Gilligan ajusta cuentas con los roles femeninos en 'Better Call Saul'
Quinta temporada ·
El creador de 'Breaking Bad', que no convenció con Skyler White, ha desarrollado con Kim Wexler uno de los mejores personajes femeninos vistos en los últimos años
El principal temor de Vince Gilligan cuando ideó 'Breaking Bad' era que al público le repeliese la idea de asistir al proceso de transformación de un hombre bueno en un ser terrible, que no empatizase con un protagonista que decide voluntariamente actuar de ... una manera criminal para solucionar sus problemas primero y para medrar después, sin importarle que por el camino personas perdiesen la vida. Tardó en relajarse el escritor hasta dos temporadas, siempre con el miedo de que el rechazo apareciese por algún lado y echase al traste la serie. Sin embargo esta aversión nunca se manifestó hacia la figura de Walter White, al contrario, fue ganando adeptos que, aunque no compartiesen su modus operandi, deseaban que se librara de cualquier pena y fuese consiguiendo sus abyectos fines. El odio de buena parte de la audiencia se dirigió hacia otro personaje, el de Skyler White.
Recordemos en este punto que la actriz que lo interpretó, Anna Gunn, tuvo que soportar el peso de encarnar un papel que despertaba la ira de muchos seguidores del show, hasta el punto de recibir insultos e improperios que iban más allá de la trama. Aunque parezca mentira todavía hay gente que confunde al personaje con quien lo interpreta. Gunn llegó a recurrir a 'The New York Times' donde escribió un artículo lamentando los ataques personales y defendiendo las motivaciones y formas de actuar de la mujer de Walter White. «Ella no ha sido juzgada por el mismo rasero», lamentaba mientras se preguntaba si no había componentes misóginos detrás de esta oleada de críticas.
A los espectadores no les agradaba el rol represor que adoptaba Skyler, cómo se oponía a las decisiones de White, el modo en que trataba de disuadirle primero y de alejarlo después cuando ya veía no tenía remedio. A Gilligan le pilló por sorpresa esta reacción. Consideraba que lo lógico hubiera sido que ella se convirtiera en una víctima de la que se compadeciese la audiencia, que estuvieran de su lado y entendieran y compartieran cómo se comportaba. Él no dudó en cargar contra aquellos que no veían que ella representaba la moralidad frente a la degradación a la que se entregaba el profesor de Química. Pero ¿solo el público fue responsable de esta anómala situación? ¿no debió el creador hacer autocrítica y pensar en que tal vez parió un personaje gris con el que nadie se sintió identificado? Tengo la sensación de que nunca se pensó en Skyler como figura independiente sino siempre en relación a lo que Walter hiciera o no. Y eso se pagó.
Lo cierto es que la animadversión hacia Skyler surgió desde frentes bien distintos. Durante las cinco temporadas en que duró la serie era difícil encontrarse con alguien que la defendiera. Ya desde el principio de la trama, cuando Walter todavía no se había transformado, se atisbaba poca complicidad entre ellos y ella exhibía un perfil controlador y dominante con el que era complicado congraciarse. Más adelante, cuando el carácter de su marido fue empeorando y este se inmiscuyó en asuntos turbios, ella se erigió como la voz de la razón, pero la ejercía de un modo tan tedioso que era casi imposible comprenderla y secundarla. Lo de Skyler, no obstante, fue el caso más llamativo, pero el síndrome contra las esposas abnegadas de los antihéroes de las series también lo padecieron antes Carmela Soprano y Betty Draper.
Es más que probable que Gilligan tomase nota de todo esto cuando concibió su nuevo proyecto, 'Better Call Saul', esta vez junto a Peter Gould, a la hora de crear a Kim Wexler, la aliada de Jimmy McGill, la escudera que lo ha estado acompañando en su viraje hasta reinventarse como Saul Goodman. Cuando la conocimos hace cinco temporadas creímos que el suyo iba a ser un papel de reparto, un alma cándida incapaz de ver los claroscuros del abogado y que acabaría siendo víctima de su ambición. Pocos supimos adivinar que ella se alzaría como la protagonista de esta ficción, la que acapararía nuestras atenciones, de la que ya no nos despistamos porque queremos saber más de ella y de su destino.
Gilligan y compañía son expertos en evoluciones, en metamorfosis, saben narrar cómo nadie los procesos de mutación, los descensos a los infiernos, los coqueteos con el lado oscuro. Para ello, para que esto funcione, es primordial crear un personaje bien definido, con varias capas, con contradicciones y, sobre todo, con un recorrido lo suficientemente amplio como para que al espectador le resulte atractivo seguir y acompañar ese periplo. Sucedió con Walter y con Jimmy y ahora está pasando con Kim. Es algo que nunca ocurrió sin embargo con Skyler. Nunca conocimos sus inquietudes ni dudas, más allá de las relacionadas con la deriva de su matrimonio. Jamás fue un ente individual. La mayoría de sus tramas estaban relacionadas con lo que hiciese o no White y las pocas que tuvo propias (como su aventura laboral y su acercamiento a su jefe enamorado de ella) no nos permitieron descubrir aspectos y caras de ella que nos resultaran suficientemente atractivos.
Con Kim no ha sido así (ojo, a partir de aquí hay 'spoilers'). Ella ha tenido una progresión mucho más interesante. La primera Kim nos ayudó a descubrir a Jimmy, a un abogado mediocre y con poca suerte atrapado entre tiburones que no le iban a dejar nunca brillar. Ella se debatía entre lo correcto y lo inapropiado, lo conveniente y lo improcedente, lo oportuno y lo desacertado y jugaba a malabares para apoyar a Jimmy sin renunciar al futuro laboral que creía entonces más conveniente para ella. Nunca fue un personaje de fuegos artificiales, de grandes ademanes, de giros inesperados. De negrita y subrayados. No, Kim ha sabido llamar la atención en cursiva, desde un segundo plano del que era imposible apartar la mirada, sin aspavientos ni ruidos, apareciendo en el momento apropiado como salvavidas, tendiendo la mano cuando hacía falta, aportando cordura si la cosa se desmadraba. Ella, como Skyler, actuó de voz de la conciencia, en este caso de Jimmy, pero jamás lo hizo de una forma inquisidora ni fría. Si algo ha quedado claro a lo largo de la serie es la complicidad que existe entre los protagonistas, los sentimientos que ambos se profesan, aunque estos hayan ido variando. El vínculo entre los dos ha sufrido altibajos. Como todos. 'Better Call Saul' está describiendo como pocas series el modo en que evolucionan los afectos y las sucesivas estaciones que atraviesan las relaciones adultas. Hay tanto donde escarbar ahí: cómo buscan puntos comunes para mantenerse unidos, cómo se acercan cada uno al mundo del otro para encontrarse, cómo no dejan que las mentiras ennegrezcan su confianza, cómo se perdonan (sobre todo ella a él)...
Kim ha ido descubriendo aspectos de Jimmy que no le gustan, se ha enfadado y reconciliado con él, ha experimentado diferentes estadios. Pero al mismo tiempo ha ido descubriéndose también a sí misma, lo que realmente quiere ser, lo que le hace sentir bien, lo que le satisface.
Saltarse las reglas
Como espectador he disfrutado mucho de ver a Kim saltarse sus propias reglas para acceder a los juegos de Jimmy, para flirtear en terrenos pantanosos, como cuando ambos se inventaban personalidades en los bares para engatusar a otros clientes y conseguir copas gratis. Ella dejaba, por unas horas, lo políticamente correcto aparcado para aproximarse a la persona con la que compartía la vida. Eran gestos cargados de valor, de emotividad, de significado. Después ella ponía orden y trataba de reconducir a la pareja a la vereda de la legalidad y la sensatez. He querido muchas veces que Jimmy le hiciese más caso a Kim, que siguiese sus consejos, que abandonase empresas que no conducían a ninguna parte. Y he aplaudido muchas otras veces cuando ella ha dado con la manera de cooperar en las tretas de él por una buena causa (sobre todo en las temporadas anteriores en la continua batalla que mantenía con su estricto hermano Chuck).
Si hubiese escrito este texto hace un par de años habría dicho que el personaje de Kim estaba (muy bien) escrito para que conociésemos otras facetas del particular protagonista de 'Better Call Saul', más allá de sus ambiciones laborales. Hemos escuchado en varias ocasiones a personajes espetarle a ella que se merece a alguien mejor para compartir sus andanzas. Hoy me doy cuenta de que Kim se encuentra a sí misma, suelta lastre, se deshace de convencionalismos gracias a Jimmy. Muchas decisiones que toma, como empezar a aceptar casos de oficio para que personas con pocas posibilidades económicas tengan juicios justos, las motivan realidades a las que accede por culpa de McGill.
Otra cosa es si estamos preparados a ver hasta dónde va a llegar la nueva Kim. No lo tengo claro a tenor de lo ocurrido en los dos últimos capítulos de la quinta temporada de la ficción que se desarrolla en Albuquerque. Varios puntos de inflexión nos han conducido hasta el final al que pudimos asistir hace unos días. El primero de ellos cuando la chica recurrió a su novio para sabotear a su propia empresa, cuando entendía que esta estaba portándose de una manera abusiva. Más tarde cuando le propone a Jimmy que se casen más como un acuerdo comercial que como una necesidad de pareja. Y por último cuando se hace fuerte y deja un trabajo que no le hace feliz.
Y con todo ello llegamos a una de las secuencias capitales de estos capítulos, el momento en que ella se enfrenta al villano de la temporada, Lalo Salamanca, para defender a su marido, para secundar su declaración, aun sabiendo que miente. Ahí nos cercioramos de que Kim tiene arrojos suficientes como para plantar cara a un peligroso narcotraficante, como para mirarlo de frente sin pestañear. Esa Kim se ha ido cocinando a fuego lento, se ha construido a base de dudas y certezas, de fracasos y victorias, de mentiras y medias verdades. Hemos comprobado sus posibilidades y fortalezas. Solo hace falta ver qué va a hacer con ellas. Si va a recular y va a tratar de reconducir todo una vez más al redil o si se va a dejar llevar por los atajos como le suele gustar a él. La respuesta llega en el episodio final cuando ella le propone destruir a su antiguo jefe haciéndole perder un antiguo pleito millonario (de un modo ilegítimo) para conseguir el dinero y con él poder fundar un despacho desde el que se defienda a los más desfavorecidos. ¿El fin justifica los medios? Kim siempre había respondido (a veces sin estar convencida) que no. Su parecer ha cambiado. Jimmy va a tratar de disuadirla, pero todo invita a pensar que la transformación de Kim ha llegado, que ha cruzado una frontera. Lo comprobaremos dentro de unos meses.
Mención aparte merece el trabajo de la actriz Rhea Seehorn que siempre actúa de un modo comedido, taimado, apelando a detalles casi imperceptibles, sin perder las formas, jugando con miradas que nos invitan a pensar si va de farol o va en serio. Qué bien se maneja ahí.
Anna Gun es igual de estupenda pero nunca contó con las herramientas que los guionistas de 'Better Call Saul' han puesto a disposición de Seehorn para que construya uno de los grandes personajes de la ficción de este siglo, con una complejidad que desgraciadamente Skyler nunca tuvo, con una profundidad capaz de epatar a cualquier audiencia. 'Better call Saul' era la serie de Kim Waxler. Lo llevábamos sospechando desde hace tiempo. La quinta temporada nos lo ha corroborado.
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