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De unos años a esta parte, parecía que la comedia romántica había iniciado un nuevo rumbo al romper viejos clichés y volverse más ácida, más realista. Pero ha bastado la llegada a Netflix de 'Nadie quiere esto' para que vuelva a triunfar la 'romcom' de ... siempre, la que parte de un chispazo amoroso entre dos personajes para desarrollarse a través del conflicto que surge al tener vidas opuestas. Porque cuando el amor llega así, de esta manera, uno no tiene la culpa.
No la tienen ni Noah, un rabino que acaba de terminar una larga relación con su novia, ni Joanne, una mujer que ha sufrido varios desengaños amorosos y que habla de ellos junto a su hermana Morgan en el podcast que comparten. ¿Y por qué surge el conflicto? Porque Joanne es lo opuesto al tipo de mujer que el círculo de Noah quiere para él: no solo no comparte su religión, sino que, además, se aleja mucho de la imagen de su anterior pareja, una chica judía de familia respetable. Pero el conflicto propuesto es de baja intensidad, por tanto, no hay comparación posible entre este 'hot rabbi' y el 'hot priest' de 'Fleabag'. Tampoco entre las series: ambas son comedias, pero si en la de Phoebe Waller-Bridge se muestran verdades dolorosas, en 'Nadie quiere esto' lo que hay es la respuesta a ese deseo de seguir creyendo que el amor no solo es posible, sino también eterno porque nunca será pasto de la realidad cotidiana.
Así, la serie de Netflix es una comedia romántica clásica en el mejor sentido de la palabra. Bien escrita, y enriquecida con esgrima verbal y algún punto de ironía, resulta confortable y cálida, y se apoya en la química de la pareja protagonista, Kristen Bell y Adam Brody, dos iconos millennials ('Veronica Mars' y 'The O.C.') que interpretan a los personajes inspirados en la historia amorosa de la creadora de la serie, Erin Foster, que también se enamoró de un chico judío y acabó convirtiéndose a su religión. Pero, sobre todo, es el personaje de Brody el que ha despertado pasiones entre las mujeres heterosexuales de medio mundo: Noah es divertido, inteligente, achuchable, encantador y cercano, lo que todas entendemos por un buen tipo. Y, además, es terriblemente atractivo. Como para no suspirar.
Por si la química entre la pareja no bastara, los protagonistas tienen dos escuderos de peso: Morgan, la hermana de Joanne, y Sasha, el hermano de Noah, interpretados por dos actores que se alejan de los papeles que les hicieron famosos, Justine Lupe, la Willa en 'Succession', y Timothy Simons, el grimoso John Ryan de 'Veep'. La divertida dinámica entre los cuñados, que parte de una relación conflictiva para convertirse en una amistad que parecía improbable, es tal que, en algunos capítulos, acaba robándole protagonismo a la pareja central.
Basada en el esquema tradicional, pero revestida con un barniz de modernidad (ella es la de relaciones inestables, la que tiene miedo al compromiso), 'Nadie quiere esto' es la nueva vieja comedia romántica de la temporada, tan disfrutable e inofensiva (nada te turbe, nada te espante) que ya se ha confirmado una segunda entrega para que las amigas sigan suspirando en las cenas por el rabino buenorro mientras piden la segunda botella de vino blanco.
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