En la Canea

Es la hermana mayor de todas las islas griegas. La más extensa, la más auténtica, la primogénita del mar Egeo. Coincidiendo con el IV Centenario de la muerte de El Greco en Toledo, GPS te propone un viaje a Creta, la tierra que vio nacer al genial pintor renacentista. Historia, arte, gastronomía, playas de ensueño y pequeñas ciudades llenas de romanticismo forman un magnífico lienzo de tamaño natural que, a diferencia de los sombríos cuadros del artista, reflejan una rica y variada paleta de colores, que va del azul turquesa de sus aguas al verde intenso de los valles interiores, y del blanco inmaculado de sus casas al gris oscuro de acantilados y profundas gargantas.

La mejor forma de conocerla es alquilar un coche y recorrerla sin prisas, disfrutando de ella despacio, como si estuviéramos contemplando una pintura con todo detalle. Nuestro primer destino es Heraklion, la capital. Allí tuvo su origen la cultura minoica, primera civilización avanzada de Europa. El Palacio de Cnosos, según la tradición, antigua residencia del Rey Minos donde se fraguó el mito de laberinto del Minotauro, y el Museo Arqueológico son dos visitas imprescindibles para conocer a fondo el esplendor de aquel periodo.

Hojas de parra

El Museo Histórico también es una parada obligada, puesto que en su interior se encuentran las dos únicas pinturas de El Greco que se conservan en Creta, pertenecientes a su época más temprana. La capital cretense también invita a dar un largo paseo desde el puerto hasta el casco antiguo. Sus callejuelas y fachadas hablan de un pasado marcado por continuas invasiones y guerras.

Griegos, romanos, bizantinos, turcos y venecianos dejaron su impronta allí. Durante la II Guerra Mundial fue arrasada por las bombas, pero de nuevo resurgió de sus cenizas y hoy es una ciudad llena de vida, con multitud de tabernas en las que darse un buen homenaje gastronómico a precios increíbles. Las hojas de parra rellenas de arroz, la ensalada de erizos de mar, el pescado fresco y los guisos de cordero conquistan el paladar del viajero.

La mayoría de las veces, te invitan al postre y a un licor anisado, el raki, como muestra del carácter simpático y hospitalario de sus gentes. Ippokambos (Sofocles Venizelou, 3), al comienzo del paseo marítimo, es una de las mejores. Para alojarse en la capital, un sitio con mucho encanto es el hotel Megaron, situado frente al puerto.

Desde Heraklion seguimos la ruta por el norte para dirigirnos a Fodele, un pueblecito encantador, en el que se encuentra la casa donde, posiblemente, El Greco vivió en su infancia. Convertida en un pequeño museo, alberga reproducciones de algunas de las mejores obras del artista. De ahí, ponemos rumbo hacia la Tierra del Vino, una comarca tapizada de viñedos, muy similar a la Toscana, con pequeñas bodegas en las que se pueden degustar caldos de excelente calidad. Por el camino, encontramos también yacimientos arqueológicos, como Gortina y Festos.

Al caer la tarde, nos esperan las playas de Matala para ver un atardecer inolvidable y hacer noche en la pensión Nikos. En los años 60 y 70, este lugar se convirtió en un paraíso hippy, en el que vivieron artistas como Cat Stevens, Bob Dylan o Janis Joplin. La Scala, al borde del mar, es un bar ideal para cenar.

Al día siguiente, continuamos hacia La Canea, auténtica joya de Creta, pero antes de llegar nos detenemos en el pintoresco puerto de Rethymo para estirar las piernas y tomar un café frappé o una copa de yogur con frutas.

La Canea posee el casco antiguo más bonito de la isla. Su colorido puerto veneciano contrasta con las fachadas y minaretes de estilo turco y con la decoración más tradicional de Grecia. Cerca de esta ciudad se encuentran dos bellos monasterios, Agia Triada y Gouvernetou, y algunas de las mejores playas, como Stavros, escenario de la película 'Zorba el Griego' o la laguna de Balos. Dos direcciones muy valiosas para culminar la estancia allí son el restaurante Glossites (Akti Enoseos, 4) y el pequeño hotel Mama Nena Charming, en pleno puerto.