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'Nuevo sabor a cereza', una maravillosa rareza
Miniserie ·
La venganza sobrenatural se le va de las manos a la protagonista de la serie más estrambótica del año. Quizás no vuelva a estrenarse en 'streaming' nada semejanteSecciones
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La venganza sobrenatural se le va de las manos a la protagonista de la serie más estrambótica del año. Quizás no vuelva a estrenarse en 'streaming' nada semejante'Nuevo sabor a cereza' ha sido una de las series más refrescantes de este verano que se nos va. Estrenada casi de tapadillo en el menú de Netflix -sin el bombo y platillo que la popular plataforma otorga a las sobrevaloradas series de Mike ... Flanagan, por ejemplo-, ha vuelto a poner de moda entre los más cinéfilos algunos manidos adjetivos que esta vez tienen sentido, entre ellos el sobado término «lynchiano», o el menos trillado «cronenbergiano». A toda propuesta excéntrica se le calza la etiqueta que adapta el apellido del creador de 'Twin Peaks', cineasta abonado al onirismo y la ilógica desde el punto de vista del modo de representación convencional. Situada entre el drama y el thriller sobrenatural, con unos toques de horror abstracto, esta exultante miniserie de ocho entregas despierta filias y fobias, y no es de extrañar, dada su condición de rara avis. Su acción transcurre en los años 90, en la ciudad de Los Ángeles, donde una joven cortometrajista, ojo al dato, va a parar en busca de fortuna. Quiere ser directora de cine y está dispuesta a (casi) todo con tal de conseguir su meta, incluyendo la posibilidad de pasearse por el reverso tenebroso de la meca del cine.
'Nuevo sabor a cereza' no oculta sus referencias, se regodea en ellas, ofreciendo al espectador libre de prejuicios un cóctel extravagante, incluso explosivo, de impredecible asimilación. No es una producción que se pueda recomendar a la ligera, ya que se empeña en desconcertar al público capítulo a capítulo -sobre todo a partir del tercero-, con algunos golpes de timón, y efecto, tan delirantes como desconcertantes. Se suceden secuencias incómodas, con algunas imágenes de estética voraz e idas de olla que sitúan la historia entre 'Mullholland Drive', de Lynch, o 'eXistenZ', de Cronenberg -inspiración no confesa de 'Origen', de Nolan-, pasando por 'Barton Fink', de los Coen, o 'Carretera perdida'. Perturbar nuestras retinas es el objetivo de una propuesta que viene avalada por el talento del responsable de una de las mejores series de terror de los último tiempos, Nick Antosca, mente pensante tras la indispensable 'Channel Zero'. Firma junto a Lenore Zion la creatividad de este viaje esquizofrénico que parte de la novela noventera de Todd Grimson, de la que absorbe tan solo un tercio (no hay una continuación prevista con una nueva temporada).
«Es desagradable, ofrece ideas repulsivas...», comentaba, rasgándose las vestiduras, un crítico de la revista 'Time'. En paralelo, una legión de seguidores del fantaterror encumbraban la misma ofrenda viscosa en las redes sociales por su virtuosismo a la hora de enredar a la audiencia. Capacidad de sorpresa le sobra a esta audaz serie, supuestamente autoconclusiva. Ver a la protagonista, Rosa Salazar, el rostro de 'Alita: Ángel de combate y 'Undone' bajo los pixeles, vomitar gatitos, no es plato para todos los gustos. No deja indiferente esta controvertida muestra de venganza y ocultismo que co-protagoniza la veterana Catherine Keener, en la piel de una bruja carismática cuyos hechizos se salen de lo paranormal. En general, el reparto se maneja con soltura, a pesar del inclasificable espectáculo en el cual se ve inmerso. El final pincha ligeramente, aquejado por el «efecto gaseosa», pero la combinación de géneros es un plato ideal para los más cinéfagos.
De culto inmediato, hay quien ha relacionado 'Nuevo sabor a cereza' con 'Arrebato', de Iván Zulueta, mostrando un excesivo entusiasmo. La hipnótica 'The Neon Demon', de Nicolas Winding Refn, está ahí, palpitando, remitiendo al giallo de Argento con una estética que muta a conciencia dependiendo del momento. Realismo mágico retorcido al servicio de un relato amoral que señala los tejemanejes que se viven en Hollywood, su lado salvaje y absurdo, en los límites de la realidad. La tierra de los sueños y los horrores.
Los demonios internos son expulsados de manera orgánica, adquieren fisicidad, en una pesadilla burlesca que goza de una buena banda sonora, con temas de Primus, Pixies, Phill Collins, R.E.M., Love and Rockets, Low, Superchunk, Talking Heads, The Black Keys, AC/DC, Led Zeppelin, Veruca Salt o The Bangles, entre otros destacables artistas musicales. Aunque cuenta con baches en su desarrollo, 'Nuevo sabor a cereza' es una experiencia absoluta, rematadamente diferente, para el espectador medio, lo que es de agradecer en los tiempos que corren. Toca aplaudir a Netflix, que se ha atrevido a apostar por una producción radical en su parrilla. Probablemente no ha sabido cómo vender el producto a su target habitual, pero ahí queda como fondo de catálogo. Es un pelotazo, un cuento de hadas donde las criaturas mágicas se convierten en monstruos. Un puestón alucinógeno cuya resaca depende del interés de cada cual como devorador de imágenes.
'Nuevo sabor a cereza' está disponible en Netflix.
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