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Mikel Madinabeitia
Martes, 8 de enero 2019
Fue irreverente. Valiente. Original. Se fue hace más de cinco años y la echamos de menos. Lo hacemos porque 'Skins' supo diseccionar a la perfección la vida de una serie de chavales ingleses, que sufren, disfrutan y ríen una serie de problemas, de ... anécdotas cotidianas... 'Skins' sabía lo que es un adolescente y por lo que pasa, 'Skins' sabía dar cierto aire onírico a lo que cuenta sin parecer estúpido, sabía usar clichés sin parecer reiterativo, sabía usar lo duro sin parecer grotesco o escandaloso. No huía de los tabúes ni de las situaciones crudas, sino que las busca y las exprime al máximo. Un casting brillante, una dirección muy bien planificada y un guion valiente sin artificios ni clichés de instituto son la mejor herencia que deja para la historia de la ficción televisiva. 'Skins' entusiasma, sorprende y te llena.
La serie tiene partes dramáticas que te dejan traumatizado esperando al siguiente capítulo para ver cómo se sigue desarrollando. 'Skins' es pura adicción, los capítulos de casi 50 minutos se hacen siempre cortos y tiene un ritmo muy bueno que te deja con ganas de más. Los actores están a la altura de una serie que está realizada de una manera impecable, con una música totalmente acertada y siempre en los momentos oportunos.
En la obra vemos a unos prototipos de chicos con problemas que abarcan desde los conflictos de aceptación de la propia sexualidad, hasta problemas como la anorexia, la delincuencia juvenil, droga... Problemas tratados desde un punto de vista crudo, pero tremendamente realista. Cassie, Hook, Effy, Tony, Jal, Michelle... desfilaron por nuestras pantallas desnudándose de todas las formas posibles.
'Skins' tiene unos personajes brillantemente definidos y diferenciados, expuestos como en un catálogo de identificaciones. Elige cuál te recuerda a ti y disfruta del recuerdo... con risas o con llanto. Tiene también un argumento bien dibujado, con algún lapso espontáneo, un guion adecuado y un desarrollo dinámico. Una propuesta para remover los fantasmas del público, con la capacidad para despertar sensaciones tan diversas y ambivalentes que la convierten en una producción única.
Recuerdo que vimos la serie siguiendo una rutina, que no era otra que apuntar alguna escena o capítulo que nos pareciera memorable. Miro ahora mis notas en el cuaderno y resulta que tengo nada más y nada menos que trece recolectadas. El piloto, por ejemplo, es de los que no se olvida. El musical de la segunda temporada, tampoco. O el saludo de Chris y Tony. ¿Y recuerdan la fiesta de pijamas y el MDMA en el brownie? ¿Qué me dicen del viaje a Marruecos? En definitiva, innumerables anécdotas y experiencias, buenas y malas, eufóricas y trágicas, que sirven para resumir lo que sucede en cantidad de adolescentes. Una explosión de vivencias en poco tiempo.
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