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Debido a la nueva normalidad instaurada por la pandemia, las colonias estivales para niños y niñas no están en su mejor momento. Ante la dificultad de apuntar a los más pequeños a mil y una actividades extraescolares, para que no den la lata más de ... la cuenta, se mantiene la posibilidad de entretener a los infantes frente al televisor, o cualquier pantalla amiga -últimamente, el móvil o la tablet-. En DisneyPlus son conscientes de esta realidad, saben que los churumbeles están de vacaciones, con lo cual no hay fecha mejor para estrenar en la plataforma bajo demanda su nueva serie infantil, 'Monstruos a la obra', hábil continuación del clásico de Pixar. Se antoja un paso natural este esperado lanzamiento, tras expandir el universo de Marvel y Star Wars con varias propuestas en formato serializado que exprimen el tirón de las franquicias.
Mike Wazowski y James P. «Sulley» Sullivan vuelven a la carga, con las voces de José Mota y Santiago Segura en la versión doblada al castellano (que hacen, por cierto, un excelente trabajo, siendo actores además de famosos, ahora que ha saltado la polémica con el doblaje de Lola Indigo y Lola Bunny en la nueva 'Space Jam'). Nuevos personajes, con más presencia en la historia, se unen a las criaturas entrañables que ya conocemos en una temporada de diez episodios, tipo sitcom, de poco más de veinte minutos de duración cada uno. Solamente falta Boo, la niña que descubre el pastel en la película original. Al parecer, los creadores no querían que evolucionase la relación de la pequeña con Sulley, ya que se quedó en un punto ideal. Ciertamente, suele ser mejor no tocar ciertas cosas, un cuento que se aplica pocas veces el negocio audiovisual.
Si en 'Monstruos University', una buena precuela, con algunas escenas hilarantes -como la secuencia de la competición estilo 'Humor amarillo'- era Mike quien tenía que demostrar su valía y emplearse a fondo para lograr asustar a los críos como el que más, en 'Monstruos a la obra' es un nuevo rol, Tylor Tuskmon, quien tiene que dejar claro quién manda… a la hora de hacer reír a la chavalada. Monstruos S.A. ha cambiado de modelo de negocio seis meses después del final de los acontecido en la cinta original. «Asustamos porque nos preocupamos», su antiguo lema, ha dado paso a otro planteamiento muy diferente, completamente opuesto.
Ya no se lleva el monstruo asustador, ahora es el bromista, porque las bombonas se llenan de risas en vez de sustos, aportando mucha más energía a la ciudad de Monstruópolis. Cada vez que atraviesan una de las puertas dimensionales para irrumpir entre las sombras en la habitación de un indefenso ser humano, los engendros de colores tienen que lanzar chistes en vez de gruñidos. Este cambio en la empresa provoca cierto desconcierto en las nuevas incorporaciones a la plantilla. Los estudiantes universitarios, recién graduados, vienen preparados para sembrar el pánico y no saben desenvolverse como bichos graciosos, con lo cual se generan situaciones embarazosas, rocambolescas e inesperadas. Por cierto, ¿dónde queda el «sustiyoga»?
'Monstruos a la obra' llega dos décadas después del éxito de 'Monstruos S.A.', ahí es nada, y cuenta con la estructura de una comedia de situación al uso. No se centra únicamente en su público potencial, también pueden disfrutar con su desarrollo, que promete gratas emociones, los espectadores adultos. Es un espectáculo familiar, de buen ritmo y mimado aspecto visual. El nivel de acabado de la animación es similar al de las películas, no hay llamativos recortes en este sentido. Un cabecera de estética vintage inaugura el show, protagonizado por una sección de la compañía tan importante como silenciada, EIMSA, léase Equipo de Instaladores de Monstruos S.A. Es decir, los que manejan las llaves y los tornillos, un grupo de mecánicos cuya labor resulta indispensable para que las bombonas que conservan risas, antes gritos, lleguen a buen puerto. Lo suyo es el mantenimiento de la planta al máximo rendimiento.
La Fábrica de Sustos, reconvertida en la Fábrica de Risas, acoge las principales tribulaciones de la pandilla de monstruos, cuya interacción apuesta por un delicioso humor, a ratos surrealista, que se apoya en chifladuras habituales. Algunos gags vienen de la propia fisonomía de las criaturas, por supuesto, explorando algunos momentos histriónicos que buscan la sonrisa cómplica. 'Monstruos a la obra' explota, por tanto, lo que ya funcionaba en las películas, con más calma. Cumple con nota, a pesar de que las comparaciones con el material de partida son inevitables. Cada miércoles se estrena en streaming una nueva entrega.
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