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Seguro que Shonda Rhimes se lo pasa bomba escribiendo. Entre otras cosas, por la soltura con la que se inspira libremente en hechos históricos y por la destreza con la que los utiliza a su conveniencia, algo que, para curarse en salud, advierten al inicio ... del primero de los seis episodios que conforman 'La reina Carlota'. Por otro lado, nada nuevo frente a las cámaras: si en la vida real los médicos frungieran tanto como hacían en 'Anatomía de Grey', no tendrían tiempo ni para recetarnos ibuprofeno.
'La reina Carlota: una historia de Los Bridgerton' retoma el personaje que ya apareciera en la serie original para contarnos cómo Carlota (India Amarteifio), por aquel entonces una jovencísima duquesa alemana, llega hasta el trono de Inglaterra tras verse atrapada por un contrato de compromiso que su hermano ha firmado con el rey Jorge III (Corey Mylchreest). Carlota, en contra de su voluntad y por cuestiones meramente estratégicas y mercantiles, se ve convertida en la futura esposa de un rey al que no conoce. Pero ¡oh, sorpresa!: cuando se encuentra con Jorge comprueba que es un muchacho encantador, guapísimo. Y lo es, ya que Corey Mylchreest parece Tom Cruise con treinta años menos. Entonces, si el amor surge entre los protagonistas nada más verse, ¿cuál es la trama de la serie? Pues la inestabilidad mental del rey y las consecuencias que de ella se derivan tanto para su matrimonio como para la gobernanza del estado.
Esta historia del pasado pone los cimientos de lo que ya conocemos, entre otras cosas la amistad entre la reina Carlota y Lady Danbury (Adjoa Andoh), y entre esta y Lady Violet Bridgerton (Ruth Gemmell), y se va intercalando con la que tiene lugar en el presente, en el que una adulta reina Carlota (Golda Rosheuvel) sufre desesperadamente porque ninguno de sus numerosos hijos tiene un heredero que dar a la corona. Entretanto, los mismos ingredientes del éxito: azúcar, intrigas, romance, hombres con el torso desnudo, mucho entretenimiento y más encanto banal y carnal. Por eso no importa si la reina Carlota era o no negra porque, como ya hiciera en 'Los Bridgerton', Shonda se lo juega todo al vestuario, a la producción lujosa, a la química entre sus protagonistas, al ritmo y al erotismo suave. Por cierto, Netflix ha sacado un aviso en el que minuta, episodio por episodio, las escenas más fogosas para que, llegado el caso, aquellos adolescentes que estén viendo la serie con sus padres puedan salir de la habitación y evitar la vergüenza. «Momentos en la corte que dan corte», dicen. O la vuelta de los dos rombos.
Shonda no solo se lo pasa bien escribiendo, sino también rescribiendo el siglo XVIII con la mirada del XXI. De hecho, en esta precuela de 'Los Bridgerton' se habla del Gran Experimento, un intento de integrar a las personas no blancas en la corte. ¿Existió? No. ¿A Shonda le da igual? Sí. Como jefaza que es, se imagina una Inglaterra mucho menos racista y más diversa de lo que era en realidad, y una sociedad en la que las mujeres eran conscientes de su sometimiento al patriarcado, de sus ansias de libertad y hasta de sus necesidades sexuales pasados los cincuenta. Y tanto disfruta Rhimes que se permite una escena en la que la madre del rey le ordena al pintor de cámara que aclare la piel del retrato de Carlota porque es demasiado oscura. ¿Será el dardo envenenado que lanza a la familia real británica por lo que contó Meghan Markle? En Shondaland todo es posible.
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