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Ángel vive en un sueño que va sobre el tiempo. Un tiempo que es imposible y un sueño que podría ser verdad. Por la mañana, cuando sale a la calle, con las sábanas aún pegadas en la cara, se para en la plaza de ... Santa Ana, en Madrid, muy cerca de su casa, para saludar a la estatua de García Lorca. «Adiós, Federico», dice mientras le da un cariñoso golpe en el pie. Un diálogo que interpreta a diario como si formara parte del inevitable guión de su vida. Porque Lorca, el poeta granadino, lleva con él desde que descubrió su vocación más sincera: la interpretación.
El martes pasado, Ángel García (Pamplona, 1970) volvió a meterse en la piel de Federico García Lorca en la serie 'El Ministerio del Tiempo'. La primera vez que lo hizo, en 2015, la Unión de Actores le otorgó el Premio al mejor actor de reparto de televisión. Por ahora, a no ser que vengan del futuro, desconocemos si volverá a llevarse algún reconocimiento oficial. El oficioso, el del público y la crítica, se lo llevó de calle. Al final del episodio, Julián (interpretado porRodolfo Sancho), le interna por los pasillos del Ministerio y le suplica que no vuelva a Granada. «Te matarán el 18 de agosto de 1936», le dice.
Para que comprenda lo que significa, juntos atraviesan una de las puertas del tiempo que conecta directamente con Granada, con una cueva del Sacromonte, en 1979. Allí está Camarón interpretando 'La Leyenda del Tiempo'. «Ese es mi poema –dice Federico, asombrado–. ¿Tanto tiempo después, España se acuerda de mí? Entonces... he ganado yo, ellos no». El rostro de Lorca –esa ilusión, ese sueño, esa magia– se convirtió en el rostro de los espectadores. El vídeo de la escena, poco más de dos minutos, no para de compartirse en Internet desde su emisión y cuenta más de medio millón de reproducciones. Ángel lleva 48 horas recibiendo felicitaciones. Él, tan emocionado como su personaje, agradece el viaje en el tiempo con un cariñoso golpe en el pie del poeta. «Adiós, Federico».
"Entonces, he ganado yo, no ellos. Dejemos las cosas como están” Se cierra el círculo. Julián y Lorca. Lorca y Julián. ♥¡Gracias! ♥#MdTBloodyMary #FedericoGarcíaLorca #LaLeyendaDelTiempo #Camarón pic.twitter.com/XZDaqyBnf4
Mº del Tiempo (@MdT_TVE) May 19, 2020
–¿Se imagina a Federico viendo a Ángel Ruiz interpretar a Federico?
–¡Eso sería otro episodio! –ríe, emocionado con la idea– Sería impresionante no sólo que me viera, lo maravilloso sería hablar con él, uno de mis grandes sueños.
–¿Cómo sería esa conversación?
–Primero hablaríamos de teatro. Él era un hombre de teatro y tener una visión tan moderna y tan única en aquel entonces es algo asombroso. No ha habido creadores en el siglo XX a la altura y el nivel que tenía Federico. Después hablaríamos de cosas más personales, de él, de cómo siente... Cuando te acercas a un personaje tan complicado y difícil, tan desconocido en realidad, por mucho que se haya escrito de él, buscaría a la persona. Encontrarse con él sería un lujo tremendo.
–¿Cómo es transformarse en un personaje tan complicado y difícil?
–Lo complicado es que Lorca, a parte de ser una persona de carne y hueso, es un símbolo. Un símbolo de una España y de un sentimiento que sigue estando. Una España llena de vida. En la escena del capítulo, en esos dos minutos, había que sintetizar el alma de Lorca. Me pregunté cuál es la cualidad de Federico que a todo el mundo encandila y fascina. Y creo que es la ilusión. La ilusión es contagiosa. Lorca irradiaba fascinación e ilusión por todo lo que hacía. En eso me apoyé mucho para interpretar el personaje: un Lorca ilusionante, alegre y fascinado con todo lo que ve.
–Y eso se nota en pantalla.
–Cuando me vi moverme en el capítulo dije ¡parezco un chavalín de 19 años! Sin querer, al apoyarme en ese entusiasmo sale un niño. Ese alma inocente y llena de sabiduría que era Lorca, era lo que había que hacer. Porque eso es lo que nos quitan, lo que perdemos, lo que nos roban: la ilusión.
–Alguien me dijo una vez que Lorca gusta tanto porque engancha con el niño que todos llevamos dentro.
–Siempre que veo a Lorca, incluso en teatro, veo un niño. Un niño dolido. Tuvo una infancia acomodada, pero también sufrió bullying. Un niño rico, un niño muy especial. Esas cosas quedan ahí. Él pretendía llegar a todo el mundo y eso es algo que a mí me parece importantísimo. Hizo una labor encomiable por llevar la cultura a la calle, por resarcir al pueblo de la ignorancia y por valorar la cultura gitana y el flamenco... El flamenco es lo que es por Lorca. Por eso la escena del capítulo, con Camarón cantando 'La leyenda del tiempo', es tan bonita. Ambos dignificaron el flamenco.
–Lorca es un personaje episódico del Ministerio del Tiempo. Un pasajero. Pero, sin embargo, el personaje ha dejado una huella enorme.
–Lo atribuyo a la relevancia del personaje y al vínculo emocional que muchísima gente tiene con él. Hace que sea un personaje muy potente y que le llegue a la gente. Eso es un privilegio, una suerte. Pero, como siempre digo, es que el personaje está muy bien escrito. Todas las apariciones de Lorca están llenas de emoción. Y eso es algo que tiene mucho que ver también con el hermano de Javier Olivares, Pablo, que murió antes de empezar a rodar la serie. Pablo y Javier son los creadores del Ministerio del Tiempo. Y en el primer capítulo en el que sale Lorca, en la primera temporada, cuando Lorca y Julián (Rodolfo Sancho) se despiden, hay una despedida soterrada entre Pablo y Javier, hay dos lecturas. Cuando grabamos esa secuencia, la emoción estaba en todos los que estábamos allí. Ese amor queda. Se plasma. Y se transmite.
–¿Conoces Granada?
–No sólo la conozco, soy un enamorado de Granada. Nací en Pamplona, pero soy malagueño de adopción. Estaba cerca y he ido muchos fines de semana a Granada, a disfrutar de la ciudad.
–¿Eres lector de Lorca?
–Siempre, desde el instituto. Era de los pocos que lo hacía con gusto, a pesar de que su poesía es un tanto críptica. Hay algo que te atrapa en todo lo que hace. Hay una visión fresca, novedosa, que apela a los sentidos. Te tienes que dejar llevar. Es muy especial, no hay nadie como Lorca en el mundo y por eso ha enloquecido y seducido a artistas de corte internacional.
–Hace unos días colocaron una bandera de España a la estatua de Federico, en Madrid, y se lió un intenso debate en redes sociales. Parece que nos gusta lo de hacer bandos...
–Bandos, sí. A esa estatua la saludo yo todos los días, ¿sabes? Me parece un juego perverso de niños. Cuando veo estas cosas me viene a la mente la pelea a garrotazos de Goya. Eso es España. Otro grande, por cierto, Goya. Nadie ha definido mejor cómo nos tratamos en este país. Es triste, pero así es: bandos. En cualquier caso, es nuestra bandera, la de todos, no tiene por qué apropiársela ningún bando. Aunque parece ser que es así.
–¿Cómo has llevado este parón en el tiempo?
–¿El aislamiento? Con altibajos, como todo el mundo. En general lo he llevado muy bien. Me he dedicado a hacer esas cosas que no podía hacer antes por cuestión de tiempo. He retomado mi amor por la costura. En Málaga estudié Diseño de Moda, que dejé por mi auténtica vocación, la interpretación. Al ser un trabajo muy manual, sin pensar, se pasan las horas y da calma.
–Si pudieras viajar al pasado, ¿dónde irías?
–Iría antes de la Guerra Civil, para intentar cambiar algo. El levantamiento, por ejemplo, que no hubiera surgido. O ir a cuando Franco era un niño para intentar que fuera una persona más empática.
–¿Y en el futuro, qué tienes por delante?
–Estaba con muchos proyectos teatrales y televisivos que se han quedado ahí, parados. La obra 'El tiempo todo locura', en el Teatro Galileo, que empezaba a tener éxito. Supongo que retomaremos en cuanto sea posible. Y estaba empezando a grabar una serie, 'El pilón' (una comedia rural, con José Mota), que creo que volveremos a grabar en julio.
–¿Volverá Lorca al 'Ministerio del Tiempo'?
–No lo sé. Está en el aire. Es fácil volver a meterlo. Digamos que todo es posible en el Ministerio.
–«He ganado yo, ellos no». Qué frase.
–Estamos hablando de dejar huella. Y esa frase es muy grande. Hemos ganado a medias... –Ángel guarda unos minutos de silencio, meditando– El mundo de la cultura sigue luchando para ser escuchado, para ser valorado. Un país que olvida su cultura está destinado al olvido y al fracaso; eso que es tan lorquiano, en estos momentos, está muy vivo. La cultura sigue siendo el último vagón del tren. Sin embargo, la cultura es lo que nos da sentido, lo que crea el tejido social que nos hace tan únicos. Si nos olvidamos de eso, estaremos perdidos.
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