'You' o qué pasaría si Dexter lo hiciera todo por amor
Primera temporada ·
Penn Badgley se pone en la piel de Joe, un sociópata tóxico que hará cualquier cosa para enamorar a BeckSecciones
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Primera temporada ·
Penn Badgley se pone en la piel de Joe, un sociópata tóxico que hará cualquier cosa para enamorar a BeckLa voz y la contenida interpretación de Penn Badgley en el papel de Joe son, con toda probabilidad, una de las grandes bazas de 'You', la serie que llegaba a Netflix poco antes de empezar el año. Y es que el actor, al que ... hemos podido ver en series como 'Gossip Girl' o en el biopic del músico Tim Buckley, amén de otros discretos productos como 'El padrastro', se echa a los hombros el peso de toda una ficción que tiene en 'Dexter' su máximo referente.
Porque 'You' aborda un tema tan manido y recurrente como el de las relaciones de pareja pero lo hace desde el punto de vista de un sociópata, capaz cualquier cosa para lograr su objetivo. ¿Y cuál es su objetivo? En este caso, enamorar a Beck (Elizabeth Lail), una escritora en ciernes que acaba de entrar en la librería de la que Joe está al cargo. Son esos primeros instantes los que definen el desarrollo de un serial que otorga todo el protagonismo a la voz en off de Joe. A través de ella, el espectador se adentra en su manera de pensar e, incluso, llega a empatizar -un juego en el que la ficción protagonizada por Michael C. Hall era maestra- con alguien que desde el principio se muestra como un ser frío y calculador, carente de cualquier tipo de sentimientos.
Para Beck, Joe es el perfecto caballero: atento, servicial, cariñoso, amable y, quizá, algo insulso. Pero detrás de esa fachada se encuentra un veinteañero tóxico, con un oscuro pasado -su exnovia Candace (Ambyr Childers) se fue a Italia y desapareció de la faz de la tierra y el dueño de la librería jamás se presenta en el trabajo-, que se pasa las horas vigilando las redes sociales de la joven para conocer sus amistades, sus amantes, encontrar sus puntos débiles y, finalmente, embaucar a su víctima. Así, de forma poco ortodoxa -por algo Netflix la sitúa entre siniestra y romántica-, el espectador asiste a todos aquellos hitos que implican un noviazgo: la conquista, la primera cita, la primera (y fallida) relación sexual, el enamoramiento, los celos y la presentación a la pandilla de amigas están ahí, solo que de forma mucho más sombría. La crítica no solo a la constante exposición de nuestras vidas en las redes sociales sino también al espionaje y a la persecución que todos -sí, todos- hemos practicado alguna vez en sitios como Instagram o Facebook es constante.
Basada en la novela homónima de Caroline Kepnes, la serie producida por la división televisiva de la Warner Bros. comenzó a emitirse inicialmente en la cadena estadounidense Lifetime, pero Netflix la ha recuperado de cara a estrenar la segunda temporada en su plataforma. Y no ha tenido mal ojo. Lo cierto es que los diez capítulos, de alrededor de 50 minutos de duración cada uno, se disfrutan. No porque sea una serie brillante -sus dos actores principales y algunos de sus textos y sus situaciones sí que lo son-, sino porque cada vez que parece que va a embarrancar, ofrece un giro más o menos inesperado o un nuevo planteamiento que enriquece el conjunto. En este sentido, que hacia la mitad de la serie se apueste por adoptar el punto de vista de Beck durante uno de los capítulos o la irrupción en la recta final de la ficción de John Stamos como Nick, el terapeuta de Beck, son hallazgos muy a tener en cuenta.
Algo más estridentes resultan, sin embargo, los 'flashbacks' que tratan de explicar el origen de Joe y que incluso juegan a colocarlo como otra víctima más o la subtrama que aborda una relación de malos tratos en el piso contiguo al de Joe, que no deja de dar vueltas sobre sí misma y carece de interés. Sorprende también que un controlador nato y absoluto como Joe sea a la vez tan torpe y tenga tan buena suerte -le basta con calzarse una gorra para ir de incógnito-. Ambientada en Nueva York y con una fotografía cálida y corriente, sin duda, 'You' obliga al espectador a suspender su incredulidad en numerosas ocasiones, pero una vez lo hace la recompensa no es nada desdeñable.
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