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Hace años, una amiga me comentó que le había fascinado 'La ira de las uvas', de Steinbeck. Todavía me río al pensar en aquellas uvas cabreadas. A pesar de que mi amiga le diera la vuelta, 'Las uvas de la ira' sigue siendo un buen ... título. También lo es el título de la serie de Disney+ 'La otra chica negra', ya que ese 'la otra' indica que solo hay dos mujeres negras. ¿Y qué mundo es tan cerrado y tan blanco como para tener una diversidad racial minúscula? Según Zakiya Dalila Harris, el editorial. Y sabe de lo que habla: Harris, autora de la novela original, además de coguionista y productora ejecutiva de la serie que la adapta, solo tuvo otra compañera negra durante los tres años que pasó como editora asistente en Penguin Random House.
En el caso de Nella Rogers (Sinclair Daniel), su colega aún no ha llegado a Wagner Books, la editorial en la que trabaja. De momento, Nella es la única chica negra, y está harta de soportar microracismos, aunque algunos estén disfrazados de buenas intenciones. Pero Nella se esfuerza por encajar en su lugar de trabajo, y no ceja en su empeño de ser una buena editora: admira profundamente la figura de Kendra Rae Phillips, la única mujer afroamericana que ha trabajado antes que ella en Wagner Books y que, en los 80, consiguió convertir en un éxito de ventas 'Burning Heart', el libro escrito por su amiga afroamericana Diana Gordon. Pero, tras aquel repentino éxito, Kendra Rae desapareció.
Con la llegada a la editorial de Hazel (Ashleigh Murray), la otra chica negra del título, Nella se muestra entusiasmada: al fin tiene una aliada para luchar contra un mundo eminentemente blanco, tanto que ni siquiera es capaz de ver que uno de sus escritores estrella ha escrito un libro racista. Pero, al poco tiempo, Hazel comienza a comportarse de una forma tan extraña que genera desconfianza en Nella, y lo que parecía ser una historia sobre dos mujeres que se unen para ayudarse mutuamente en un entorno laboral hostil, se vuelve una extraña mezcolanza de géneros: thriller, terror sobrenatural y comedia. Y ese revoltillo remite, rápidamente (y explícitamente, ya que se le menciona en un capítulo) a Jordan Peel.
El problema de 'La otra chica negra' es el desequilibrio entre esos géneros: la sátira del mundo editorial en general y blanco en particular funciona realmente bien; de hecho, ese aspecto llega a resultar más atractivo que el thriller en sí mismo, que resulta un tanto confuso. Además, los toques de humor no siempre son acertados: mientras que en unos casos contribuyen a aliviar la tensión, en la mayoría acaban desconcertando al espectador, que no sabe muy bien qué está viendo.
A pesar de ello, la serie consigue crear una atmósfera y una tensión que hacen que permanezcas pegado a cada uno de sus diez episodios de media hora de duración. Y, aunque el misterio sea el hilo conductor de la serie, en el fondo subyace un tema de enjundia: dejarse devorar por el sistema a cambio del éxito o resistir. Lástima que esa idea acabe difuminándose entre luces parpadeantes, giros locos y apariciones espectrales.
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