran comodidad, plegado, cabe en una mochila que metes en el maletero del coche», confiesa. También vuela en ala-delta, que es parecido, pero su 'aparataje' ya ocupa hasta seis metros de largo. «A la gente le sorprende, aunque al principio tenga cierto temor, pero es despegar, que los pies no toquen el suelo, y todo es relax, nada 'adrenalínico', con mucho confort», asegura. Y la seguridad es máxima: «Nunca hemos tenido un susto porque, si el día no es óptimo, preferimos no volar».
Publicidad
También depende mucho de la meteorología los globos aerostáticos. Tanto que sus pilotos son expertos en el clima. «Tenemos que ser un poco meteorólogos porque mucha gente viene de fuera (de Cataluña, País Vasco, Cantabria...) y no puedes hacerles viajar para nada», expone Óscar Ayala. El viaje en globo comienza a las 7.15 horas en el punto de encuentro, la plaza de toros de Haro, un lugar reconocible y fácilmente localizable con GPS.
«Les hacemos partícipes del hinchado del globo, antes de despegar regalamos una gorra para proteger la cabeza y, ya en pleno vuelo, brindamos con cava y bombones o galletas de chocolate», describe Ayala. La experiencia parece idílica. El vuelo transcurre, sobre todo, por La Rioja Alta, sobre la comarca de Haro. Puede durar hasta una hora y media en el aire, aunque la jornada se alarga hasta cuatro horas. Después de recoger el globo hay almuerzo. Todo por 160 euros (persona). Incluso dan un diploma de «bautismo de vuelo».
Publicidad
La cesta de las aeronaves de Globos Arcoíris son de ocho y dieciséis personas, así que se puede volar en pareja o en grupos. Ayala defiende la aerostación «por la paz y la tranquilidad que se siente arriba, lo que no se siente en tierra y se nota enseguida». Además, «a nada que subes ya tienes una visión de 360 grados, es una manera de verlo todo diferente, las fincas con forma de tabletas de chocolate, los pueblos.». Los vuelos se producen, sobre todo, los fines de semana, aunque se puede concertar también en días laborables para grupos de un mínimo de seis personas.
Quizá el globo pueda parecer frágil, pero Óscar Ayala justifica que, «después de los pájaros, lo primero voló fue un globo». «Somos los más seguros. Aunque se apagasen los quemadores a 2.000 metros de altura, el globo hace de paracaídas», aclara, aunque, eso sí, el globo aerostático cuenta con un enemigo: las líneas de alta tensión.
Publicidad
Pilotar una avioneta
Lo que no depende tanto de la meteorología es el vuelo en avión, en avioneta. Leopoldo Francés dirige la escuela de vuelo Aero Rioja que se sitúa en el aeródromo de San Torcuato (entre Haro y Santo Domingo de la Calzada) y ofrece «vuelos a la carta, desde 15 minutos por 45 euros, para la iniciación, hasta de 30 minutos por 80 euros pudiendo elegir el destino, si quieres ver tu pueblo, las viñas de Haro, los preciosos meandros del Ebro, la zona de Ezcaray y la sierra de la Demanda.».
«Da tiempo de ver muchas cosas y, ya arriba, doy la oportunidad de coger los mandos del avión, porque mi actividad principal es la de la escuela de vuelo», explica Leopoldo Francés. Y es que las fases más complicadas del vuelo en avión son el despegue y el aterrizaje, cuando el aparato está cerca de tierra, «arriba es muy sencillo, podría volar hasta un niño de cinco años», afirma, «mucha gente es aficionada a los simuladores de vuelo y les hace ilusión pilar, así que con que les expliques dos cosas básicas.».
Publicidad
Mucha gente que acude al aeródromo de San Torcuato «no ha volado nunca, ni en vuelo comercial, y le encanta la experiencia». «Quizá en el suelo sean un poco aprensivos, pero ya en el aire se les dibuja a todos una sonrisa de oreja a oreja», describe Leopoldo. Para él, volar en avioneta «es rápido y menos dependiente de la meteorología, tenemos más autonomía, aunque, si el tiempo es horrible, no volamos, sobre todo, porque no es tan bonito».
La escuela de vuelo abre a diario porque imparte clases, aunque los vuelos turísticos se realizan los fines de semana, preferentemente por la mañana. El avión es biplaza. Si hay que elegir, «el vuelo del mediodía es más placentero», señala Leopoldo Francés.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.