'Transparent' dice adiós con un musical irregular y muy sentimental

Pero lo cierto es que ya en las últimas temporadas la historia de Maura -antes Mort-, un padre de familia divorciado y recién jubilado que anuncia a su prole que siempre se ha sentido mujer y que va a dar los pasos para convertirse en una, había ido perdiendo importancia e intensidad, en favor de un reparto coral en el que el peso recaía, con permiso de Shelly (Judith Light), la exesposa de Mort, en los hijos de la pareja, los hermanos Pfefferman: Sarah (Amy Landecker), Josh (Jay Duplass) y Ali (Gaby Hoffman).

Ahora, ese final ha llegado y lo hace en forma de capítulo musical de una hora y media de duración. La historia arranca cuando Davina (Alexandra Billings), su mejor amiga y confidente, descubre que Maura ha fallecido. A partir de ahí, la ficción va mostrando las mil y una maneras de entender y sobrellevar el duelo y al mismo tiempo se despide de todos y cada uno de sus personajes, explicándonos en qué situación se encuentra cada uno de ellos.

No hay grandes sorpresas y, de hecho, la falta de conflictos lastra un conjunto que, a pesar de todo, funciona muy bien como cierre. Sarah, por ejemplo, ha vuelto a sentar la cabeza con su esposo, después de una temporada, la anterior, en la que, asqueada de su matrimonio, había recuperado la chispa de la pasión con una vieja amiga de la facultad. Josh, en cambio, está en plena terapia para recuperarse de su adicción al sexo y al amor. Por su parte, Ali, que ahora se llama Ari, ha estado seis meses en Israel y tiene la intención de convertirse en rabina. Más encantador es el homenaje que se hace a Maura con un elemento de metaficción inspirado y valiente que permite a algunos de los personajes hablar con la difunta.

De nuevo salen a la palestra aspectos como la identidad sexual, la familia, las relaciones abiertas, la cultura judía o el trauma por un holocausto que aún pesa como una losa en las generaciones actuales. Jill Soloway, creadora y directora de la serie, se permite incluso convertir todo ese dolor en un número musical final, lleno de color y felicidad, con un pequeño tirón de orejas -quizá ha llegado el momento de avanzar- en el que pueden escucharse versos tan estimulantes como «No cambiamos la historia, tenemos una historia dolorosa, solo borramos la infelicidad, sofocando un poco la ansiedad». Y se atreve a cambiar la palabra 'holocausto' por 'joycaust', algo así como 'alegrecausto'.

A propósito de los números musicales, ha sido la hermana de Jill, Faith, quien se ha encargado de escribir las ocho canciones de un libreto algo irregular -el número de la rabina, el más cabaretero, es sencillamente horrible- pero con hallazgos tan interesantes como el número inicial, la nota de humor con el abogado o el número final ya mencionado. Son canciones pegadizas donde se nota que, en ocasiones, se ha tenido que abusar del autotune -eso va por Jay Duplass-. No se puede decir lo mismo de las coreografías, a menudo pobretonas y carentes de gancho.

Con un pie en lo sentimental y otro en el homenaje, el último capítulo de 'Transparent' sirve de broche de cierre, si no redondo, más que efectivo a una serie que ha abordado temas que hasta ahora estaban fuera del radar.

La última temporada de 'Transparent' está disponible en Movistar.