'Kleo': la espía que surgió del frío

De ahí, del lado más frío del muro, es de donde surge Kleo Straub, el personaje protagonista de la serie de Netflix sobre la que muchos espectadores han puesto sus ojos tras la recomendación de Stephen King en Twitter, que no ganamos para prescriptores famosos y que hemos pasado de «la película que emocionó a Steven Spielberg» a «la serie que fascinó a Stephen King». El novelista describía 'Kleo' como una bocanada de aire fresco, intrigante y muy divertida. Y lleva razón, aunque es fácil llevarla cuando se trata de una historia sobre una asesina que busca venganza en los años inmediatamente anteriores y posteriores a la desaparición del telón de acero. Con esos mimbres, nada puede salir mal.

Kleo es una agente a la que la inteligencia de la Alemania oriental ha convertido en una máquina de matar a los enemigos del socialismo. Pero, después de acometer una operación que se supone exitosa, es encarcelada sin explicación alguna. Tras la caída del muro, sale en libertad dispuesta a ajustar cuentas con aquellos que la metieron en prisión y destrozaron su vida; Kleo los perseguirá para vengarse y averiguar el motivo de su encarcelamiento mientras ella, a su vez, es perseguida por sus antiguos camaradas, el servicio de inteligencia occidental y un antiguo policía de la RFA que se siente tan fascinado por la asesina que acaba ayudándola en su misión.

La persecución pasa por Berlín, por Chile y hasta por Mallorca, episodio en el que suenan los Chunguitos, Radio Futura y Jeanette. En 'Kleo', además, también hay tecno, pospunk y clubes berlineses de principios de los 90. Y si a eso sumamos buen ritmo, disfraces, pelucones, toques de sátira y de comedia negra y la estética del antiguo bloque soviético (estética que ha calado como ninguna en el imaginario colectivo porque el capitalismo todo lo fagocita), la serie se convierte en un producto que cumple todos los parámetros del entretenimiento. Y de los algoritmos, claro: aquí no interesan tanto los motivos de la caída del muro, los escombros de un sistema o los suspiros por un pasado desaparecido, que no estamos viendo viendo 'Deutschland 83', ni leyendo a Le Carré, ni analizando la Alemania poscomunista. Lo importante en esta serie es distraerse con la venganza de Kleo, un regalo para Jella Haase, actriz joven pero de larga trayectoria en el cine y la televisión alemanas que se ha consagrado para los restos después de este papel.

Haase interpreta a una asesina que, aunque casi siempre resulta implacable, a veces también se desmorona, y llora, y se enfada, y canta canciones infantiles, transmitiéndole ese difícil equilibrio entre fortaleza y fragilidad en el que reside gran parte de su atractivo. Y es cierto que tanto su personaje como la trama de la serie nos recuerdan mucho a la Beatrix Kiddo de 'Kill Bill' o a la Villanelle de 'Killing Eve'. Pero nunca tenemos suficientes historias de venganzas sangrientas protagonizadas por virtuosas del crimen que son capaces de extraer el veneno de un pez globo o fabricar explosivos caseros. 'Kleo' es el asesinato considerado como una de las bellas artes. Sobre todo si los asesinados no somos nosotros.

'Kleo' está disponible en Netflix