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Simon Nye se ha especializado en series con apellidos británicos: firmó el guion de 'Los Durrell' y, después, hizo lo propio con el de 'Los Larkin'. Y como Nye tiene el don de convertir cualquier historia en una narración encantadora y feliz, no descarto que ... escriba una serie sobre 'Los Smiths' en la que transforme a una banda de cuatro atormentados tipos de Manchester en 'Viva la gente'. Todo es posible.
Para el espectador que disfruta con series buenrollistas, el paso de 'Los Durrell' a 'Los Larkin' es natural, ya que son muchas las coincidencias: ambas se basan en libros de gran éxito en Reino Unido (la primera en 'Mi familia y otros animales', de Gerald Durrell; la segunda en 'The darling buds of May', de H. E. Bates), han sido adaptadas a la pantalla en diversas ocasiones, se desarrollan a mediados del siglo pasado en lugares idílicos y bellísimos (una en Corfú, la otra en la campiña inglesa) y giran alrededor de una familia peculiar al más puro estilo 'Vive como quieras', aquella gozada de Frank Capra en la que la lunática familia de Jean Arthur volvía tarumba a James Stewart.
Pero, sobre todo, lo que hace Nye en estas dos series es llevar hasta el extremo la afirmación de que cualquier tiempo pasado fue mejor: el tipo, listísimo, sabe que la sociedad cambiante y desquiciada en la que vivimos añora una época que se antoja más tranquila, más simple, menos frenética. Y nos convence, y nos lleva a pensar que sí, que verdaderamente fue así. Quizá sea esa misma nostalgia la que nos ha hecho rescatar el tocadiscos del altillo del armario.
'Los Larkin', ambientada a finales de los años cincuenta, cuenta las peripecias cotidianas de una familia que vive en una granja en el condado de Kent y que está compuesta por Pop, el padre (Bradley Walsh), un tipo disfrutón que se dedica a la venta de chatarra y que no paga impuestos, Ma, la madre cálida y divertida que interpreta Joanna Scanlan y que prepara los desayunos más pantagruélicos del mundo, y seis hijos traviesos de personalidades muy distintas que pululan alrededor. Entre ellos destaca Mariette (Sabrina Bartlett), la hermana mayor que, harta de esa vida idílica de mejillas sonrosadas y campos extraordinariamente verdes, quiere irse a estudiar a París.
Mariette se verá envuelta en un triángulo amoroso, puesto que tendrá que decidir entre un pretendiente ambicioso y un inspector de hacienda que acaba enamorado de la chica, del pueblo y de la familia. Añadamos un párroco borrachuzo y malencarado, una pareja de estirados insoportables a los que Pop y Ma darán unas cuantas lecciones y algún que otro vecino raro y ya tenemos al resto de personajes.
Los títulos de los seis episodios de la miniserie, disponibles en Filmin, no llevan a engaño: si el capítulo se llama 'En el que los Larkin salvan la estación del tren'es que ocurre exactamente eso. Porque las tramas son pequeñas, sin gran relevancia, pero todas sirven para poner de manifiesto que, en esta serie, lo importante es el sentimiento de familia y cómo cualquier problema puede solucionarse arrimando el hombro y apoyándose los unos a los otros. Y comiendo, claro: no hay nada que no pueda arreglarse con un buen pastel de Ma.
Y, ahora, la pregunta de millón: ¿está 'Los Larkin' a la altura de 'Los Durrell'? Posiblemente no: los personajes de la segunda tienen más enjundia, la serie está mejor vertebrada y las historias gozan de mayor peso. Pero coinciden en lo fundamental, y es que ambas dejan buen sabor de boca. Y se ven con una media sonrisa en la cara, la que proporciona la tranquilidad de saber que todo va a salir bien.
'Los Larkin' está disponible en Filmin
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