'Vergüenza' cambia ligeramente de registro y se apunta un tanto
Tercera temporada ·
La tercera temporada se sirve de una estructura de misterio y thriller para insuflar de nueva vida a los personajes creados por Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero
A veces, un collejón a tiempo es una victoria. No en el caso de Jesús Gutiérrez, claro. Este fotógrafo de bodas, con ínfulas de artista y maneras de cretino, regresa a Movistar+ en una nueva temporada de 'Vergüenza', la tercera ya. Creada por ... Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero, la serie de la vergüenza ajena por antonomasia parecía haber agotado ya todo su potencial con dos tandas de episodios tan divertidas como estimulantes, pero a Cavestany y a Fernández Armero se les ha ocurrido una fórmula para insuflar de vida a la producción protagonizada por Javier Gutiérrez y Malena Alterio: convertir la ficción en una suerte de homenaje al cine negro, al misterio y al thriller.
Y lo cierto es que funciona, aunque el cambio no resulte del todo radical y a veces huela más a pretexto que a otra cosa. Es decir, 'Vergüenza' sigue siendo 'Vergüenza' y el humor incómodo, políticamente incorrecto -la escena de los enanos bordea el mal gusto- e irreverente que vertebraba las dos temporadas anteriores es también el santo y seña de estos seis episodios que, una vez más, se regodean en lo más bajo del ser humano. Pero hay una novedad importante que radica en los 'monólogos' a cámara que algunos de los personajes pronuncian como respuestas a una agente de policía que investiga un asunto que no se desvelará hasta el final de la acción y que engloba, entre otros temas, una timba de poker, una prostituta y hasta un gimnasio para celebridades.
La nueva temporada comienza con una comida campestre organizada por algunos de los padres de la escuela a la que va Yusuf (Yannick Nguenkam), el hijo adoptado de Jesús (Javier Gutiérrez) y Nuria (Malena Alterio). Una urgencia de vientre -tendrá recorrido en capítulos posteriores- ya nos deja claro lo poco que ha cambiado Jesús. Durante el almuerzo, a Nuria le proponen que lleve a su hijo, de dimensiones considerables para la edad que tiene, a baloncesto, así que Jesús decide llevarlo a ver un partido, pero durante el encuentro el niño no deja de mirar el móvil. Harto, el progenitor se lo quita y Yusuf le da un golpe, al que el protagonista responde con un collejón. Para entonces todo el pabellón está grabando la acción con el móvil y en unos minutos, el vídeo se hace viral.
Es el detonante de una trama que vuelve a mostrar al Jesús orgulloso, obstinado, metepatas y mezquino, el que lo echa todo a perder justo cuando su suegro, Carlos (un Miguel Rellán convertido en auténtico villano), quería entablar con él una relación más cercana y familiar. La exageración vuelve a ser el tono habitual de una comedia no apta para todo el mundo, que exige al espectador suspender la credulidad casi constantemente -el incidente provoca que vecinos y colegas tachen a Jesús de maltratador- y en la que será difícil entrar si uno no lo ha hecho con anterioridad. Así las cosas, la vergüenza ajena sigue presente en todo su esplendor con tramas de lo más variopintas -desde un caso de halitosis, hasta la prueba de un fármaco experimental- y geniales cameos (Mariló Montero, Miguel Ángel Muñoz o James Rhodes, entre otros). Y se ve acrecentada por los extraños planos y el disruptor montaje en algunos de los episodios, que parecen buscar incomodar al espectador sin ofrecerle asidero alguno.
A la vez pone temas interesantes sobre la mesa y se permite reflexionar en torno a la paternidad, a la forma en la que educamos a nuestros hijos, la incorrección política, lo rápido que la sociedad enjuicia a sus individuos o la efímera fama, mal entendida. Mención aparte merece el personaje de Óscar (un genial Vito Sanz), que muestra una nueva cara y multiplica la diversión en torno al fiel escudero de Jesús. El cierre, casi perfecto, abre la serie a un futuro prometedor. Cruzamos los dedos.
Las tres temporadas de 'Vergüenza' están disponibles en Movistar+.
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