Secciones
Servicios
Destacamos
¿Dónde estabas tú cuando murió Lady Di? No, no hace falta contestar a esta pregunta: el solo hecho de plantearla ya da una idea del alcance de su figura y de cómo su temprana muerte impactó al mundo. Pero la primera parte (la segunda ... se estrena en Netflix en diciembre) de la sexta y última temporada de 'The Crown' comienza contestando a esa cuestión al concentrarse en lo que hacía un parisino anónimo esa noche: sacar a pasear al perro. Él escucha el estruendo del accidente en el túnel del puente del Alma, un accidente que no vemos. Y ni falta que hace: Peter Morgan no se regodea en los aspectos más morbosos. Ni en ese momento, ni en los posteriores. Lo que hace es contarnos cuáles son las circunstancias que desembocan en ese desenlace trágico e imprevisible.
Para ello, Morgan repasa las ocho semanas anteriores a la muerte de Diana, mostrándonos a una mujer radicalmente distinta al príncipe Carlos y, por tanto, a la familia real: en la primera escena Diana, acompañada de sus hijos, se dirige en su coche a la residencia campestre de los Blair con 'Tubthumping', de Chumbawamba, a todo trapo. Sí, Diana es más de pop que de música clásica, y de sol y de calor que de bruma escocesa. Es por eso por lo que parece vivir un verano eterno entre yates, mansiones, aviones privados, París, Montecarlo y Portofino, los escenarios de su romance con Dodi Al-Fayed, frente a Balmoral, la caza, el 'kilt' y el estricto protocolo. Diana quiere llevar una vida de estrella de Hollywood, ser libre sin renunciar a sus privilegios.
Su romance con Dodi es seguido y perseguido por la prensa. Diana adora las cámaras, pero odia a los paparazzi, y su popularidad no cesa de aumentar, ante la incomprensión de los Windsor, que no entienden cómo los británicos aprecian más el escándalo y el comportamiento errático que la dignidad y la solidez de la Corona. Por eso es fundamental hacerse con el relato. Y, antes de X (Twitter), eran las portadas de los tabloides británicos los que decidían el ganador; de ahí la importancia de las imágenes: si Carlos se retrata junto a sus hijos para mostrar la línea de continuidad en la sucesión, Diana aparece fotografiada besándose con Dodi Al-Fayed en su barco, o cabizbaja y pensativa con un bañador azul sentada en el trampolín del yate atracado en Portofino. Y esa es una de las mejores cosas que hace 'The Crown' en esta temporada: contarnos (o imaginar, la mayoría de las veces) qué hay detrás de esas fotos famosísimas, cómo se hicieron y con qué motivo.
Obviamente, Diana (interpretada miméticamente por Elizabeth Debicki, con ese cuello tronchado y esa mirada hacia el suelo que, al levantarse, es la de un cervatillo desvalido), es la gran protagonista, relegando a la reina a un papel secundario. Eso, quizás, es lo que ha hecho que parte de la crítica y del público no haya acogido con demasiado entusiasmo esta nueva entrega: por un lado, resultan más interesantes las primeras temporadas, centradas en la vida de Isabel II y en aspectos mucho más desconocidos de la historia; por otro, que esta primera parte gire en torno a la figura de Diana hace que parezca una miniserie dentro de la serie. Si a eso añadimos que conocemos sobradamente al personaje y que siempre resulta mucho más difícil reflejar hechos cercanos en el tiempo debido a que aún están frescos en nuestra memoria, son comprensibles las críticas. Entonces, ¿qué aporta esta temporada de 'The Crown'? Pues lo que ha aportado siempre: ficción.
No solo Morgan vuelve a imaginar la realidad (según la serie, fue el padre de Dodi el que pergeñó el romance, hasta el punto de afirmar que llamó a un fotógrafo para que captara el beso entre Diana y Dodi y, así, acelerar el compromiso, algo que el propio paparazzo ha desmentido), sino que la reimagina: si en 'The Queen' el mismo Morgan contó, magistralmente, los días posteriores a la muerte de Lady Di, aquí se atreve a volver a hacerlo, cambiando a Tony Blair por el príncipe Carlos, ya que, en esta ocasión, no es el Primer Ministro quien convence a la reina Isabel de la necesidad de que la familia real muestre empatía con la muerte de Diana al percatarse de que el pueblo la ha convertido en santa súbita, sino el príncipe Carlos. Y sí, esa realidad se narra de la misma manera folletinesca en la que la vivió una Diana banal. Hay, por tanto, una correspondencia entre lo que se cuenta y cómo se cuenta.
Lo cierto es que, 26 años después de su muerte, la pregunta de dónde estabas tú cuando murió Lady Di sigue siendo pertinente. Ahora, 'The Crown' me lo ha recordado: me veo recién levantada, en pijama y con una resaca épica (sí, nos enteramos un domingo por la mañana) que se me pasó en cuanto escuché la noticia. A otros les pilló peor. O mejor, según se mire: según cuenta Jaime Peñafiel, cuando se intentó localizar al entonces presidente francés, Jacques Chirac, para comunicarle la dramática noticia, él estaba en la cama con Claudia Cardinale. También afirma el periodista que el incendio del castillo de Windsor sorprendió a Felipe de Edimburgo en Buenos Aires en brazos de la madre de Sarah Ferguson, su nuera. Ni siquiera Peter Morgan fue capaz de escribir algo así.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.