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M. CASADO.
Domingo, 19 de febrero 2006, 01:00
Los catorce bancos situados a ambos lados, siete en cada parte de la calzada, guardan en ellos un valor social e histórico incontable. Pero todo tiene un inicio.
Corría el año 1935 cuando se amplió la pared del frontón. Junto a esta reforma (que abonó Ignacio Herce) se colocaron siete bancos a cada lado de la carretera. Cada uno de ellos costó 100 pesetas de las de entonces; un importe que pagaron los comercios de Ortigosa. Lo que es la construcción de los asientos la hizo Jacinto Hernández Rojo.
Todas estas mejoras vieron como se inauguraban a lo grande: se preparó una fiesta y se celebró un partido con pelotaris profesionales. Para homenajear la importante inversión realizada se colocó un cartel publicitario en cada banco hecho de azulejos anunciando comercios de Logroño, Torrecilla, etc.
Las baldosas también tienen su historia: fueron obra de la única fábrica de azulejería que hubo en La Rioja, la de los Moreno que tenía su sede en Logroño, al final de la calle Gonzalo de Berceo. «Comenzaron en 1922, aproximadamente, y cerraron en torno a 1940. Tenían prestigio. De hecho, Fermín Álamo (arquitecto) presentó piezas para el concurso que hubo previo a la construcción de la plaza de España de Sevilla (1929)», recuerda el historiador Enrique Martínez Glera.
Todo ello ha dado a los bancos un valor muy alto, tanto artístico como histórico, razón de más para «cuidarlos y para restaurarlos, ya que lo necesitan», apunta Martínez Glera. No están protegidos por ninguna ley del Patrimonio, pero son el estandarte de un lugar: Pradillo. «Se nos conoce en todos los sitios por el pueblo de los bancos», indica su alcalde, Julio Fraguas. Que así siga siendo.
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