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La película más hermosa y emocionante que se estrena este año en las salas tiene más de un siglo. La música suntuosa de Camille Saint-Saëns acompaña las 108 piezas restauradas que componen ‘¡Lumière! Comienza la aventura’, una fascinante lección de cine dirigida ... y narrada por Thierry Frémaux, todopoderoso capo del Festival de Cannes y director del Instituto Lumière. Bertrand Tavernier produce este documental que demuestra cómo los hermanos Auguste y Louis no solo inventaron un aparato, el cinematógrafo, sino un lenguaje, el cinematográfico, colmado de verdad y poesía.
Todos hemos oído hablar de la ‘Salida de los obreros de la fábrica Lumière’, la primera película de la historia, rodada el 19 de marzo de 1895. Al escalofrío y la magia que provocan verla en una pantalla grande se suman las explicaciones de Frémaux, que nos descubre que sus autores hicieron varias versiones. Esto es, inventaron el ‘remake’ casi el mismo día que el cine. De 1895 a 1905, los Lumière y sus operadores grabaron 1.422 películas, la mayoría desconocidas. El centenar escogido por Frémaux respeta su formato 1:33 y los bordes redondeados. Capturan una época en 50 segundos, el límite de metraje que permitían aquellas cámaras primitivas.
‘El tren que llega a la estación de La Ciotat’ ya demuestra el gusto por la composición del plano y el encuadre de sus autores, que película a película fueron perfeccionando la puesta en escena y la profundidad de campo. De plasmar la vida cotidiana en el Lyon de finales del siglo XIX -el trabajo, las diversiones de sus habitantes-, a un París retratado como si fueran cuadros que cobran vida. Los Lumière, que enviaron a sus empleados a filmar por todo el mundo, fueron los últimos inventores y los primeros cineastas. Se sacaron de la manga el primer plano, los efectos especiales o el suspense. En ‘El regador regado’ (ya saben, el chaval que pisa una manguera y después retira el pie mojando al jardinero) patentaron el cine de ficción y el primer gag. El mérito de este documental abrumador es comunicar el sentido de la maravilla que experimentaron los primeros espectadores de un fenómeno de feria que se hizo arte.
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