La versión libre serializada escrita por Damon Lindelof ha terminado muy alto, posicionándose entre las series favoritas del año | El polémico guionista ha salido airoso de la insolente gesta y ha ofrecido espectáculo e intriga, con acertados giros y manteniendo el espíritu del popular cómic
Han pasado diez años desde el estreno de la adaptación cinematográfica de 'Watchmen', firmada por Zack Snyder, un proyecto en el cual nadie creía y que pasó por las manos de cineastas tan dispares como Terry Gilliam, Darren Aronofsky ... o Paul Greengrass. Acabamos de asistir al final de la serie inspirada en la obra maestra de Alan Moore, con dibujos deslumbrantes de Dave Gibbons, y podemos afirmar que no sería lo mismo sin la existencia de la película predecesora, lanzada hace una década, cuyo Ultimate Cut merece ser revisado estos días (cuenta con unos 45 minutos más de jugoso metraje). El gran problema de la versión de Snyder, tan imperfecta como interesante, vilipendiada en demasía, es que no piensa realmente que el cine es cine y el cómic... cómic. No es el mismo medio, tienen lecturas diferentes, lenguajes distintos, con lo cual la obsesión por llevar la historia de las viñetas a la gran pantalla casi al dedillo puede suponer un lastre para el conjunto, como es el caso de un filme que ha ganado enteros con el paso de tiempo y sigue creciendo a pasos agigantados. El parecido de los actores es significativo. Algunos planos son ilustraciones en movimiento en imagen real. Tuvo el atrevimiento de mimetizar el tebeo de partida en exceso, en detrimento del espectáculo, sin apenas acción, con secuencias con un halo metafísico tremebundo. Momentos como el protagonizado por el Dr. Manhattan en Marte son áridos para el gran público y, a día de hoy, cuesta imaginar cómo salió la propuesta adelante. Incluso las canciones de las historietas están ahí, en la banda sonora, aunque que a veces no encajen bien con el montaje.
'Watchmen', la película, harto reivindicable, luce los mejores créditos de la historia del cine del siglo XXI: una manera increíble de contar la vida de un grupo de justicieros paralelamente a la de un país. La serie, indudablemente mejor, rinde homenaje a este logro estéticamente en su capítulo seis, uno de los más logrados. Decían que era un tebeo inadaptable, pero ya se demostró que no, a pesar de las abundantes críticas negativas. Intentar ser tan fiel al cómic fue en contra del filme de 2009, pero sin el 'Watchmen' de Snyder quizás el 'Watchmen' deDamon Lindelofno existiría. En realidad, ambas propuestas cuentan lo mismo con un trasfondo político de poner los pelos de punta. Lindelof ha sabido quitarse un peso de encima: encontrar la identidad de su apuesta en la propia fidelidad al material original. Ha descubierto su lugar, con un renovado empaque, respetando la esencia del cómic, uno de los más importantes en la historia del medio, el mismo que revolucionó el mundo de las viñetas en los años 80 al dar una vuelta de tuerca a la figura de superhéroe tradicional.
Una historia de amor
Como bien reafirma uno de los diálogos del Dr. Manhattan en el glorioso octavo capítulo, el mejor del lote, 'Watchmen' relata «una historia de amor con final trágico» que afecta al devenir de nuestro planeta. Cada episodio es un mundo. La serie escrita e impulsada por Lindelof es libre. Sin ánimo de hacer spoilers, el comienzo de la quinta entrega es sorprendente, puro terror, mientras el mentado octavo fragmento es un guión de viajes en el tiempo excepcional, que remite a 'La constante', el cuarto episodio de la quinta temporada de 'Lost', escrito por el propio Lindelof, una virguería narrativa que figura entre los más grandes capítulos de la historia de la televisión. Son muchos los detractores de Lindelof y sus trucos sacados de la chistera para hacer avanzar la acción y sorprender al espectador, pero viene a ser una de las mentes más sugestivas de la ficción actual. Se atreve a quemar algunas páginas del manual de cómo escribir un guión convencional para agitar nuestra mente, plantea puzzles delirantes y consigue su objetivo. Es indudable que nos atrapó con 'Lost', de culto absoluto, y supo volver a llamar la atención con 'The Leftovers', donde se empleó a fondo para encontrar una conclusión contundente. Su controvertido trabajo en 'Prometheus' ha adquirido cariz de culto entre un sector amplio de defensores del cine fantástico sin ataduras.
El final de 'Watchmen' deja alguna puerta abierta, siembra la incertidumbre en el espectador, pero se atan los cabos vitales y es sumamente disfrutable. Lindelof ha pasado de guionista controvertido a estar en las quinielas de los seguidores de DC como la persona indicada para generar un universo interconectado que haga sombra a la apisonadora Marvel. La serie no es plato para todos los gustos, no contiene escenas de acción habituales en el género. No interesan en la narración, salvo en momentos puntuales. Cuenta con un mensaje de actualidad que puede resultar todavía más escalofriante al leer tantas teorías sobre nuestro futuro en los grandes medios. Aunque en las revisiones de los primeros capítulos de la serie se acentuaba que no era indispensable conocer el cómic de Moore y Gibbons para degustar sus ideas, sin duda da para mucho más si se exprime el mosaico de referencias que maneja. «Cómo escribir mejores guiones que Lindelof sin haber escrito un guión en mi vida» podría ser el libro más vendido en Amazon, si existiera. Gente con ganas de escribirlo hay a patadas. El propio guionista ya lo adelanta y se ríe de sus detractores en el título del episodio 4: 'If You Don't Like My Story, Write Your Own'. Cabe destacar la atmosférica música de Trent Reznor y Atticus Ross y el casting principal que encarna a personajes con una doble vida, defensores de la ley que siempre esconden algo. Por supuesto, los guiños visuales al cómic no faltan, para el regocijo los más puristas. Estamos ante una de las grandes ficciones del momento, que ha abierto sugerentes puertas de la percepción.
'Watchmen' está disponible en HBO.
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