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La presencia de las producciones asiáticas es cada vez mayor en las plataformas en streaming, especialmente en Netflix, Disney + o Prime Video. No hablamos únicamente del auge del anime que cuenta con el apoyo de un incontable número de otakus que viven con pasión ... su devoción por el manga y la animación. El éxito de un filme tan llamativo como 'Parásitos', arrasando en los Oscar contra todo pronóstico, y el tirón de 'El juego del calamar', cuya segunda temporada llegará este año, terminaron de presentar al gran público una manera de entender el medio audiovisual con una mayor libertad creativa que ha enganchado a una audiencia in crescendo. Son muchas las series con label oriental que han visto la luz últimamente bajo demanda. Citamos algunas atractivas recomendaciones producidas en Japón y Corea del Sur.
El menú de Prime Video puede recordar al videoclub de antaño, cuando entrabas al establecimiento y te guiabas por las carátulas de las películas para escoger algún título que pudiera sorprenderte. Había incontables cintas de filmes irreconocibles, con diseños de portada tan infumables como fascinantes. La plataforma de Amazon sigue esta estela incomprensible, con el añadido de que no anuncian apenas sus estrenos. Las recomendaciones directas, con un mínimo de criterio o gracia, brillan por su ausencia y el catálogo acaba siendo un apabullante revoltijo de series y películas sin orden ni concierto. Entre tanta oferta caótica es fácil que pasen desapercibidas algunas singulares apuestas como la que nos ocupa, cuya tarjeta de presentación resulta sumamente anodina visualmente entre el repertorio de la tienda online. 'El juego de la muerte', a diferencia de su cubierta de diseño perezoso, esconde una idea ingeniosa que atrapa al espectador sin remedio: el protagonista, un tipo acabado al que acompaña la mala suerte, se ve obligado a entrar en una partida, infernal e inesperada, en la cual tendrá que experimentar trece maneras de morir en diferentes cuerpos. Si sobrevive tan solo a uno de estos retos, podrá seguir con vida.
La premisa principal de 'El juego de la muerte', serie basada -faltaría más- en un webtoon, plantea un divertido juego en el que participan todos los géneros imaginables. El apesadumbrado protagonista se despierta en el cuerpo de otras personas que están a punto de irse al otro barrio, lo que le empuza a ser un niño víctima de bullying, un sicario o un preso encerrado en la cárcel. El cine social se topa con escenas de acción, como si saltásemos, como espectador, de una película a otra. Cada capítulo está rodado con en tono adecuando, mezclando subtramas, algunas de las cuales van encontrándose, lo que añade interés a lo que acontece. Modelo, pintor o luchador de artes marciales, las pintorescas reencarnaciones permiten desplegar diferentes puestas en escena y un arsenal de situaciones que enganchan, con un alto nivel de pura diversión justificada.
La serie más loca del lote, disponible en Netflix. Entre el maremágnum de títulos ofertados podemos encontrar este delirio audiovisual que cuenta con una idea de partida tan absurda como impagable. ¿Qué pasaría si la mujer que habita en tu mente se convierte en un trozo de carne rebozada disponible en establecimientos de fast-food? En 'Nugget de pollo', también con sello de Corea del Sur 'El juego de la muerte', el objeto de deseo del atolondrado protagonista entra en una extraña máquina que transforma a la despistada manceba en un reluciente nugget. Si alguien se atreve a reunirse con algún jerifalte de una televisión o productora made in Spain con una idea tan hilarante es probable que le echen a gorrazos del pitching. Sin embargo, los coreanos se atreven con todo, no tienen miedo a nada. Deliciosamente ridícula, cuenta con un humor tontorrón y un sentido de la aventura de andar por casa que llama poderosamente la atención. Salvar a la chica de sus sueños es la misión del personaje principal, sumido en un viaje impredecible, emotivo cuando toca, que sirve de excusa para hablar del amor, el sentido de la amistad, las relaciones afectivas y el concepto de familia desde lugares inesperados.
Cruce no disimulado entre 'Alice in Borderland' y 'El juego del calamar'. A la espera, alargada, del estreno de la nueva temporada del que fuera el fenómeno que catapultó a la fama las producciones coreanas, 'The 8 Show' cumple y se antoja una visión más adulta y matemática del afán por competir del ser humano. En esta ocasión también se lleva ganar una cantidad astronómica de dividendos. Lo interesante de esta vuelta de tuerca al concepto de 'Gran Hermano', contaminado por la estructura de un escape room, es su exposición de la conciencia de clase y la desigualdad. A lo largo de ocho episodios somos testigos de las tribulaciones de ocho concursantes encerrados en un enigmático edificio con diferentes plantas, en cada una de las cuales el inquilino goza de una posición diferente y gana más dinero que el resto según esté alojado arriba o abajo en el bloque. La jerarquía es evidente, y con ella los privilegios o la ausencia de ellos. A medida que pasa el tiempo, los contadores de pasta aumentan, pero no de la misma manera, situación que da pie a envidias y luchas por el poder. Otra sugerente parábola social de la mano de Corea del Sur, bien llevada, con inevitables ecos de 'El hoyo' -también en Netflix, con una segunda parte en camino- en una versión quirúrgica. La discutible distribución de la riqueza en un reality show imposible termina, como no podía ser de otra manera, con estallidos de violencia.
Desde Japón con pasión, 'La última familia ninja' presenta a un clan disfuncional, aquejado de múltiples traumas, que debe retomar su antigua profesión mercenaria. Tras una misión que no acabó como esperaban, abandonaron los shurikens y las katanas y escondieron bien los esqueletos en el armario. Sin embrago, una misteriosa amenaza les obliga a recuperar la tradición familiar: saltar por los tejados, esconderse entre las sombras y vapulear a sus enemigos, después de tachar lo que toque en la cesta de la compra. Padre, madre y descendencia, también guerrera, con sus desavenencias, se enfrentan a nuevos retos con humor, ritmo y loables escenas de acción. No faltan los pasajes emotivos, la sorpresa e intriga en una propuesta disponible en Netflix que puede atraer a una audiencia mayor de la esperada. Hogar, dulce hogar… a veces.
Otro ejemplo de un producto que puede pasar desapercibido en el catálogo de Disney +, hábitat de algunas recomendaciones serializadas ocultas basadas principalmente en mangas (o webtoons) de éxito. Aunque empieza mejor que acaba, con tensión y acción, 'Una tienda para asesinos' engancha a lo largo de ocho entregas que no hacen ascos a algunas secuencias sensibleras, otra de las características del material audiovisual de alto voltaje que nos llega desde Corea, como es el caso, o el mismo Japón. La sangre se fusiona con el melodrama sin problemas. 'Una tienda para asesinos' comienza con la muerte del tío de la protagonista, una joven huérfana que recibe una herencia envenenada. Su carismático pariente lideraba un negocio sin parangón, un centro comercial armamentístico, pensado para el regocijo de los asesinos a sueldo. La incauta chica descubre que el chalet donde creció junto al familiar que le cobijaba, un sujeto misterioso, esconde un Mercadona letal en el sótano y aledaños de la vivienda. Un curioso lugar dedicado al avituallamiento de lo mejor de lo peor. Metralletas, cuchillos, pistolas, lo último de lo último en armas de fuego para el mejor postor. El problema llega cuando otros aspirantes a tomar el control del negocio irrumpen en escena con dudosas intenciones.
Lo interesante de esta apuesta, que casi le hace sombra a 'Nugget de pollo' con su planteamiento alocado, es su concepto visual, experimental por momentos. Con una cabecera llamativa, realizada con la técnica de animación, así como algunas escenas, 'Seven Orifices', con sello nipón, parte de una idea genial: en el País del Sol Naciente aparecen siete agujeros enormes que parecen gigantescos esfínteres. Nadie sabe de dónde surgen ni la razón de su existencia pero, como cabe esperar, obviando que la curiosidad mató al gato, un grupo de elegidos deciden entrar por los orificios para reconocer el oscuro terreno. Curiosamente, la serie se decanta por explorar la vida de ocho personas que se apuntan al festejo y deciden adentrarse en lo desconocido a través de las negras aberturas. Los boquetes son lo de menos, lo que interesa es hacia dónde van, y de dónde vienen, existencialmente, los motivados protagonistas. A la hora de mostrar flash-backs la serie opta por la teatralización, exprimiendo algunos sugestivos recursos visuales. Original resulta esta producción de metraje contenido que pulula por el nutrido menú de Netflix esperando a que el aguerrido usuario le de al play sin remisión.
¿Se acuerdan de 'Heroes'? Aquella popular serie sobre un grupo de adolescentes con poderes especiales, unos X-Men de andar por casa que cautivaron al personal cuando las series empezaron a ser un fenómeno equiparable al fútbol, tema de discusión en las comidas familiares y estrellas de la función en quedadas entre amistades cuando no apetece hablar de política. El fenómeno se desinfló debido a la huelga de guionistas que agitó los cimientos del negocio audiovisual estadounidense. 'Moving' va en la misma senda, pero con más brutalidad, como mandan los cánones orientales. Disney + acoge una primera temporada de 20 episodios, dato que se lleva cada vez menos. Habrá quien también relacione con 'Strange Things' esta propuesta coral, con escenas de acción sin filtros, que presenta a un grupo de chavales con dones sobrenaturales que esconden sus virtudes ante el resto de los mortales. Los perfiles de los roles principales y su desarrollo es una de las bazas fundamentales de un producto recomendable que exige al espectador un visionado pausado. Los protagonistas sufren una persecución traumática que les empuja a unir fuerzas frente a la amenaza mientras los secretos familiares del pasado salen a la luz. No hay cabida para el tedio.
Por fin un thriller detectivesco, de ritmo pausado, que se deja llevar por la oscuridad. 'El legado', otra producción de Corea del Sur, un país prolífico que cuenta con el mismo número de habitantes que España -hagan sus cálculos en términos de producción, cantidad, calidad y distribución internacional-, consta de seis episodios que despliegan una serie de asesinatos en los cuales se ve involucrada la protagonista. Tras heredar un cementerio propiedad de un familiar que no conocía en persona, se abre la Caja de Pandora. El desenlace cumple con las expectativas, eleva el listón, al igual que la atmósfera de un relato sombrío, a ratos inquietante, que hay que ver con convicción, léase concentración frente a la pantalla. El formato miniserie sigue ganando adeptos gracias a títulos como el que nos ocupa, donde el misterio es una excusa para hablar de temas de interés como el creciente individualismo en la sociedad y la obsesión por amasar fortuna lo más rápido posible. También reflexiona sobre el ente familiar, por supuesto, mientras el caos se va apoderando del pueblo donde transcurren los acontecimientos, manteniendo el suspense.
Quizás esta sea la producción con el presupuesto más caro de esta selección de títulos indispensables donde probablemente son todos los que están pero no están todos los que son. Su planteamiento apocalíptico lo exige. Doce capítulos, de una hora de duración de media, un k-drama en toda regla donde no faltan las escenas de muchedumbres al borde de un ataque de nervios y algunas escenas de destrucción masiva. Un asteroide se acerca a la tierra. Aparentemente, nada puede pararlo. El mundo que conocemos se acaba. Al ver las orejas al lobo, los más bajos instintos del ser humano florecen sin obstáculos. La acción salta de personaje en personaje, planteando varias odiseas que se entrecruzan. El puzzle no es difícil de encajar, las diferentes líneas argumentales no resultan confusas y la intriga se mantiene, a pesar de algunos altibajos. El reparto coral mantiene el tipo en 'Adiós, Tierra', cuyo objetivo primordial es reflejar el comportamiento de una sociedad en peligro de extinción. Los coreanos disfrutan sobremanera con las distopías y los cuentos catastrofistas, no necesariamente en tiempos futuros. Escalofriante.
Cabe insistir en el reconocimiento del audiovisual coreano y su excelente manejo de las claves del medio en productos que no esquivan cierto hálito comercial. El mejor género lo están haciendo ellos. Manejan el tono cinematográfico a su antojo y no se cortan un pelo a la hora de afrontar premisas delirantes y secuencias imposibles, ofreciendo espectáculo y evasión sin olvidar la reflexión. Los ramalazos de cursilería que parecen inevitables en sus exposiciones no empañan un resultado general por encima de la media. Hablamos, sí, de un país con apenas 50 millones de habitantes, con una producción sobria que genera pingües beneficios en sus propias fronteras y se difunde por todo el planeta. 'El monstruo de Séul', renovada por Netflix para una segunda temporada anunciada para 2024, es otro buen ejemplo de la capacidad de la producción coreana a la hora de afrontar proyectos complicados. Estamos ante una serie de época, que transcurre en 1945, en la que no faltan los efectos, visuales y especiales. Además de retratar una parte de la historia de un país, maneja en escena una criatura grotesca que amenaza a los protagonistas, apostando por el cruce de géneros. Metáfora de la avaricia capitalista, el cliffhanger final que ofrecen algunas entregas es razón más que suficiente para engancharse a una historia entretenida y siniestra, con algo de terror y romanticismo.
La serie más gore y salvaje del lote, que deja a 'Dexter' a la altura del barro. Cierto es que hay más escenas con diálogos, incluso oníricas, que momentos de violencia desatada, pero la hemoglobina está muy presente en esta peculiar apuesta, disponible en Netflix, que también adapta un cómic, fértil fuente de inspiración del audiovisual coreano. Un individuo del montón, de lo más corriente, mata sin querer a un asesino en serie. A partir de ese momento su vida cambia por completo y se ve sumido en una espiral de muerte y non sense. Con pasajes paródicos autoconscientes, 'La paradoja del asesino' es una gozada visual que, de nuevo, mete varios géneros en la batidora y resulta vencedora. Abstenerse estómagos débiles, aunque no falta una buena dosis de humor negro entre tanto matarile, rozando el surrealismo por momentos, con giros agradecidos.
Si en 'La última familia ninja' sus protagonistas habían dejado atrás sus maniobras de sicario en la oscuridad, en 'Una familia atípica' nos topamos con 'Moving' y somos testigos de las peripecias de una familia singular que antes contaba con poderes sobrenaturales. La aparición de una misteriosa mujer precipita inesperados acontecimientos. De nuevo el entramado familiar es objeto de análisis en la ficción, una inspiración extendida que da mucho juego. En esta ocasión cada miembro del clan en incapaz de aprovechar sus habilidades especiales debido a algún trauma interiorizado. No es difícil imaginar por dónde camina una serie estrenada en Netflix a dos capítulos por semana, de un total de doce. La chica que antes volaba ahora no puede hacerlo por un trastorno alimenticio que le ha hecho subir de peso. El chico que antes viajaba en el tiempo ya no puede porque está sumido en una depresión. Drama y fantasía se dan la mano en este curioso -y entretenido- catálogo de obsesiones para dummies.
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