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Toda guerra mediática esconde intereses económicos -nadie lo duda- pero en muchas ocasiones se inicia por un choque de egos. Hemos asistido a batallas entre célebres comunicadores a través de columnas de opinión, micrófonos de radio o platós de televisión. Sardá y Pepe Navarro rivalizaron ... durante una época. Ana Rosa Quintana y María Teresa Campos también lo hicieron, aunque ellas trataban de desmentirlo. Pero ninguna fue tan encarnizada como la de José Ramón de la Morena y José María García.
Tal vez el hecho de que esta pugna se desarrollase en el ámbito del periodismo deportivo ayudó a que fuese más directa y salvaje. Al igual que en el propio deporte -en concreto en el fútbol- el espíritu competitivo se trasladaba a los estudios de radio y los locutores peleaban para ganar sus propias ligas y marcar las reglas del juego. Durante mucho tiempo García no tuvo rival en ningún dial hasta que De la Morena se atrevió a plantarle cara. Del primero hay que recordar cómo no se cortaba a la hora de llamar tonto o zafio al entrenador o presidente que se pusiese por delante. Y cuando tuvo que lanzar dardos contra su rival tampoco se mostró recatado. Pero sorprendentemente aquel entró al trapo. El uno llamaba al otro «superratón». El otro le bautizó como «el vizconde de Brunete». Y eso fue lo más bonito que se dedicaban noche tras noche desde sus micrófonos.
Por supuesto que detrás de estos dimes y diretes había mucho más que una pelea entre machos alfa. Ambos tenían a sus espaldas grupos económicos poderosos, con apoyos de distintos partidos políticos, a los que les interesaba alimentar esa pugna y ser líderes de opinión, aunque no precisamente por asuntos relacionados con el balón. Pero esa es otra historia.
No es la historia que ha interesado a 'Los Reyes de la Noche', nueva serie de Movistar que estrena el viernes 14 (dos capítulos por semana), y que se basa en el enfrentamiento puro y duro de aquellas dos estrellas de la radio nocturna. La propuesta escrita por Cristóbal Garrido y Adolfo Valor se centra en la relación -por decir algo- de ambos, aunque aquí el que se supone que es García se llama Paco el Cóndor (aunque habla como García, se mueve como García, y mide como García) y al que hace las veces de José Ramón lo llaman Jota Montes. Al uno lo interpreta Javier Gutiérrez y al otro Miki Esparbé. Y los dos están realmente bien en sus interpretaciones, porque es difícil que ambos actores estén mal en algún trabajo. Y eso que les ha tocado defender en su carrera papeles imposibles. Sobre todo a Esparbé no hace demasiado tiempo y en otra plataforma.
La serie cuenta la rivalidad que surge entre dos compañeros de un espacio radiofónico nocturno cuando uno de ellos ficha por la competencia y el otro en lugar de irse con él le toma el relevo. A partir de ahí intenta cambiar el modelo periodístico que hasta entonces imperaba en las ondas, pero no lo va a tener fácil. El mundo deportivo teme al más veterano y da la espalda al recién llegado. La audiencia tampoco acompaña. Durante la temporada el clima entre ambos irá empeorando hasta cruzar límites personales.
'Reyes de la Noche' toma a dos personajes reales y los transforma a su antojo para contar lo que quiere sin que nadie se enfade. Se reserva el comodín de 'cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia'. Inventa esposas que no fueron, hijos que no son y amantes que no han sido. Y los utiliza para describir mejor al Cóndor y a Jota y para que las tramas enganchen al espectador. Y eso lo consigue. Los seis episodios de esta nueva producción española se ven del tirón. El guión es ágil, es divertido y las tramas funcionan bien. Es, por tanto, una buena comedia.
¿Pero quiere ser solo eso 'Reyes de la Noche'? Seguramente no. Porque detrás de los enfados, de los problemas del directo, de las celebraciones deportivas y de los reproches hay un retrato sobre un modelo periodístico que comenzó en aquella época, que consiguió destapar importantes escándalos sí, pero que también normalizó unos malos modos que hoy en día se mantienen en otros formatos similares. Esa crítica está ahí. Como también la hay hacia un modelo de masculinidad trasnochada, que todavía hoy se reivindica y que busca referentes en figuras populares como estas. O hacia grupos mediáticos controlados por curas y hacia otros, presumiblemente de izquierdas, pero que tratan a las mujeres como meros jarrones de sus plantillas.
Todo eso está ahí, aunque no se le termina de sacar el partido que se podría. Los guiones se recrean más en lo que dan de sí los dos antagonistas, en sus grotescos equipos de trabajo y en la caricatura de aquella manera de pelear por la audiencia. Y funciona y entretiene, a pesar de la repetición de algunos gags. Pero uno se queda con ganas de algo más ácido. Tal vez sea cuestión de tiempo y de darle continuidad a la serie una vez los personajes y los universos han sido presentados. Ocurrió con 'Vota Juan', un título con una primera temporada atractiva, pero que dio un salto enorme en la segunda para ser más mordaz y canalla. A ver si a estos reyes les dejan y se atreven a dar un salto semejante.
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