'London Spy', arcoíris noir
Pasó desapercibida ·
Una historia de amor gay envuelta en un adictivo thriller de espías. El escritor Tom Rob Smith creó para la BBC 'London Spy', con la inmensa Charlotte RamplingSecciones
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Pasó desapercibida ·
Una historia de amor gay envuelta en un adictivo thriller de espías. El escritor Tom Rob Smith creó para la BBC 'London Spy', con la inmensa Charlotte RamplingDanny (Ben Wishaw, quizás le suene como el 'Q' millennial de las últimas pelis de Bond) es una lisérgica ave noctámbula que sobrevuela los clubs con más decibelios de Londres. Alex (Edward Holcroft) es un ejecutivo con aires de adonis engominado. Los muchachos ... llevan unas vidas tirando a divergentes, pero el caso es que se un día se encuentran al alba, cuando uno sale de un garito puesto hasta las cejas y el otro sale a hacer footing entre la espesa niebla por las orillas del Támesis. Entre ambos surge una historia de amor improbable que dura bien poco. Este es el punto de partida de 'London Spy', una miniserie del escritor Tom Rob Smith –el ávido lector de novela negra no debería perderse su estupenda 'La Granja'– para la BBC Two que en España se puede ver en Netflix, buceando un poco entre su maraña de títulos.
La ficción cuenta cómo, tras un par de tórridos encuentros y una escapadita romántica, el aparentemente Mr. Perfect de Alex desaparece –se hace un 'ghosting' de manual– y le deja al descubierto al bueno de Danny, una cara 'b' de lo más sórdida. En su apartamento impoluto se esconde una mazmorra convenientemente decorada para darle al sadomasoquismo. También una maleta (cualquier parecido con el caso del rey del cachopo es pura coincidencia), con un cadáver putrefacto y desmembrado. A partir del hallazgo, se desata una truculenta trama trufada de códigos secretos, contraespionaje y conspiraciones varias. Con el MI6, el servicio secreto británico de por medio, todo resulta tan intrincado que la orientación de los protagonistas pronto pasa a un segundísimo plano.
Bien mirado, 'London Spy' quizás pase por ser una de las ficciones televisivas que, de forma involutaria, más ha hecho por la normalización (por cierto, qué término más rancio éste) del colectivo LGTB en los últimos tiempos. Arranca contando una historia de amor gay, sí. Pero sería mucho más acertado decir que cuenta una historia de amor. Punto. Es decir, no cae en los lugares comunes con los que se acostumbran a abordar las relaciones homosexuales en la ficción. Para empezar, no perfila a los personajes como seres atormentados por su condición sexual. Las aristas de Alex y Danny están afiladas por otros factores, no por su condición sexual. ¿Que la historia contiene escenas de sexo explícito entre dos hombres?, pues sí. Pero su forma de presentarlas no dista en absoluto de cualquier otro polvo seriéfilo. La misma pasión. La misma ternura. La misma falta de pudor. Y no, no es un asunto menor éste.
Al fin de sus cinco únicos capítulos queda claro que 'London Spy' rompe moldes. Trasciende de la previsible historia de espías, de falsas apariencias, de personajes con dobleces y torna en un thriller psicológico en el que la trama se va anudando cada vez más y más hasta que, por momentos, la historia parece estrangulada. No necesita de persecuciones de vértigo, de escenas de acción con tiros y adrenalina a borbotones para que el espectador se quede pegado a la pantalla. Entre planos intimistas y bellísimas panorámicas londinenses todo resulta mucho más sutil en esta ficción, que cuenta con todos los todos los elementos del thriller psicológico.
Y luego está ella. La inmensa Charlotte Rampling, nominada a los Globos de Oro del año pasado a la mejor actriz de miniserie por este trabajo. Con su gélida presencia y su mirada, casi polar, resulta incuestionable como madre castradora, turbia como pocas. Sólo su papel merece rescatar del ostracismo seriéfilo a esta ficción que, entre conspiranoias, tiñe de 'noir' una historia de amor arcoíris.
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