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Altísimo el nivel técnico del medio audiovisual nacional. Es un hecho palpable en nuestro cine, ahí están los galardones acumulados por 'La sociedad de la nieve', extensible al terreno de las series. 'Reina Roja' apunta fuerte en este sentido. El producto viene avalado por Amazon, ... que ha puesto toda la carne en el asador, partiendo de una materia prima que ya cuenta con numerosos seguidores. El libro homónimo del estajanovista Juan Gómez-Jurado, el primero de una popular saga interconectada, es un best-seller incontestable, con todo lo bueno y malo que ello conlleva. Los fans de las novelas han aprobado la traslación a imagen real de este thriller escrito con oficio (y plantilla), algo que raramente ocurre, sobre todo desde que las redes sociales ejercen de atroz altavoz de los ofendidos.
El comienzo del primer episodio, la presentación de los personajes principales, derrocha imaginación visual en manos de Koldo Serra ('70 binladens', 'La casa de papel'), cineasta curtido en la pequeña y gran pantalla que sabe lo que hace. Director esencial de la propuesta, con la colaboración en algunos capítulos del mexicano Julián de Tavira ('Falco', 'El colapso'), se hace notar el hecho de que exista un narrador experimentado detrás de las cámaras, una virtud en desuso. Hay cariño en la descripción de Antonia Scott, una mujer atormentada con un coeficiente intelectual astronómico, y Jon Gutiérrez, un investigador corpulento, apegado a su «amatxu», con un corazón que no le cabe en el corpachón. Hovik Keuchkerian ('Antidisturbios'), de inefable físico, interpreta al agente vasco mientras Vicky Luengo -no se la pierdan en la obra teatral 'Pria Facie'- encarna a esa chica impredecible, extremadamente inteligente a su pesar, que es reclamada por una organización gubernamental, menos secreta de lo que quisiera, para solucionar crímenes complicados. La reina y su escudero se enfrentan a un caso extremo, el secuestro de una rica heredera tras la aparición de un cadáver con el cráneo seccionado quirúrgicamente, entre otras lindezas. El escenario es sumamente atractivo para los amantes de las ficciones detectivescas.
'Reina roja' respeta el libro de partida, no en vano su autor ha participado como asesor de un proyecto ya disponible, con sus siete entregas, en Prime Video. La serie no ha tardado en colocarse en los primeros puestos de la conocida plataforma. Ha contado con una promoción excepcional para llegar a una audiencia mayor, más allá del público cautivo amante de la prosa del responsable de 'Cicatriz', que ya cuenta con otra adaptación en carne y hueso en marcha. La historia se sostiene en la química del dueto protagónico, fiel al esquema de otras propuestas policiacas. No es una serie procedimental, como 'C.S.I.'. El arco argumental se extiende a lo largo de todas las entregas, pero la fórmula está ahí, no se esconde, revestida con algunas vibrantes soluciones visuales (atención a la forma en que Antonia baraja las posibles lecturas de una escena del crimen). Es esencial, para disfrutar del espectáculo, encariñarse con el trabajo de Luengo y Keuchkerian. Quien no entre en su juego, en el toma y daca propio de una buddy-movie (película de colegas), a través de diálogos que buscan la naturalidad -con algunos chistes de andar por casa-, tiene difícil gozar con el planteamiento de una iniciativa que tiene claro su target.
Aparentemente, no han escatimado en medios en 'Reina Roja'. La factura es notable, cumple con los deseos de los lectores fieles a la obra original y aprovecha el carisma de un reparto que funciona, a pesar del titubeante trabajo de algunos secundarios que pierden el tono, probablemente porque les han encomendado a su suerte en una producción tan grandilocuente (la voz de Alex Brendemühl). El buen ritmo ayuda a devorar el lote de capítulos, estrenados en bloque. Choca, inevitablemente, al ávido consumidor de cultura popular, acostumbrado a la lectura del género negro, o a devorar thrillers de peso, la sucesión de situaciones rocambolescas en pos del suspense. Lo tics están ahí, burbujeando en todo el metraje, para el regocijo de espectadores aficionados a lo evidente que saborean lo que les echen. Envidiados por el que esto escribe, incapaz de asumir que en la reiteración está la diversión, comparar esta gran apuesta nacional, de lúcido empaque y contenido rebatible, con la ficción británica contemporánea en la misma línea, más oscura y adulta, se hace cuesta arriba. Pero ahí está, en los posibles defectos a ojos de los empollones de la clase, el secreto del éxito. Sencillamente disfrutable, que ya es mucho.
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