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'Escenas de matrimonio' y, sobre todo, 'Aída' fueron el trampolín que puso a Miren Ibarguren (San Sebastián, 42 años) en el mapa de la industria audiovisual española. Actriz todo terreno pero con un don absoluto para la comedia, Ibarguren, que tuvo un hijo hace ... seis meses con Alberto Caballero, creador de series como 'La que se avecina' o 'Machos alfa', ha ido compaginando cine y televisión, participando en películas como 'Fe de etarras' y 'Operación Camarón', mientras se metía en la piel de Yolanda Morcillo en 'La que se avecina'. Ahora regresa a Movistar Plus+ con la segunda temporada de 'Supernormal'.
-En esta entrega se cambian los papeles. Alfonso (Diego Martín) se lanza a poner una boutique dental, mientras Patricia Picón, recién dada a luz, se queda en casa cuidando de la prole. ¿Qué más novedades veremos?
-Hay personajes nuevos, personajes llamita, que encienden por ahí unos fuegos, que mueven mucha trama, y la verdad es que hay mucha comedia y se habla de muchas cosas con mucha risa, lo que es de agradecer.
-La ficción ahonda en el 'sacrificio' de Patricia, un sacrificio que muchos personajes juran y perjuran que no le han pedido. ¿Tan difícil es quitarse el título de cuidadora?
-Hombre, se decidió que las mujeres eran inferiores y que tenían que estar para servir y eso está todavía en el cerebro reptiliano, seguimos ahí. Yo creo que en este caso no es del todo así. Hay una parte que sí, pero creo que el hecho de que Patricia se quede en casa tiene algo más que ver con que siente mucha vergüenza por haber sido despedida, que es otro de los grandes temas de hoy en día: la sociedad juega mucho con tu vergüenza. Y parece que ella se esconde un poco en casa, lo he pasado mal y me voy a recluir un poco con la excusa de que él abra su boutique dental.
-También se apunta a la necesidad de Patricia de seguir trabajando para sentirse realizada, a pesar de haber dado a luz recientemente. Acaba de ser madre, ¿se ha visto interpelada?
-Pues mira, a raíz de haber sido madre, he podido estar seis meses en casa, que creo que no he estado seis meses en casa desde que iba a EGB, he podido estar con mi hijo, cuidándolo, haciendo la crianza, la lactancia, etc. Es verdad que me siento identificada con Patricia porque si estás solo en casa, te falta tu parte laboral, que te completa como humana, claro. Si estás solo en lo laboral, por lo menos a mí antes, me faltaba mi hijo porque deseaba tener una familia. Lo cierto es que ahora cuando voy a trabajar tengo medio cerebro en el rodaje y el otro medio en casa.
-Parece que avanzamos hacia una mayor conciliación, pero las críticas a las altos cargos que deciden acortar su baja no cesan. ¿Hay que tener opinión de todo?
-Sigue sucediendo esto porque creo que hemos avanzado mucho en la lucha feminista y eso sienta mal porque se van a mover muchos sillones y cargos de sitio y eso no le viene bien a todo el mundo. Yo he oído muchos comentarios de «¿ahora la vas a coger que quiere ser madre? No la contrates ahora, que se va a quedar embarazada». En muchas entrevistas de trabajo te preguntan si tienes hijos, yo he escuchado incluso decir «contrata a esta, que acaba de ser madre y tiene una hipoteca alta, que te lo hace barato». La gente, gracias al movimiento feminista, ya se va cortando de hablar de este tipo de cosas o de los cuerpos de los demás, pero esto estaba pasando hace nada.
-La suya es una profesión muy vinculada al aspecto físico, ¿le preocupó quedarse sin trabajo por el embarazo?
-Ha sido la vez que he tenido mayor miedo, cuando pensaba en quedarme embarazada. Pensé: «No me van a llamar». Y he currado mogollón estando embarazada, o sea que en ese sentido me he sorprendido a mí misma, y me han sorprendido para bien las productoras. Luego decía, después de parir a ver qué pasa, porque tengo muchas compañeras que me han hablado de eso, de que iban a tardar en volver a llamarme, pero parece que eso también está cambiando porque he vuelto a trabajar enseguida.
-¿Se va ese miedo en algún momento dado?
-No, la hipoteca hay que pagarla. Ten en cuenta que nosotros igual sí que trabajamos más seguido ahora, pero es verdad que pagamos una barbaridad de impuestos. Si haces una película, tampoco te llega para estar meses viviendo de ella.
-Se generó una gran polémica cuando se reveló la trama de Yoli, su personaje en 'La que se avecina', que incluía un 'fat suit', un traje de mujer obesa. ¿Cómo vivió las críticas desde dentro?
-Mira, por un lado, entiendo una parte de la queja. Lo que no entendí es ese «de obesa solo puede hacer una actriz obesa» que muchos decían. Eso ya me sacó de contexto absolutamente porque no tiene sentido. Creo que las actrices son actrices, más allá de su físico, podemos hacer de muy delgadas o muy gordas. Básicamente esta es una profesión que consiste en transformarse en otras personas. Desde luego que 'La que se avecina' es un tipo de serie disparatado, en la que se dicen muchísimas burradas, pero me llama mucho la atención que les moleste tanto el 'fat suit' y del pescatero no digan nada (ríe).
-¿Qué es lo que más le sorprendió del asunto?
-Había gente que decía que las gordas tienen que hacer de gordas, lo que es una barbaridad porque es encasillar más. Otras me echaban la culpa a mí por aceptar, otros a los guionistas. A mí me gustaría estar en una sociedad en la que se pudiera hablar de historias y personajes que no hicieran daño a la gente de la calle, que los cuerpos no tuvieran tanta importancia y que no hubiera gente que se tenga de defender de un personaje de ficción.
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